martes, 17 de diciembre de 2019

18 de diciembre de 2019



Color: MORADO

PRIMERA LECTURA 

Daré a David un sucesor legítimo.

Del libro del profeta Jeremías 23, 5-8

Esto dice el Señor: “Ya se acerca el día en que le daré a David, de entre sus hijos, un sucesor legítimo, un rey que reine con sabiduría e implante la justicia y el derecho en el país. En sus días estará a salvo Judá, e Israel vivirá en paz. Y le darán este nombre: El Señor, nuestra defensa”. Y añade el Señor: “También se acerca el día en que ya no jurarán ‘por el Señor que sacó Israel de Egipto’, sino que jurarán ‘por el Señor, que sacó a los descendientes de Israel del país del norte y de los demás países’. Allá los había dispersado, y de allá los traje para que vivan en su propia tierra”.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 145

R/. Que en nuestros días florezcan la paz y la justicia.
• Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R/.
• Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; Él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R/.
• Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso, que su gloria llene la tierra. R/.

EVANGELIO
Jesús nace de María, desposada con José, descendiente de David.

Del Evangelio según san Mateo 1, 18-24
El origen de Jesucristo fue el siguiente: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de empezar a vivir juntos, ella quedó encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su prometido, era un hombre de bien y no quería exponerla a la infamia, decidió romper su compromiso en secreto. Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en tomar por esposa a María, porque el hijo que espera lo concibió por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo varón, y debes ponerle el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor por medio del profeta: “Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emmanuel”, que significa ‘Dios con nosotros’. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y tomó a María por esposa.
 Palabra del Señor.



REFLEXIONANDO LA PALABRA

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo
La vida teologal se viste hoy de esperanza. El don divino ha encontrado una casa, un nido donde habitar para siempre: este lugar excede a aquellas promesas que fueron dadas por boca de profetas y reyes. Jeremías, en la primera lectura, nos recuerda la historia de Israel desde la salida de Egipto hasta el final de su destierro en los países que se vio expulsado. Hoy hay un nuevo oráculo, distinto, diferente, dirigido a todo el pueblo, a toda la humanidad, a los que están y a los que vendrán a caminar una tierra de alegría y llanto. A cada hombre se le comunica que un vástago de la Casa de David le trae la justicia, la paz y la seguridad que tanto ha ansiado y orado en la soledad y la fragilidad de los límites de su Amor.

Y la Esperanza se encarna en la Mujer. El vientre se llama María. Es el tiempo de la humildad; pasaron los días para que se cumpliera lo que había dicho Dios por medio del profeta: “La Virgen concebirá y dará a luz un Hijo”. En ella se encarnan la fe, la esperanza, el amor. Y en la adopción de hijo, por gracia del Salvador, en cada uno de nosotros. En sus manos se han depositado los siete espíritus y las siete estrellas para que alcancen al último hombre de cualquier rincón de la tierra. Ella es la esperanza del pobre y del indigente, del afligido que no tenía protector, de su vida y salvación. ¿No hemos de decir con el salmista –este es el momento- “mi alma espera en el Señor, espera en su Palabra”? O, ¿espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor? Con el corazón hemos de proclamar que lo esperamos a Él, solo a Él, porque no lo tenemos, no lo vemos, ni lo comprendemos…, pero cuando alzamos nuestra oración con tal voz es porque Él ya nos ha asido, nos conoce y nos posee a pesar de hallarnos tan separados de El.

Nuestra oración de hoy, en María se transforma en un mandamiento nuevo de contemplación de este Misterio, de quietud y silencio, de acción teologal, de bendición y gloria al Señor que hace maravillas en favor de los pobres y humillados, “porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.

Que San José, que hizo lo que el ángel le había ordenado, que acogió a la Virgen y juntos esperaron la llegada de Jesús, nos enseñe a seguir el camino confiando en Dios y  aceptando que se haga en nosotros su voluntad.

José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote

"El Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra dará su fruto" (Sal 84, 13)

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