lunes, 25 de febrero de 2019

Martes, VII Semana. Tiempo Ordinario

LA PALABRA CADA DÍA

Martes, VII Semana. Tiempo Ordinario
Color: Verde
26 de febrero de 2019

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (2,1-11):

HIJO, si te acercas a servir al Señor,
permanece firme en la justicia y en el temor,
y prepárate para la prueba.
Endereza tu corazón, mantente firme
y no te angusties en tiempo de adversidad.
Pégate a él y no te separes,
para que al final seas enaltecido.
Todo lo que te sobrevenga, acéptalo,
y sé paciente en la adversidad y en la humillación.
Porque en el fuego se prueba el oro,
y los que agradan a Dios en el horno de la humillación.
Confía en él y él te ayudará,
endereza tus caminos y espera en él.
Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia
y no os desviéis, no sea que caigáis.
Los que teméis al Señor, confiad en él,
y no se retrasará vuestra recompensa.
Los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo eterno y misericordia.
Los que teméis al Señor, amadlo
y vuestros corazones se llenarán de luz.
Fijaos en las generaciones antiguas y ved:
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?,
o ¿quién lo invocó y fue desatendido?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso,
perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia,
y protege a aquellos que lo buscan sinceramente.

Palabra de Dios
Te Alabamos Señor

Salmo
Sal 36,3-4.18-19.27-28.39-40

R/. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará

V/. Confía en el Señor y haz el bien,
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

V/. El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre; no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. R/.

V/. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles. Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R/.

V/. El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él. R/.



Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

“Todo es posible para el que tiene fe”, contesta Jesús a la pregunta de si podía curar al niño que estaba poseído por un espíritu inmundo. El poder del Señor es eficaz, siempre lo utiliza para curar, liberar y ayudar a todo aquel que se lo pide y nunca lo usa para hacer exhibición de su condición de Hijo de Dios, pues bien sabía Él que ello podía alejar a la gente de verdadera imagen de Dios que quiere dar a conocer. Pero en esta liberación, Jesús nos enseña a confiar en el poder de la fe y en el poder de la oración cuando sus discípulos le vuelven a preguntar por qué ellos no han podido curar al niño. “Esta especie sólo puede salir con oración”, les dice.

Bastaría en nuestra oración de hoy meditar y repetir interiormente esta sentencia de Jesús: “todo es posible para el que tiene fe”. Y preguntarme en qué momento de mi vida estoy ahora; ponerme el termómetro de la fe para medir mi nivel de confianza en mi Dios y Señor, en Aquel que también quiere derramar su fuerza amorosa y su gracia en mí, para liberarme de aquellas ataduras que no me dejan ser libre, o que amargan mi existencia.

Señor, quiero vivir en la libertad de sentirme amado por ti, de saber que nada me falta si Tú estás conmigo, de sentir el alivio y la alegría que debió sentir aquel niño cuando Tú lo curaste de aquella terrible atadura. Que en esta jornada que me regalas pueda vivir todos los acontecimientos con confianza, con fe, sabiendo que, mirando la realidad con estas gafas, la mirada es más profunda, me acerco a ver cómo Tú ves los acontecimientos y a las personas. Gracias Señor por decirme hoy: “todo es posible, si tienes fe”.

Sacerdote José Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).

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