sábado, 28 de diciembre de 2019

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA




Color: BLANCO

29 de diciembre de 2019

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

El Señor honra más al padre que a los hijos
y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados,
y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos
y, cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida,
y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez
y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él,
y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada
y te servirá para reparar tus pecados.

Palabra de Dios
Te alabamos Señor

Salmo
Sal 127, 1bc-2. 3. 4-5

R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.

Palabra de Dios
Te alabamos Señor


Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
«Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».
Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALBRA

"Dios bendice al que honra a sus padres"
 Dice un refrán castellano, que es de bien nacido ser agradecido, especialmente con aquellos que nos han otorgado la vida. Y todos hemos aprendido que en familia se forjan los ánimos y se fortalecen las voluntades. Que es allí donde se aprenden y se interiorizan las virtudes y los valores que regirán la conducta de nuestras vidas. Que nuestros padres además de la vida cuidan nuestro crecimiento y formación con todos sus recursos y gratuitamente.  Pero aquí en este fragmento del libro del eclesiástico nos dan una mejor razón para atender a nuestros progenitores.

La bendición y la escucha de Dios está asegurada para quien honra a sus padres. Ya en el decálogo que recibe Moisés en el Sinaí aparece este mandato divino: “Honra a tu padre y a tu madre para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahvé te va a dar”. El respeto por la familia, la unidad entre todos los componentes de la unidad familiar, es fundamental para que el Pueblo de Dios siga adelante. Dios trata a su pueblo como una gran familia, donde cada cédula familiar debe estar unida y cohesionada, mirando y alabando al Dios que bendice su prosperidad.

"La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza"
Si en la primera lectura aprendíamos a respetar a nuestros padres, a crear familia, porque la mirada de Dios agradece el respeto por nuestros padres, ahora aprendemos con San Pablo que también en la comunidad eclesial formamos una gran familia. Una unidad fraternal que recibe la bendición del Padre cuando fortalecemos nuestros vínculos de hermandad. Somos el pueblo elegido de Dios, pueblo amado que recibe la gracia del perdón y el amor del Padre. Formamos un único pueblo porque el Padre nos ha unido en la paz de Cristo, que ha de convertirse en árbitro de nuestra comunión.

Por eso  san Pablo nos conmina a vestirnos de misericordia, de  bondad, de humildad, de dulzura y comprensión. Valores que significan la certeza de una buena relación personal y  social. Vestidos de misericordia el prójimo se convierte en una parte de nosotros mismos. Nada del otro nos es ajeno, y todo los nuestro está a disposición del otro para subsanar cualquier injusticia o necesidad.  Entrelazados en esta nueva hermandad, damos gracias a Dios que nos ha convertido en hermanos y miembros de esta familia espiritual. Somos hijos de Dios y damos gracias porque la Palabra habita entre nosotros y nos ha convertido en hermanos.

"Toma al niño y a su madre y huye a Egipto"
Este evangelio de Mateo, en la fiesta de la Sagrada Familia, remarca la figura de José, como cuidador e intermediario de la salvación que Dios nos otorgó en Jesús. Es un relato extraño, que en un entorno de apariciones o teofanías, cuenta la marcha de la Sagrada Familia a Egipto. No tenemos certeza que fuera una huida real o simplemente una bajada simbólica para recuperar la imagen del Mesías salvador que supera su propio éxodo y nos entrega la nueva tierra prometida. El evangelista Mateo quiere ver en Jesús cómo se cumplen todas las profecías  sobre el Mesías. Un nuevo Moisés, un nuevo profeta, un rey salvador del pueblo nacido en Belén y promocionado en Galilea. Y José es el vehículo de realización de este plan salvífico.

Cuando muere Herodes, una nueva aparición del Ángel del Señor le manda volver a Israel con María y el Niño. Entonces José, como padre y cabeza de familia, toma la decisión de volver a Nazaret, cumpliendo lo dicho por los profetas, “que se llamaría nazareno”. Mateo está dando razón del mesianismo de Jesús a los interlocutores de su evangelio.

Pero para nosotros, en esta festividad después de la navidad, dedicada a la Sagrada familia, lo reseñable es ese tiempo de silencio en Nazaret, donde Jesús crece, vive y madura como persona humana, en el entorno de la familia. Hijo de un carpintero José y de su madre María, que seguirán sus pasos en la intimidad del hogar, y posteriormente en su vida pública.

Nazaret se convierte en lugar de silencio y formación, de secreto y sorpresa, de llamada a escuchar la voz de Dios y responder como lo hicieron José y María. También en Nazaret aprendió Jesús a escuchar la Palabra de Dios en la Sinagoga, las Escrituras y la historia de cada día. Jesús vive la realidad cotidiana de la familia, de los cuidados paternos, del aprendizaje, del calor y cariño de los suyos, y se forja para su futura misión de ser portador del amor del Padre para todos los hombres. La Sagrada Familia es la imagen de la nueva humanidad que Jesús quiere que formemos en su nuevo Reino de Dios, en la nueva Jerusalén terrestre. Salvados por Jesús, somos hermanos y miembros de la gran familia de Dios.


Hagamos que todas las familias cristianas, seamos germen de nueva creación para esta sociedad.

José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote

Que el Señor te bendiga desde Sion, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida

Por Alberto Linero



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