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19 de marzo de 2020
REFLEXIONADO LA PALABRA
Elogio de la bondad
Celebramos hoy la fiesta de San
José, del que el evangelio dice que era un hombre bueno. La vida de San José es
un canto a la bondad. José fue bueno con María, con la que estaba desposado, y
con Jesús. Aceptó las explicaciones que Dios le dio y, llevado de su bondad,
acogió a María y a Jesús, y les amó entrañablemente.
Por eso, la fiesta de San José es
un buen momento para preguntarnos por la bondad y por el lugar que ocupa en
nuestra vida diaria. De entrada, y en general, tenemos una alta consideración
de la bondad, que se manifiesta también en el rechazo del mal. En el rechazo, por
ejemplo, de los protagonistas de perversas actuaciones, que cada día nos sirve
la prensa. Ante tanto mal, nuestro corazón queda encogido y le gustaría otra
cosa, rechaza el mal, el opuesto a la bondad.
Nuestra particular lucha entre el
bien y el mal
“Sólo Dios es bueno”, dijo Jesús
al joven rico. Dios es bueno, bondadoso. Como nos ha creado a su imagen, ha
depositado en nuestro corazón la bondad, el deseo de hacer el bien. Aunque
después, en nuestro campo apareció la cizaña, la inclinación a hacer el mal. En
el fondo, la vida del hombre es una lucha entre su bondad y su maldad. Y ahí
está nuestra libertad, para escoger un camino u otro.
La bondad, la verdad, ser débil
Ser bueno, regirse por la bondad,
buscar el bien y no el mal no es sinónimo de debilidad, de falta de energía. En
el lenguaje popular, se suele decir que “una cosa es ser bueno y otra ser
tonto”, presuponiendo que, a veces, el bueno es tonto. Usamos también la
palabra “buenecito” para rebajar la grandeza del bueno, como el que no sabe enfrentarse
a ciertas situaciones y cierra los ojos ante el mal. Que quede claro que el
hombre bueno nunca oculta la verdad, conoce la verdad de la realidad. Por eso,
a un tortazo nunca lo llama una caricia, a un robo nunca lo llama una acción
inteligente… Llama al pan pan, al bien bien, y al mal mal. El bondadoso tiene
el coraje y la osadía de enfrentarse al mal pero… a base del bien. Lo que
quiere, sin cerrar los ojos a la realidad, es que prevalezca la bondad y no la
maldad, vencerla a base del bien y nunca dejarse llevar por “el ojo por ojo y
mal por mal”.
La bondad, el amor
Amor y bondad van íntimamente
unidos. Amar es desear y buscar el bien para la persona amada. Muy importante
para amar a los demás es sentirse amados por alguien. Por eso, Jesús pone tanto
empeño en decirnos y probarnos que nos ama hasta el extremo. De esta manera,
nos pide que nos dejemos llevar por el amor, que amemos a nuestros hermanos, es
decir que seamos buenos con ellos, que deseemos y busquemos su bien. En
general, una persona que se siente amada… ama, se deja llevar por la bondad. Un
corazón deshabitado de amor, que no se siente querido, tiene todas las
papeletas para no amar, para no hacer el bien a las personas que le rodean.
Donde no hay amor, donde hay un corazón que no se siente amado… puede suceder
cualquier cosa, el mal triunfará sobre el bien.
Jesús y la bondad
Jesús, nuestro Maestro y Señor,
nos anima a que la bondad, el deseo de hacer el bien, que llevamos en nuestro
corazón, venza al mal, porque Él sabe que la bondad nos humaniza, y la maldad
nos deshumaniza, y, a la postre, no nos deja ser felices… y además predica con
el ejemplo. Su vida fue una lucha a favor del bien y en contra del mal. En el
supremo momento de su muerte, cuando lo que prevalecía era la maldad de unos
hombres en un juicio injusto, vence ese mal, pero no a base de matar a sus
enemigos, algo que estaba a su alcance, sino a base de seguir predicando el
amor, la verdad, la bondad… Ese camino le llevó a su resurrección y no al
abismo. Jesús nos pide que, en la lucha que es la vida humana, no dejemos que
se cuele en nuestro corazón ni un miligramo de mal, de odio, de venganza…
Porque los grandes perjudicados, además de nuestros semejantes, vamos a ser
nosotros. Nadie puede ser feliz con malos sentimientos. Nuestro corazón está
hecho para la bondad y no para la maldad.
En este día de su fiesta, pidamos a San José,
un hombre bueno, que se sintió amado por Dios, por María, por Jesús, y que dejó
que la bondad guiase su vida entera, que le imitemos siendo personas buenas.
Que nos convenza de que: “Es bueno ser bueno. Es malo ser malo”. Nuestro
corazón está hecho para gozar con el bien y el amor. El que se guíe por el
desamor y el mal no puede ser feliz. Con frecuencia, las apariencias engañan.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí. El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11) ✍
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