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28 de mayo de 2020
El Evangelio de hoy
en AUDIO
“El desquite de Pedro” (Jn 21, 15-19)
El
Evangelio de hoy contiene dos partes. En
la primera de ellas Jesús confiere al apóstol Pedro una investidura pastoral
preeminente, y en la segunda le preanuncia su destino martirial. Subyace en este texto la tradición
neotestamentaria de una aparición del Señor resucitado a Simón Pedro, y vemos
también afinidad con el pasaje del primado según san Mateo (16, 18).
En la
triple pregunta de Cristo: “Simón, ¿me amas?, y en la correspondiente respuesta
del apóstol con su tiple y humilde: “Si, Señor, tu sabes que te quiero”, hay
por parte de Jesús una rehabilitación de Pedro en su condición de discípulo
después de su triple negación en la noche de la pasión. Es su oportunidad y su desquite. A cada respuesta de Pedro, añade Jesús:
Apacienta mis ovejas. Es su triple
investidura pastoral, que consuma la rehabilitación con tal puesto de
confianza. Encontramos, pues, aquí un
testimonio escrito a finales del siglo I en que aparece la estima comunitaria
sobre la misión y autoridad pastoral de Pedro en la Iglesia.
El ministerio
de Pedro -y su sucesor el papa, obispo de Roma- es el primado del servicio y de
la caridad en la Iglesia de Cristo. Carisma
que no se le concede para prestigio propio ni se basa en su capacidad personal
y extraordinaria, pues, es patente su debilidad humana. Todo es gracia, don y presencia invisible de
Jesús por la fuerza de su Espíritu.
Jesús
examina a Pedro sobre el amor, y hay que reconocer que consiguió un
sobresaliente el que en otra ocasión mereciera un suspenso. Y le examina de amor porque su tarea como guía
de las ovejas del buen pastor, que es Cristo, habrá de ejercerse sobre la base
del amor al rebaño, según aquellas palabras de san Ambrosio: “Cristo nos dejó a
Pedro como vicario de su amor”.
Ya
en la última cena Jesús había dicho al apóstol: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás los ha reclamado para
cribaros como trigo. Pero yo he pedido
por ti para que tu fe no se apague. Y tú,
cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos” (Lc 22, 31). Pedro es, efectivamente el primero entre los
hermanos. Pero la autoridad dentro de la
comunidad cristiana es servicio a ejemplo de Cristo: “El primero entre ustedes
ha de ser el servidor de todos, y el que manda como el que sirve (Lc 22, 27)
Señor
Jesús, tú nos repites hoy también a nosotros:
¿Me
amas? Sí, Señor, pero concédenos amarte mucho más,
con un
corazón caldeado por el fuego de tu Espíritu.
Tú
nos abriste el camino que lleva hasta al Padre
y,
gracias a ti, la vida es más fuerte que la muerte.
Estamos
seguros en la fe que tú vives en nosotros
y estás
presente en cada hombre y mujer, nuestros hermanos.
Haz
que nos entreguemos a la apasionante tarea
de amarte,
queriendo sin medida a los demás.
Acompaña
en su servicio a los pastores de tu pueblo
y reúne
en tu Iglesia a los hijos de Dios dispersos.
“Porque
Dios es el Rey del mundo, toquen con maestría. Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado” (Sal 46) ✍️
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