Viernes, III Semana de Pascua
(San Juan de Ávila)
Color: BLANCO
Viernes, 10 de mayo de 2019
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,1-20):
EN aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.
Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:
«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
Dijo él:
«¿Quién eres, Señor?».
Respondió:
«Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».
Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:
«Ananías».
Respondió él:
«Aquí estoy, Señor».
El Señor le dijo:
«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».
Ananías contestó:
«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».
El Señor le dijo:
«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».
Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:
«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.
Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
Palabra de Dios
Te Alabamos Señor
Salmo
Sal 116,1.2
R/. Ir al mundo entero y proclamad el Evangelio
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,52-59):
EN aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONANDO LA PALABRA
En la primera lectura de hoy leemos un texto que podemos dar por conocido, bien sea porque lo hemos escuchado repetidas veces en la catequesis, la liturgia; o porque lo hemos visto representado de distintas formas en el arte. Lo primero que deberíamos de hacer al acercarnos a este relato es superar nuestras falsas interpretaciones. Pensar que el evento de Damasco es una conversión moral de Pablo, o dicho en lenguaje ignaciano, pensar que Pablo «ha cambiado de bandera» que paso de ser un celoso observante de la ley al servicio de «la bandera de Cristo».
Para el Cardenal Martini comprender solo de esa forma el evento-misterio de Damasco sería empobrecer la acción de Dios y la forma de interpretar la conversión de los demás y nuestra propia conversión. En este hermoso y denso relato se nos presenta la experiencia fundante del «Apóstol de los gentiles», entrar en el acontecimiento de Damasco es entrar en la interioridad de Pablo. Este encuentro que vive Pablo con Jesús le hace reorientar toda su vida desde la gratuidad y el amor. Podríamos decir es un encuentro de ruptura, de desvelamiento que marca un antes y un después.
El evento-misterio de Damasco es también para Pablo un momento de kenosis. Es entrar en el misterio del dolor y la muerte, por eso no es solo una experiencia puntual, Damasco será una experiencia que se prolongará en toda la vida de Pablo. Y en todo aquel que como Pablo es capaz de poner al centro de su vida a Cristo Jesús. Hasta llegar a decir como él que todo lo consideramos basura en comparación con el conocimiento de Jesús. En definitiva, este acontecimiento de Damasco es un proceso de cristificación hasta llegar a la plena madurez en Cristo. Esa es la experiencia fundante de la mística apostólica. ¿Nos dejamos sorprender por la novedad de Jesús y su Reino?
En el Evangelio encontramos la sección conclusiva del discurso del «Pan de vida» está unido a lo que el evangelista ha venido presentando. Como hemos visto el mensaje se ha ido profundizando y se convierte más eucarístico. Desde una clave existencial se trata de hacer espacio a la persona de Jesús en nuestra vida, en la vida de nuestras familias, de nuestras comunidades. Se nos invita a entrar en comunión con él, comer su carne y beber su sangre, significa entrar en una común-unión con la forma de actuar de Jesús, con su forma de ser humano, con su forma de amar, de pensar, con su adhesión al Padre.
Fraternalmente tu hermano en la Fe José Alirio Lagarejo Palomeque
"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍
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