14 de
diciembre de 2019
Primera
lectura
Lectura del
libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):
EN aquellos
días, surgió el profeta Elías como un fuego,
sus palabras
quemaban como antorcha.
Él hizo
venir sobre ellos hambre,
y con su
celo los diezmó.
Por la
palabra del Señor cerró los cielos
y también
hizo caer fuego tres veces.
¡Qué
glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!
¿Quién puede
gloriarse de ser como tú?
Fuiste
arrebatado en un torbellino ardiente,
en un carro
de caballos de fuego;
tú fuiste
designado para reprochar los tiempos futuros,
para aplacar
la ira antes de que estallara,
para
reconciliar a los padres con los hijos
y
restablecer las tribus de Jacob.
Dichosos los
que te vieron
y se
durmieron en el amor.
Palabra de
Dios
Te alabamos
Señor
Salmo
Sal
79,2ac.3b.15-16.18-19
R/. Oh Dios,
restáuranos,
que brille
tu rostro y nos salve.
V/. Pastor
de Israel, escucha,
tú que te
sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu
poder y ven a salvarnos. R/.
V/. Dios del
universo, vuélvete:
mira desde
el cielo, fíjate,
ven a
visitar tu viña.
Cuida la
cepa que tu diestra plantó,
y al hijo
del hombre que tú has fortalecido. R/.
V/. Que tu
mano proteja a tu escogido,
al hombre
que tú fortaleciste.
No nos
alejaremos de ti:
danos vida,
para que invoquemos tu nombre. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (17,10-13):
CUANDO
bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué
dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les
contestó:
«Elías
vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo
reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo
del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces
entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Palabra del
Señor
Gloria a ti
Señor Jesús
REFLEXIONANDO
LA PALABRA
Con un texto
del Eclesiástico que alude a una de aquellas teofanías terribles del Antiguo
Testamento termina la semana. Dios se manifiesta como un fuego devorador, como
un incendio que todo lo abrasa, como un torbellino que todo lo envuelve, como
una presencia que abruma al hombre, y lo lleva a la certeza de que no es
posible contemplar a Dios sin morir.
El fuego es
una imagen constante en la Biblia para simbolizar a Dios. En el Sinaí, Dios se
manifestó en el fuego de la tormenta. Es natural que el portador de la voluntad
divina tenga un rostro de fuego. El fuego será el instrumento de la
purificación última de los últimos tiempos.
El profeta
Elías surgió como fuego, su palabra quemaba como una antorcha. Sus gestos están
marcados por el fuego: lo hará descender del cielo y será llevado a él en un
carro tirado por corceles de fuego.
Elías vivió
nueve siglos antes de Cristo y fue el profeta de la esperanza escatológica, el
que iba a volver para preparar el día del Señor. Su misión seria «aplacar la
ira» de Dios, «reconciliar a padres con hijos» y «restablecer las tribus de
Israel».
Juan
Bautista estuvo encarcelado y fue decapitado. Sus discípulos interrogan a Jesús
sobre la venida de Elías, que debe preceder a la del Mesías. Al afirmar Jesús
que Elías ha venido ya, descarta la doctrina mesiánica de los letrados sobre
una restauración gloriosa. La misión del nuevo Elías, que consistía en preparar
al pueblo, fue impedida por los que no lo reconocieron y lo trataron a su
capricho, dándole muerte. Estos son los dirigentes judíos, fariseos y saduceos,
a los que Juan se opone desde el principio, y que no han reconocido a Juan como
enviado divino. La realización del plan divino sobre Israel depende de la
respuesta de éste a Dios. Dios no se impone forzando la libertad humana ni
exime al hombre de su responsabilidad.
Tanto Elías,
como el Bautista, y Jesús son incómodos en su testimonio personal y en su
mensaje: aceptarlos es aceptar los planes de Dios en la propia vida y
comprometerse.
La liturgia
nos sitúa ante la alternativa de aprender a leer los signos de los tiempos,
para poder distinguir la presencia de los profetas y de Jesús mismo en nuestra
vida. Hoy también hay venidas de Dios para restaurar el mundo a través de
personas y de acontecimientos mucho más frecuentemente de lo que pensamos.
Podremos
reconocer a los verdaderos “profetas de hoy” por sus frutos: si todas sus
acciones, y no sólo sus palabras son portadoras de unidad, son presencias del
actuar de Dios en la vida y el mundo.
Adviento es
tiempo para desear con fuerza la venida de Dios a nosotros y a nuestro mundo,
tiempo de estar alertas, para descubrir los signos que Dios nos envía como
precursores de su venida. Y no sólo eso, somos invitados a ser voz que anuncia
y testimonio que contagia. Elías y Juan Bautista, nos están llamando a
prepararnos mejor para la acogida del Señor que ya viene avivando nuestra fe en
Dios, nuestra confianza en su amor misericordioso, nuestra caridad para con los
pobres.
Somos llamados a aportar lo nuestro para que
otros también se preparen a la venida del Señor, y de ese modo se renueve algo
en nuestra vida y en nuestro mundo, de tal modo que se realice la señal
anunciada por el profeta: alcanzar la Vida.
José Alirio
Lagarejo Palomeque
Sacerdote
Yo he venido
para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10)
EN MODO
ESPERANZA….✍
Hechos
que son Noticias
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