lunes, 29 de junio de 2020

La Palabra de Dios hoy



(Santos protomártires de la Iglesia Romana

Color: VERDE/ROJO

30 de junio de 2020


PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Amós (3,1-8;4,11-12):

Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel, a todas las familias que saqué de Egipto:
«A vosotros solos os escogí, entre todas las familias de la tierra; por eso os tomaré cuentas por vuestros pecados. ¿Caminan juntos dos que no se conocen? ¿Ruge el león en la espesura sin tener presa? ¿Alza su voz el cachorro en la guarida sin haber cazado? ¿Cae el pájaro por tierra si no hay una trampa? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado? ¿Suena la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la mande el Señor? Que no hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas. Ruge el león, ¿quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza? Os envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os convertisteis a mí –oráculo del Señor–. Por eso, así te voy a tratar, Israel, y, porque así te voy a tratar, prepárate a encararte con tu Dios.»

Palabra de Dios

Salmo 5,5-8

R/. Señor, guíame con tu justicia

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. R/.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):


En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»


Palabra del Señor



REFLEXIONANDO LA PALABRA

“En la prueba de la fe” (Mt 8, 23-27)

(Santos protomártires de la Iglesia Romana

Color: VERDE/ROJO

30 de junio de 2020

La súplica desesperada de los apóstoles ante el acoso del viento y de las olas: “Señor, sálvanos, que nos hundimos”. Demuestra indudablemente una fe inicial en el poder de Jesús, y de manera más palmaria que en el relato paralelo de Marcos, en que los discípulos despiertan a Jesús diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”  Pero esa fe inicial no era lo suficientemente madura y fuerte como para vencer el miedo mediante una confianza incondicional.

Fácilmente podemos trasladar la escena a la situación de la Iglesia, tanto de los orígenes, que pronto conoció la persecución, como la de hoy y de todos los tiempos, que camina hacia Dios entre cansancios y esperanzas.  Debido a nuestra fe débil nos ponemos nerviosos con frecuencia, pero no falla.  Él guía siempre a su pueblo, lo mismo en tiempo de calma que de crisis y de adversidad.  Lo prometió y lo cumple: Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos.  Por eso el poder del mal no hundirá la barca de la Iglesia.

El seguimiento de Cristo tiene sus dificultades, hoy como siempre.  Si en el pasado era relativamente fácil ver la presencia y la mano de Dios en los acontecimientos de la naturaleza y de la historia, hoy en cambio, en un mundo secularizado, el creyente necesita una fe robusta y sin miedo para descubrir la presencia del “Dios dormido y ausente” en medio de las aspiraciones del hombre actual y en el compromiso personal y comunitario en pro de la justicia, el progreso y la acción al servicio de la promoción y liberación humana, especialmente del más desvalido.

No faltarán los momentos de prueba para nuestra fe, similares a los de la tormenta en el lago.  Cuando la tempestad nos azota despiadada; cuando la Iglesia de Cristo es perseguida; cuando el mal triunfa y se oscurecen los valores del bien y de la verdad; cuando sufrimos injustamente; cuando nos visita insistentemente el dolor; cuando la pobreza, la enfermedad, la desgracia o la muerte hacen altaneramente acto de presencia en nuestra vida; cuando, en una palabra, nos duele el silencio de Dios, que parece estar “echando la siesta”, como Jesús en la barca, entonces surge espontánea la queja en nuestros labios: ¿No te importa que nos hundamos?

Si nuestro grito es oración, está bien; pero si es desconfianza por falta de fe, tendremos que escuchar el correctivo de Jesús: ¡Cobardes! ¡Qué poca fe!

Te bendecimos, Padre nuestro, por Cristo, tu Hijo,
señor de los elementos y vencedor de las fuerzas del mal.
Aunque a veces lo olvidemos, él viene con nosotros
en la azarosa travesía del mar de la vida
¿por qué dudar hombres y mujeres de poca fe?

Hoy queremos renovar nuestro seguimiento de Cristo.
Para ello, renuévanos, Señor, en la audacia de la fe.
Haz que te descubramos, Dios “dormido y ausente”,
en medio de los proyectos, aspiraciones y fracasos,
cansancios y esperanzas, frustraciones y anhelos
de nuestros hermanos, los hombres que sufren y esperan.

“Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti” (Sal 90)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LECTURAS: Lunes, XXXII Semana. Tiempo Ordinario: 7 de noviembre del 2022

  XXXII Semana.  Tiempo Ordinario   Lunes, 7 de noviembre del 2022   Color:  VERDE Si siete veces vuelve tu hermano arrepentido, perdónalo P...

Las más visitadas