(San Francisco de Borja)
Color: VERDE/BLANCO
3 de octubre de 2019
Primera lectura
Lectura del libro de Nehemías (8,1-4a.5-6.7b-12):
En aquellos días, todo el pueblo se reunió como un solo
hombre en la plaza que se abre ante la Puerta del Agua y pidió a Esdras, el
escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que Dios había dado a
Israel. El sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea,
compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día
primero del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer
hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los
que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la
Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho
para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo –pues se
hallaba en un puesto elevado– y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie.
Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo,
levantando las manos, respondió: -«Amén, amén.»
Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas explicaron la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Leían
el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que
comprendieron la lectura.
Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y
los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: «Hoy es un día
consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.»
Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de
la Ley.
Y añadieron: «Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce
y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios.
No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.»
Los levitas acallaban al pueblo, diciendo: «Silencio, que es
un día santo; no estéis tristes.»
El pueblo se fue, comió, bebió, envió porciones y organizó
una gran fiesta, porque había comprendido lo que le habían explicado.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor
Salmo
Sal 18,8.9.10.11
R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el
precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R/.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R/.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los
mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces
que la miel de un panal que destila. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-12):
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los
mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba
ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos;
rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en
camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega,
ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si
allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el
obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo
y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y
decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en
un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de
vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre
vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo
que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONADO LA PALABRA
El mes de octubre
está dedicado a las misiones y en un día tan especial como como el de
hoy, en el que hacemos obediencia al papa Francisco en este mes para ir de casa
en casa anunciando la palabra.
El evangelio de hoy nos habla acerca de no sólo el grupo de
los 12, sino también de 72 discípulos, a los que Jesús envía en parejas, de dos
en dos, a evangelizar; a anunciar la llegada de la Buena Noticia del Reino de
Dios entre los hombres. Los manda de dos en dos y les da las indicaciones
necesarias para poder realizar esta tarea.
A mí particularmente me gustaría pensar en tres cosas que
creo tienen que ver con misionar hoy en nuestra vida:
La primera es que me parece que misionar no es irse lejos.
Muchas veces pensamos que la misión ocurre en otro continente o en otro país. O
en el interior de nuestros pueblos y de nuestras ciudades. Y en realidad la
misión pasa todos los días: pasa en mi casa, pasa a la vuelta de mi casa, pasa
el colegio, en la facultad, pasa en el colectivo, pasa en el tren. Pasa con mis
amigos. Pasa con mi novio o con mi novia. Pasa en todas las realidades del mundo.
Es decir nosotros tenemos que pensar que ser misionero no significa tener que
dejar necesariamente el propio país, la propia tierra, o el propio barrio para
empezar a misionar. Uno se hace misionero cuando asume como modelo de vida el
querer seguir firmemente los pasos de Jesús y por tanto comprometerse en la
construcción de un mundo más justo, más fraterno y más solidario. La invitación
me parece que hoy es a no irse lejos, si no a quedarnos cerca: misioná en tu
propio barrio, misioná en tu propia facultad, misioná en tu propia escuela,
misioná en tu propia familia…
Lo segundo que me parece que tenemos que tener en claro es
que misionar no es “llevar cosas” a los pobres Misionar es justamente generar
cultura del encuentro. Esto de “llevar cosas” a los pobres nos hacen caer en un
viejo modelo al que muchas estamos acostumbrados en la Iglesia de la dádiva,
del dar “desde arriba” lo que nosotros tenemos a los “de abajo” que son los que
“no tienen”. Lo cual es mentira. Misionar significa generar encuentro. Ir al
encuentro del otro, sentarnos, mirarnos a los ojos y poder compartir la propia
vida y contarnos la buenas noticias que Dios obró en la vida de cada uno y
poder juntos dar gracias sin necesidad de que ello vaya acompañado de ayuda
material: sea ropa, sea comida, se lo que sea.
Lo tercero y también que parece importante es que misionar
no es “cortarse solo” Siempre que se misiona se misiona en Iglesia. Entonces
esto de alguna manera nos involucra en una doble dimensión: primero yo formo
parte de una comunidad que misiona, yo formo parte de una iglesia que misiona.
Yo formo parte un grupo, una parroquia, un movimiento, pero una iglesia al fin
que misiona. Y yo soy parte de eso. Y lo que busca también la tarea del
misionar es generar Iglesia. Si yo voy a trabajar algún lugar y generamos algún
tipo de encuentro entre la gente y queremos hacer algún tipo de propuesta de
evangelización: algún retiro algo que los acerque un poco más al amor de Dios
eso no puede ser sin un involucrarse respecto de ellos. Ellos tienen que estar
involucrados. Ellos tienen que ser artífices de su propia misión. Si no va
pasar lo que muchas veces pasa: nos vamos a ir a “la misión” va a ser una linda
experiencia, después quizá podamos regresar -o no- pero todo se pierde en el
olvido. Misionar significa implicar al otro en el proceso de conversión y que
ese otro también me mejore a mí.
José Alirio Lagarejo
Palomeque
"Yo he venido para que tengan vida y vida en
abundancia" (Jn 10,10)
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