(San Dionisio, San Juan Leonardi y San Luis Beltrán)
Color: VERD/ROJO/BLANCO
9 de octubre de 2019
SEÑOR ENSÉÑANOS A ORAR
Lectura de la profecía de Jonás 4, 1-11
Jonás se disgustó mucho y quedó muy enojado. Entonces
oró al Señor, diciendo: « ¡Ah, Señor! ¿No ocurrió acaso lo que yo decía cuando
aún estaba en mi país? Por eso traté de huir a Tarsis lo antes posible. Yo
sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran
misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas. Ahora, Señor,
quítame la vida, porque prefiero morir antes que seguir viviendo.»
El Señor le respondió: « ¿Te parece que tienes razón
para enojarte?»
Jonás salió de Nínive y se sentó al este de la ciudad:
allí levantó una choza y se sentó a la sombra de ella, para ver qué iba a
suceder en la ciudad. Entonces el Señor hizo crecer allí una planta de ricino,
que se levantó por encima de Jonás para darle sombra y librarlo de su disgusto.
Jonás se puso muy contento al ver esa planta. Pero al amanecer del día
siguiente, Dios hizo que un gusano picara el ricino y este se secó. Cuando
salió el sol, Dios hizo soplar un sofocante viento del este. El sol golpeó la
cabeza de Jonás, y este se sintió desvanecer. Entonces se deseó la muerte,
diciendo: «Prefiero morir antes que seguir viviendo.»
Dios le dijo a Jonás: « ¿Te parece que tienes razón de
enojarte por ese ricino?» Y él respondió: «Sí, tengo razón para estar enojado
hasta la muerte.»
El Señor le replicó: «Tú te conmueves por ese ricino
que no te ha costado ningún trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha
brotado en una noche y en una noche se secó, y yo, ¿no me voy a conmover por
Nínive, la gran ciudad, donde habitan más de ciento veinte mil seres humanos
que no saben distinguir el bien del mal, y donde hay además una gran cantidad
de animales?»
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor
SALMO Sal 85,
3-4. 5-6. 9-10 (R.: 15b)
R. Tú, Señor,
eres lento para enojarte, rico en amor.
Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor,
porque te invoco todo el día; reconforta el ánimo de
tu servidor,
porque a ti, Señor, elevo mi alma. R.
Tú, Señor, eres
bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡atiende,
Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.
Todas las naciones que has creado
vendrán a postrarse delante de ti,
y glorificarán tu Nombre, Señor,
porque tú eres grande, Dios mío, y eres el único que
hace maravillas. R.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.»
El les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre,
santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan
cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a
aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Jonás como profeta es impresentable, muestra un
corazón mezquino. Su reacción ante el perdón de Dios es incomprensible, se
escandaliza cuando descubre que su Dios es “un Dios clemente y misericordioso, tardo
a la cólera y rico en amor”.
Jonás, que se creía solamente encargado de anunciar un
castigo contra Nínive, cuando vio que Dios perdonaba a los habitantes de
Nínive, se disgustó y se irritó mucho; al punto de reclamarle a Dios, entrando
en una crisis de depresión, hasta desearse la muerte.
Jonás salió de Nínive y se sentó. El Señor hizo que
una planta de ricino creciese por encima de Jonás, para dar sombra a su cabeza
y librarle así de su malestar. Jonás se puso muy contento por aquel ricino.
Pero al día siguiente, al amanecer, el Señor mandó a un gusano que picó al
ricino que se secó. Y al salir el sol, por el sofocante viento del este, Jonás
sufrió insolación y sintiéndose desfallecer, se deseó la muerte.
Dios dijo a Jonás: “¿Te parece bien irritarte por este
ricino? Tú sientes lástima de un ricino, por el que nada te fatigaste, que no
hiciste crecer, que en una noche creció y en una noche desapareció″.
Jonás parecía preferir ese ricino providencial, que
tan sólo le había dado sombra, a la ciudad entera de Nínive. Dios le muestra
que la humanidad que vive en Nínive le ha costado mucha pena y trabajo.
En el relato el autor quiere presentar la cerrazón de
los judíos, en contraste con los paganos, que sí, se convierten a Dios. El que
queda mal, en la historia, es el pueblo judío, que no supo realizar su papel de
“mediador de bendición para todos los pueblos”, como Dios le había anunciado a
Abrahán y se encerró en su propio egoísmo.
A veces nos entristecemos más porque desaparece
aquello que nos daba seguridad, como el dinero o los bienes materiales, que
porque muchos, lejos del Señor, viven al borde de perderse para siempre.
Jesús aparece orando “en cierto lugar”. Jesús ora
porque necesita ir a la raíz de su experiencia filial, porque necesita respirar
el cariño de su Abbá. Y, desde esa raíz se encuentra con todo y con todos. Su
acción despierta un deseo en los discípulos: “Señor, enséñanos a orar”. Querían
una fórmula. Jesús en cambio les ofrece la oportunidad de un diálogo, un lugar,
una identidad, un estilo de vida. Querían aprender unas formas como las que
Juan enseñó a sus discípulos. Jesús les presenta e inaugura una forma de orar
inaudita.
La oración judía oficial se realizaba en el templo;
Jesús convierte el sitio donde se encuentra en “lugar, nuevo templo” posible,
para la oración y el encuentro con Dios. Y por primera vez, ante la sorpresa de
sus discípulos, hay quien se dirige a Dios con confianza filial: “Abba”. La
oración de Jesús, manda al piso cualquier barrera que se pueda interponer ante
la presencia de Dios. No hay lejanía entre Dios y las personas, cada uno se
puede dirigir a Él directamente sin necesidad de intermediarios.
Padre nuestro: con estas dos palabras nos lleva a
penetrar en la intimidad divina y en un modo de ser frente a Dios. Al decir
“Padre” llamo a Dios para que me engendre a su propia vida y al decir “nuestro”
llamo, reúno y creo fraternidad entre todos los hombres.
Al decir “Padre nuestro”, unido a la humanidad entera,
me arrojo en los brazos de un Dios que quiere ser totalmente Padre y le pido
nos abra a su acción re-creadora. Me gozo porque vuelve a tomar incansablemente
la obra ya comenzada de su creación, porque su paternidad es siempre actual,
deliberada, querida y nos recrea, nos remodela, nos hace recobrar el verdadero
lugar de nuestra existencia.
Al llamarlo Padre le pedimos para nosotros y para
todos, que vivamos como hijos suyos, animados del amor de su Hijo. Para Lucas,
rezar es un compromiso de vida, una manera de ser. Por eso la oración de Jesús
es una acogida incondicional de la voluntad del Padre expresada en Lucas a
través de cuatro peticiones esenciales: el reino, el pan, el perdón, la
preservación en la tentación.
Clamamos para que el Reino de justicia e igualdad, se
haga efectivo aquí y ahora. La realización del Reino de Dios, tiene como
consecuencia la posibilidad de una vida digna, en que sea factible el acceso al
alimento de todos los días; y dónde se pueda experimentar a Dios en el perdón
de las deudas, propio del año de gracia. Permanecer en ese ámbito de la gracia
es el don que imploramos de un Dios que no nos abandona a una prueba superior a
nuestras fuerzas en nuestro trabajo por hacer presente el reino.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
"Yo he venido para que tengan vida y vida en
abundancia" (Jn 10,10)✍
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