lunes, 22 de junio de 2020

La Palabra de Dios hoy



Color: VERDE

23 de junio de 2020


PRIMERA LECTURA
2 Re 19, 9b-11.14-21.31-35a.36.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EN aquellos días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías a decirle:
«Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: “Que tu Dios, en el que confías, no te engañe diciendo: ‘Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria’. Tú mismo has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países entregándolos al anatema, ¿y vas a librarte tú solo?”».
Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Subió al templo del Señor y abrió la carta ante el Señor. Y elevó esta plegaria ante él:
«Señor, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines:
Tú solo eres el Dios para todos los reinos de la tierra.
Tú formaste los cielos y la tierra.
Inunda tu oído, Señor, y escucha!
¡Abre tus ojos, Señor, y mira!
Escucha las palabras de Senaquerib enviadas
para insulto del Dios vivo.
Es verdad, Señor, los reyes asirios han exterminado las naciones, han arrojado sus dioses al fuego y los han destruido.
Pero no eran dioses, sino hechura de mano humana,
de piedra, de madera.
Pero ahora, Señor, Dios nuestro, líbranos de sus manos
y sepan todos los reinos de la tierra
que solo tú eres Señor Dios».
Entonces Isaías, hijo de Amós, envió a Ezequías este mensaje:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: “He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria”.
Esta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:
“Te desprecia, se burla de ti la doncella, hija de Sion,
menea la cabeza a tu espalda la hija de Jerusalén.
Ha de brotar de Jerusalén un resto,
y supervivientes del monte Sion.
El celo del Señor del universo lo realizará.
Por eso, esto dice el Señor acerca del rey de Asiria:
‘No entrará en esta ciudad,
no disparará contra ella ni una flecha,
no avanzará contra ella con escudos,
ni levantará una rampa contra ella.
Regresará por el camino por donde vino
y no entrará en esta ciudad —palabra del Señor—.
Yo haré de escudo a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi siervo’”».
Aquella misma noche el ángel del Señor avanzó y golpeó en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres.
Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y regresó a Nínive, quedándose allí.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 47.

Dios ha fundado su ciudad para siempre.


Grande es el Señor
y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra.   R/.

El monte Sion, confín del cielo
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.   R/.

Oh, Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu nombre, oh, Dios,
tu alabanza llega al confín de la tierra.
Tu diestra está llena de justicia.   R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya, aleluya, aleluya.


EVANGELIO
Mt 7, 6. 12-14.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Palabra del Señor.

REFELXIONANDO LA PALABRA

“La puerta hacia la vida” (Mt 7, 6. 12-14)

El texto evangélico de hoy reúne 3 sentencias inconexas de Jesús sobre lo santos, la regla de oro y la puerta estrecha.

1ra.- No profanar las cosas santas: “No den lo santo a los perros ni echen su perla a los cerdos, las pisotearán y luego se volverán para destrozarlos”.  Quizás esté repitiendo Jesús un refrán popular.  El perro y el cerdo eran animales impuros para los judíos.  Lo santo pueden ser los alimentos santificados por el culto o bien la doctrina del evangelio y del Reino.  Es difícil precisar quién es esa gente no merecedora de lo santo, puede referirse a los judíos hostiles, como escribas y fariseos o bien, menos probablemente, a los paganos

2da.- Regla de oro, así llamada porque resume toda la enseñanza moral de la ley en el amor que busca el bien del prójimo como el propio: “Traten a los demás como quieren que ellos los traten, en esto consiste la ley y los profetas”.  Es una norma que tiene paralelo tanto en el judaísmo como en las antiguas literaturas.  El más conocido es su forma negativa, atribuida al rabino Hillel (20 a.C.): “No hagas a otro lo que no quiera para ti.  Esto es la ley; lo demás es comentario”.

3ra.- Puerta estrecha que lleva a la vida: “Entren por la puerta estrecha.  Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos entrarán por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan ellos”.  En Lucas esta sentencia es la respuesta de Jesús a una pregunta que se le hace sobre si son pocos los que se salvarán (Lc 13, 23).  Pregunta que está ausente en Mateo para mantener la continuidad artificial del discurso del monte.  La sentencia refleja la conocida doctrina bíblica y sapiencial de los dos caminos, que se repite en la literatura apostólica.

Algunos autores dan a esta máxima un valor ético.  Entrar por la puerta acertada es producir frutos, cumpliendo la voluntad del Padre mediante la práctica de la palabra de Jesús.  Otros prefieren una interpretación más directamente cristológica: Es “un llamamiento a seguir a Cristo, particularmente al Cristo sufriente, con todas las consecuencias morales y espirituales que esta obediencia entraña. Esta interpretación está avalada por todo el conjunto del evangelio en lo que tiene de más esencial: las llamadas al arrepentimiento, a la fe, a seguir a Cristo.

Gracias, Padre nuestro, porque nos destinaste
a ser imagen de Jesucristo, tu Hijo, de modo que
él es el primogénito entre muchos hermanos.

Él es también la puerta de entra a la vida.
Haznos entender, Señor, que su paso angosto no es
moralismo intransigente, sino liberación necesaria
antes que sea tarde y se cierre la puerta del Reino.

Concédenos, Padre, responder a tu llamada:
A nuestra vocación cristiana a la fidelidad plena.
Que tu Espíritu venga en ayuda de nuestra debilidad,
pidiendo para nosotros lo que nos conviene.  Amén.


“Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti” (Sal 90)

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