domingo, 31 de marzo de 2019

Lunes, IV Semana de Cuaresma

Color: MORADO
1 de abril de 2019

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (65,17-21):

ESTO dice el Señor:
«Mirad: voy a crear un nuevo cielo
y una nueva tierra:
de las cosas pasadas
ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.
Regocijaos, alegraos por siempre
por lo que voy a crear:
yo creo a Jerusalén “alegría”,
y a su pueblo, “júbilo”.
Me alegraré por Jerusalén
y me regocijaré con mi pueblo,
ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido;
ya no habrá allí niño
que dure pocos días,
ni adulto que no colme sus años,
pues será joven quien muera a los cien años,
y quien no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán los frutos».

Palabra de Dios
Te Alabamos Señor

Salmo
Sal 29,2.4.5-6.11-12a.13b

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

V/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

V/. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.

V/. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (4,43-54):

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo vive».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

“Regocijaos y alegraos” nos dice el profeta Isaías en la primera lectura. Y es que hemos comenzado la cuarta semana de Cuaresma, denominada “Laetare”, de la alegría, dada la proximidad de la Pascua. Ello nos recuerda que estamos cada vez más cerca de vivir el acontecimiento más importante del año cristiano: la muerte y resurrección del Señor. La meta está cerca y el final del tiempo de Cuaresma es la alegría, la renovación, el triunfo de la vida, que no se nos olvide.

Curiosamente “alegraos y regocijaos” es el título de una exhortación apostólica del Papa Francisco “Gaudete et exsultate” publicada hace un año, sobre la llamada a la santidad en el mundo actual; un recordatorio de cuál es nuestra meta, hacia donde debemos caminar. Si no has tenido ocasión de leerla, este es un buen tiempo para ello. Puedes leerla pinchando en este enlace: Gaudete et exsultate

Alegría y regocijo es lo que sintió el funcionario real cuando su hijo fue librado de la muerte segura gracias a la curación de Jesús: “Anda tu hijo vive”. El padre del niño creyó en la palabra del Señor, como nos cuenta el evangelista san Juan, y justo en la hora en la que aceptó la palabra de Jesús, su hijo fue sanado de la fiebre mortal: “la hora séptima”, nos dice el evangelista. Ocurrió en Cana de Galilea. Una vez más la eficacia y el poder sanador de la fe.

Señor Jesús, yo también quiero sentir la alegría que Tú das, ese don, esa gracia interior que nada ni nadie puede apagar, ningún acontecimiento, ningún revés de la vida. La alegría de sentirte cerca porque sé que caminas a mi lado; la alegría de que contigo lo tengo todo, de que Tú eres mi mayor tesoro. No permitas Señor que la tristeza y el pesimismo se apoderen de mi corazón. Ayúdame a transformar mi luto en danza.

Tu hermano en la Fe
José Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍

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