lunes, 17 de junio de 2019

Martes, XI Semana. Tiemo Ordinario

Color: VERDE

18 de junio de 2019

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,1-9):

Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros. En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.

Palabra de Dios
Te Alabamos Señor

Salmo
Sal 145,2.5-6.7.8-9a

R/. Alaba, alma mía, al Señor

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente. R/.

Que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,43-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

Es curioso cómo a veces lo más pedestre nos ayuda a mirar a lo más alto. En la vida pero también en la fe. En la segunda carta que Pablo envía a los cristianos de la comunidad de Corinto les insta con mucha vehemencia a ser generosos «en la colecta a favor de los santos», como lo habían sido las Iglesias de Macedonia. Hablando en plata, Pablo necesitaba que los corintios contribuyeran con su dinero a la colecta que él mismo supervisaba y que habría de llevar a Jerusalén. Se trataba, pues, de una cuestión aparentemente muy lejana a los asuntos del espíritu. Sin embargo, una petición tan prosaica le sirve al Apóstol para alumbrar una de las confesiones de fe más elevadas que se le conocen: «ya saben lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para enriquecerlos con su pobreza».

Aquello que Pablo esperaba recibir de los cristianos de Corinto (su riqueza material) le permitió confesar delante de ellos el corazón del misterio de Cristo (su pobreza radical, que nos enriquece). Para él, que anunciaba el Evangelio a tiempo y a destiempo, cualquier circunstancia de la comunidad cristiana debía poder enraizarse en Jesús y hallar su sentido en Él. Al fin y al cabo, todo en nuestra existencia, también lo más cotidiano, está llamado a ser transfigurado conforme al amor de Dios en Cristo. Todo ha de llegar a vivirse conforme a la dinámica de la salvación, en la que la entrega total de Cristo por nosotros nos hace capaces del amor de Dios y dispensadores de su misericordia. En ocasiones, una pequeña limosna, como la de la viuda del templo –algo tan simple, tan mundano, tan habitual, tan indigente–, porta en sí toda la riqueza del cielo.

Quien va introduciendo poco a poco la lógica del misterio cristiano en todas las facetas de su existencia va adquiriendo, aun sin saberlo, la fuerza de lo alto. De modo que llegará un día en que se descubra capaz de aquello que, viviendo bajo otra lógica, le hubiera sido imposible. Podrá llegar incluso a perdonar a sus enemigos, como hizo Cristo en la cruz; un gesto de amor tan generoso que representa la cumbre de la vida cristiana. Quien comienza compartiendo unas tristes monedas puede al final compartir Su feliz misericordia.

Fraternalmente tu hermano en la Fe Jose Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍

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