Color: BLANCO
22 de febrero de 2020
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5,
1-4
Queridos hermanos:
A los presbíteros entre vosotros, yo, presbítero con
ellos, testigo de la pasión de Cristo y participe de la gloria que va a
revelar, os exhorto: pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo,
mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por
sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha
tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la
corona inmarcesible de la gloría.
PALABRA DE DIOS
TE ALABAMOS SEÑOR
Salmo
Sal 22, 1-3. 4. 5. 6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes
praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis
fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su
nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada terno,
porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me
sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los
días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» Jesús le
respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso
no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los
cielos.
Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que
ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos».
PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI SEÑOR JESÚS
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Testigo de sufrimientos y participe de la gloria que
viene
Este pasaje de la carta de S. Pedro, está dirigido a
los presbíteros, a los dirigentes de la comunidad, de la incipiente Iglesia de
Cristo. Podríamos pensar, los laicos, que nada tiene que ver con nosotros, y
puede que así sea, pero como toda Palabra inspirada, conviene que estudiemos en
qué nos afecta a los que no pertenecemos al clero ordenado.
Si buscamos la etimología de presbíteros,
encontraremos un adjetivo griego que significa literalmente el más
anciano.Todos, ordenados o laicos, somos en algún momento, los más ancianos
entre otros miembros de la comunidad. Somos testigos de los sufrimientos de
Cristo y debemos ser, sobre todo, testigos de su resurrección que anuncia y
preludia la nuestra.
Puede que Dios nos haya colocado como padres, abuelos,
padrinos o cualquiera otro título, al frente de nuestra propia pequeña Iglesia
y nos viene bien que Pedro nos recuerde que no podemos gobernarla con la
fuerza, sino con la generosidad y el espíritu de servicio. Somos los auxiliares
del Pastor y, como tales, debemos ir delante de la grey, siendo modelos que
guían y ejemplos que arrastren hacia Dios.
¿Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Y Simón Pedro, impetuoso como siempre, tocado por la
luz del Espíritu, iluminado por el Padre, confiesa que Jesús es el Hijo de
Dios, el Mesías, y Jesús le premia haciéndole cabeza de su Iglesia, con
potestad para atar y desatar.
Sin embargo conviene, tal vez, que tengamos en cuenta
el concepto de Mesías. Pedro está esperando, como todo Israel, la llegada del
libertador, pero no tiene mucha idea de cómo va a ser le liberación que Jesús
representa. Así vamos a asistir al episodio de las negaciones y a otras muchas
actitudes a lo largo del seguimiento, que parecen apuntar al deseo de un Cristo
reinante, poderoso y dispensador de premios.
A Pedro, y a nosotros, se nos hace un poco cuesta
arriba aceptar al Jesús servidor, que nos anuncia la bondad suprema del Padre,
su infinita misericordia y el amor sin medida a todas sus criaturas. Serán
necesarias la Resurrección y la iluminación de Pentecostés para que Pedro, los
discípulos en general y todos los cristianos, lleguemos a entender qué es
Jesús, cual es su acción salvadora y, sobre todo, cómo nos afecta y obliga en
nuestra vida.
Pedro reconoció en Jesús al Hijo de Dios. Nosotros
confesamos que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador, pero, ¿Somos conscientes
del significado para nuestras vidas de esta confesión? ¿Estamos dispuestos a
vivir como Cristo quiere que vivamos?, ¿o solo son palabras bonitas con las que
salimos del paso y a nada nos comprometen?
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
Que Dios llene de paz tu casa y bendiga tu vida rica y
abundantemente ✍
Hechos que son Noticias
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