(San Calixto I)
Color: VERDE/ROJO
14 de octubre de 2019
Aquí hay alguien que es más que Jonás
Principio de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
1, 1-7
Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser
Apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que él había
prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su
Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la carne,
y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador, por su
resurrección de entre los muertos. Por él hemos recibido la gracia y la misión
apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su
Nombre, a todos los pueblos paganos, entre los cuales se encuentran también
ustedes, que han sido llamados por Jesucristo.
A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a
ser santos, llegue la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y
del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor
SALMO Sal 97, 1.
2-3b. 3c-4 (R.: 2a)
R. El Señor
manifestó su victoria.
Canten al Señor un canto nuevo, porque el hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los
ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de
Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de
nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.
R.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir:
«Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de
Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del
hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los
hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de
la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más
que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán
contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la
predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIÓN SOBRE EL EVANGELIO DE HOY LUNES 14 DE OCTUBRE DE
2019
Pablo durante quince años funda «Iglesias» en tierra pagana.
Toda el Asia Menor y las grandes ciudades de Grecia tienen ahora su Comunidad:
cada Iglesia fundada crece y se desarrolla por el mismo dinamismo de sus
miembros.
Es un momento decisivo en la vida de Pablo, son más de
veinte años los que Pablo ha vivido ya como cristiano; reflexionando sobre el
misterio de Cristo que ya había esbozado en otras cartas; ahora presenta una
exposición completa de su visión sobre el plan salvador de Dios.
Por otro lado, considera ahora que su tarea en Oriente está
terminada. Quiere continuarla con los paganos de Occidente. Proyecta llegar a
España pasando por Roma y para preparar su estadía en la capital del Imperio,
escribe a la «comunidad de Roma», fundada ya por san Pedro. Roma no es sólo la
capital de un gran imperio, es también un lugar donde Dios ha mostrado su amor
haciendo llegar el anuncio de su Hijo.
La Epístola a los Romanos se escribió el año 57 ó 58. Pablo
que no conocía a la comunidad de Roma, seguramente formada por unos cristianos
procedentes del judaísmo y otros del paganismo, escribe con humildad;
presentándose con tres títulos: Servidor, Apóstol, Escogido. Pablo tiene
conciencia de haber sido llamado y consagrado a una obra que sobrepasa
totalmente sus fuerzas humanas.
Pero Pablo no es lo importante: es Jesús, y de Él habla ya,
con entusiasmo, desde el saludo: “nacido de la estirpe de David, constituido
Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección: Jesucristo Nuestro Señor”. A
sus hermanos cristianos, los considera como “muy amados de Dios”.
La fe es el tema principal de su carta. Una fe salvadora,
que presenta como “obediencia”, por la cual el hombre se “somete” al Dios que
se revela pidiéndole obediencia a su Voluntad.
Sin embargo, no sólo nos quiere obedientes en una vida de
servicio a Él, mediante el culto; Él nos ha elegido para ser apóstoles, de tal
forma que la Salvación que procede del Evangelio, llegue a todas las naciones.
Cuando Jesús acababa de exorcizar a un endemoniado, los
oyentes le piden un signo. Sin negar su asombro ante este escepticismo, les
enrostra la actitud de los ninivitas, que se convirtieron al oír la palabra de
Jonás y, aquí hay uno mayor que Jonás y mayor que la reina de Saba.
Los judíos se sitúan en el plano más externo: necesitan
milagros maravillosos para tener fe y convertirse. Exigen pruebas y
demostraciones y no se les concederá más que la palabra viva de un Nazareno, que
por el poder del Espíritu, con sus gestos y acción liberadora, los invita a la
fe. No se les dará ningún otro signo más que el mismo Jesús.
La fe a la que invita Jesús se vive en libertad. La
evidencia somete y no se discute, y la demostración encierra y aprisiona.
Cristo proclama que la fe descansa únicamente sobre la confianza puesta en la
persona del enviado.
El milagro físico tiene verdadera significación si interpela
a la persona del testigo. Por eso también, la mayoría de los milagros solicitan
la conversión interior y la fe; la solicitan, pero no la dan. El verdadero
creyente no pide signos exteriores, porque en la persona misma de Jesús,
descubre la presencia y la intervención discreta de Dios.
La vida, obra y muerte de Jesús a mano de los hombres, es la
señal que debe ser aceptada. Es el Dios que aparentemente fracasa en la persona
de Jesús. Es el Dios que muere en Jesús pero que resucita al tercer día. Es el
Dios que en Jesús y por Jesús, comparte la suerte de los abandonados, los
pobres, los despreciados de la historia. La señal, no es una acción arbitraria
y portentosa, porque Dios no violenta la historia. En el crucificado habrá que
descubrir al resucitado. No hay fe fuera del misterio de muerte y de
resurrección del enviado. Los cristianos seguimos al resucitado por el camino
del crucificado.
Este rostro sufriente de la hora extrema, de la hora de la
Cruz es «misterio en el misterio, ante el cual el ser humano ha de postrarse en
adoración». En efecto, «para devolver al hombre el rostro del Padre, Jesús
debió no sólo asumir el rostro del hombre, sino cargarse incluso del “rostro”
del pecado» Juan Pablo II.
En el anuncio del Evangelio, el verdadero signo que podemos
ofrecer es que nuestros gestos demuestren que la palabra, ha sido eficaz en
nosotros y nos ha salvado, nos ha liberado y nos hace caminar como hombres
nuevos, capaces de amar, de ser misericordiosos, de ser constructores de la
paz, y de ser solidarios con los que sufren.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
"Yo he venido para que tengan vida y vida en
abundancia" (Jn 10,10)✍
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