Color: MORADO
7 de marzo de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».
Palabra de Dios
Te Alabamos Señor
Salmo
Sal 1
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,22-25):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús.
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, un tiempo fuerte, donde tomamos una mayor conciencia de nuestra necesidad de cambio y transformación. Las lecturas de este día nos ofrecen algunas pistas para profundizar el llamado a la conversión. El texto de la primera lectura concluye la proclamación del Código deuteronómico. Privados de su tierra, los israelitas son invitados a reflexionar sobre las causas de la suerte que han tenido y acoger nuevamente la alianza del Señor con toda su exigencia. El autor expresa este anhelo mediante la contraposición vida y muerte, bien y mal, bendición y maldición como propuestas para una libre elección.
Este texto del Deuteronomio nos transmite una importante convicción: la vida no es solo un don de Dios, es sobre todo participación de su misma vida. «Amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida…» (v. 20). Al iniciar la Cuaresma nos viene bien discernir nuestras acciones a la luz de esta Palabra, para acoger la llamada a la conversión no como una auto-culpabilización mal sana, para reprocharnos a nosotros mismos los errores que cometemos; sino, para hacer una opción libre y responsable por seguir el camino del Señor que nos conduce a la promesa de vida y bendición.
Este reorientar nuestra vida desde seguimiento de Jesús no es una tarea fácil. En el Evangelio vemos que esto implica negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz de cada día y seguir al Señor. Como comenta Mariola López Villanueva, rscj, «en ningún libro de autoayuda vamos a encontrar invitaciones a negarnos a nosotros mismos, ni a tener que perder algo, en una cultura que ensalza insistentemente los éxitos personales». Pero la lógica del Evangelio es muy distinta, los criterios de perdidas y ganancias no son como las del mundo en el cual nos movemos.
En nuestro día a día tenemos delante de nosotros vida y muerte, bien y mal, bendición y maldición, nuestra vida de fe es probada en medio de éstas y otras encrucijadas. Al seguir al Señor, al tener una relación con Él nos toca hacer una elección no siempre obvia, nos toca ser capaces de ver al “Invisible” más allá de la apariencia. Descubrir que aún perdiendo nuestra propia vida nos salvamos, porque «lo más valioso lo recibimos cuando lo entregamos todo».
Sacerdote José Alirio Lagarejo Palomeque
"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍
miércoles, 6 de marzo de 2019
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