miércoles, 13 de mayo de 2020

Despertar con Dios



(San Matías, Apóstol)

Color: BLANCO

14 de mayo de 2020

El Evangelio de hoy en AUDIO

La suerte cayó sobre Matías
Estamos en el comienzo del libro de los Hechos de los Apóstoles, donde Lucas nos presenta el relato de la elección de Matías. En la escena anterior, se nos ha dicho que los once discípulos estaban en Jerusalén, en una casa junto a otros hermanos y algunas mujeres entre las que se encontraba María, la madre de Jesús. Todos se hallaban expectantes, el Señor ha resucitado, ¿pero que les toca a ellos hacer ahora? En medio de la incertidumbre, el miedo, pero también la esperanza de que el Espíritu de la vida está al llegar, ellos perseveraban en la oración, haciendo de ella algo fundamental y permanente para mantenerse unidos y confiados.

Uno de esos días, Pedro puesto en pie, con autoridad para dirigirse a los allí reunidos (unos ciento veinte, número suficiente para iniciar la comunidad cristiana), proclama su primer discurso cuya finalidad es la elección de un discípulo que ocupe el lugar de Judas, el traidor. Los requisitos para formar parte del grupo de los Doce están claros: 1) uno de los que haya convivido con Jesús desde el inicio de su misión hasta su ascensión al cielo y 2) Ser testigo de su resurrección. Lucas insiste que el grupo de los Doce tiene que estar compuesto antes de la venida de Pentecostés, momento en el que comenzará el camino y la misión de la Iglesia.

Los candidatos propuestos ante la comunidad reunida son dos: José y Matías. Ambos eran discípulos elegidos por el mismo Jesús, por ello oran para pedir a Dios que les revele cuál de los dos es más idóneo para el ministerio del apostolado. Y la suerte cayó sobre Matías, Dios ha actuado en medio de la comunidad eligiendo a un nuevo apóstol, proclamando que el Señor es báculo seguro sobre el que ha de apoyarse la iglesia naciente.

Hoy celebramos san Matías, el discípulo llamado a formar parte de ese núcleo de los Doce sobre el que recae la misión de hacer crecer y afianzar la iglesia. Gracias a él todo está preparado para que en el relato siguiente el Espíritu descienda sobre los Doce el día de Pentecostés.

Permaneced en mi amor
El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre dos acciones fundamentales para los seguidores de Jesús: permanecer y amar. Juan presenta en su relato a Jesús en íntima relación con Dios Padre. Él anuncia a los discípulos que la fuente de su amor por ellos es el amor que el Padre le tiene: Cómo el padre me amó yo también os he amado a vosotros. (v 9a). Una relación amorosa que vincula a Dios que envía y al Enviado. Puesto que el Padre ama con un amor entrañable a su hijo, Jesús manda a sus discípulos que formen parte de esta comunión permaneciendo en su amor (v 9b). Permanecer no significa quedarse inmóvil, esperando a que algo suceda, sino todo lo contrario, implica orientar nuestra vida al estilo de Jesús cumpliendo sus mandamientos ¿estamos dispuestos/as a permanecer en su amor y dejarnos transformar por él?

Ser un discípulo que permanece en el amor de Jesús significa “hacer” algo. Si la vida de Jesús se fundamenta en hacer la voluntad del Padre y permanecer en su amor, los discípulos tienen que hacer lo mismo en la persona de Jesús. La alegría que engendra el amor, la comunión, la permanencia, la intimidad con el Padre, se hará presente también en los discípulos que han mantenido su fe en el Maestro. Jesús inserta así a los discípulos en “una cadena de amor” que hay que vivir y transmitir.

El mandato de Jesús de amar no es algo nuevo, en su discurso de despedida (cf. 13,34-35) ya se lo había encomendado a los discípulos. Ellos han de amarse con un amor auténtico, continuo y para toda la vida. La medida de su amor es el amor de Jesús, que entrega la vida por sus amigos, y se convierte en modelo de todo amor cristiano. Los amigos de Jesús deben responder a su amor haciendo lo que él les manda (v. 14), es decir, amándose unos a otros como él los ha amado (v. 12; 13,34).

El amor de Jesús ha establecido unas relaciones nuevas. Sus seguidores no son siervos sometidos a otros, sino amigos, compañeros íntimos, a los que ama sin límites. Ellos han sido elegidos por Él y serán enviados para dar fruto y que ese fruto perdure. Las palabras del Señor sobre la elección de los discípulos y su nueva situación como amigos concluyen con una confirmación del mandamiento del amor. Permanecer en Jesús y dar mucho fruto, trae consigo hacer de nuestro mundo un mundo de hermanos, donde el amor es lo que caracteriza las relaciones humanas. El amor hasta el extremo de Jesús es lo que debe definir la vida del discípulo, lo que Jesús ha hecho por cada uno de nosotros exige que nos amemos como él los ha amado. ¿Creemos esto? ¿estamos dispuestos/as a amar con su mismo amor?

JOSE ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE SACERDOTE

“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117)



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