jueves, 20 de junio de 2019

Viernes, XI Semana. Tiempo Ordinario

(San Luis Gonzaga)
Color: BLANCO

21 de junio de 2019

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,18.21b-30):

Son tantos los que presumen de títulos humanos, que también yo voy a presumir. Pues, si otros se dan importancia, hablo disparatando, voy a dármela yo también. ¿Que son hebreos?, también yo; ¿que son linaje de Israel?, también yo; ¿que son descendientes de Abrahán?, también yo; ¿que si ven a Cristo?, voy a decir un disparate: mucho más yo. Les gano en fatigas, les gano en cárceles, no digamos en palizas y en peligros de muerte, muchísimos; los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apaleado, una vez me han apedreado, he tenido tres naufragios y pasé una noche y un día en el agua. Cuántos viajes a pie, con peligros de ríos, con peligros de bandoleros, peligros entre mi gente, peligros entre gentiles, peligros en la ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros con los falsos hermanos. Muerto de cansancio, sin dormir muchas noches, con hambre y sed, a menudo en ayunas, con frío y sin ropa. Y, aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?; ¿quién cae sin que a mí me dé fiebre? Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad.

Palabra de Dios
Te Alabamos Señor

Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7

R/. El Señor libra a los justos de sus angustias

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

Después de reivindicar su aparente valía humana atribuyéndose todos los honores posibles –pueblo, linaje, fe, martirio, caridad–, Pablo desbarata su propio discurso con una frase genuinamente cristiana: «Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad» (2Cor 11,30). La tendencia humana más común consiste en mostrar y asegurar las propias fortalezas para no sucumbir en la batalla. Pero el Apóstol dice presumir de su debilidad; o mejor, de lo que su debilidad muestra. Hay aquí, cuanto menos, una nueva forma de comprender su propia humanidad.

¿Por qué la debilidad –la cruz– es la gran querencia de los santos? ¿Qué revela tal debilidad para resultar tan apreciada por gente tan cabal? ¿Elogiar la debilidad no es acaso una forma de rendirse ante las adversidades del camino o de responder con pusilanimidad a las grandes cuestiones de la existencia? Las preguntas podrían multiplicarse en muchas direcciones. Pero la respuesta más alta y más fecunda la dieron los propios santos con la entrega de su vida. Allí donde experimentaron su mayor debilidad, hallaron la única firmeza verdaderamente tal. Porque lo que la fragilidad del creyente muestra no es su escasa consistencia humana sino la misericordia del Dios que le sostiene en ella.

Andar pertrechándose de títulos y grandezas es tanto como acumular hoy lo que la carcoma se llevará mañana. Descubrir en este mundo la gloria de la debilidad es tanto como echar desde la tierra raíces en el cielo. Si la única luz que nos hace fuertes es la nuestra propia, que está oscura, «¡cuánta será la oscuridad!» (Mt 6,23).

Fraternalmente tu hermano en la Fe Jose Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍

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