15 de abril de 2020
REFLEXIONANDO LA PALABRA
FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN
PARA TI Y TU FAMILIA
En nombre de Jesucristo echa andar
Hay ocasiones que la vida nos muestra su lado más
amargo. En esta ocasión es la de un lisiado que pide limosna en el templo.
Pedro y Juan se encuentran con él. Pedro le regala la vida, lo que tiene, la fe
y la fuerza para andar.
A veces, necesitamos que alguien en nuestro camino nos
empuje a caminar, a mirar a nuestro lado y comprobar quién es el que nos pide
limosna. No siempre es dinero lo que se puede ofrecer, o comida, sino una
visión del aliento que cada uno tiene para echarse andar.
Pedro ofrece lo que tiene: el Nombre de Jesucristo. El
lisiado no se agarra a Pedro sólo. Sobre todo, es el Nombre de Jesucristo,
pronunciado por Pedro, el que obra el milagro. Dice el texto, que al instante
se le robustecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a
andar, y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a
Dios.
En ocasiones necesitamos como el lisiado de asirnos a
la mano de alguien para poder incorporarnos a la vida. El desánimo nos puede y
tenemos la necesidad de una palabra de aliento. Creemos que no podemos, pero la
debilidad es posible vencerla con gestos de fe. Y son los pasos de fe los que
nos conducen a la alabanza. El comprobar que la fuerza ha venido a mi cuerpo, a
mi mente, al sentido de mi vida y que todo ha sido gracias a Dios, es una gran
prueba de fe y de esperanza para continuar la vida.
Es necesario soñar con un incorporarnos a la vida, a
la normalidad; con sueños reformados y con las heridas curadas en este tiempo
de pandemia. El pánico, la alarma han de quedar atrás, cuando sea la prudencia
la que abra las puertas a este mundo tocado por la fragilidad. Quizás nos creíamos
muy fuertes, intocables, arrogantes, y esta pandemia nos ha mostrado el lado
amargo de la debilidad.
Muchos nos están dejando, otros muchos están siendo
presa de este virus desalmado, pero la fragilidad tiene su propio testimonio.
Nos lo dejó Pablo (2ª Cor. 12, 7-10) “Te basta mi gracia: La fuerza se realiza
en la debilidad”. El testimonio de la debilidad está en Dios, no para vernos
únicamente débiles, sino para comprender que es posible salir de cada situación
que nos genere desconcierto, desconfianza o tristeza. Echar andar ha de ser
nuestro comienzo, pero luego, no podemos
olvidarnos de bendecir y alabar a Dios por habernos cuidado, y liberado
de esta situación.
Hay un escenario de muerte en todo el mundo, pero hay
países cuyo escenario de muerte se ha incrementado doblemente con el hambre, la
guerra, la emigración, la persecución. Después de todo, hemos de buscar en
nuestro interior la gratitud dirigida a Dios, porque el escenario que estamos
viviendo, podría oscurecerse aún más por la irracionalidad del hombre.
Sus ojos no eran capaces de reconocerlo
Tenemos con la escena de Emaús, una escena de
aprendizaje sobre la fe. Dos discípulos desconcertados por lo sucedido a Jesús:
Su pasión y muerte en la cruz. Mientras iban de camino, Jesús en persona se les
acerca y se puso a caminar con ellos.
En ocasiones, sin que nuestros ojos se percaten, la
vida se pone a caminar de nuestro lado. No reconocemos con nuestros ojos lo que
Dios nos brinda cada día en forma de vida. Escogemos lo complejo en lugar de lo
simple, la confusión en lugar de la claridad, la tristeza en lugar de la
alegría, la muerte en lugar de la vida.
A veces, necesitamos que alguien nos declare torpes y
necios para creer lo que anunciaron los profetas. Hemos tenido una gran lista
de hombres sabios y llenos de Dios que nos explicaron las palabras de los
profetas, y no hemos creído. Hemos tenido una gran cantidad de oportunidades
para enfrentarnos a la vida con esperanza. Hemos tenido al lado, como
compañero, al mismo Dios, pero hemos cerrado los ojos.
Es una declaración que impacta que alguien te llame
torpe y necio. Pero hay ocasiones que es más importante que alguien nos declare
como tales. No a modo de insulto, sí a modo de desencajarnos de nuestra
comodidad, a la hora de caminar por la vida cabizbajos y desalentados. Porque
en la tristeza, la depresión y la desilusión también existe una cierta comodidad.
Aquella que me inclina a pensar que es alguien quien tiene que resolverme la
vida. San Agustín, recoge el pensamiento siguiente:“Dios que te creó sin ti, no
te salvará sin ti”. No hay camino que se recorra solo, a sí mismo. Todo camino
necesita un protagonista, alguien que lo recorra, y cuente la experiencia. Lo
mismo ocurre con el camino de la fe.
Los discípulos de Emaús recorrieron un camino con el
resucitado, que era un camino de aprendizaje de las Escrituras, no era un
camino de retorno a la alegría, sino un camino de alegría recreada. Es un
camino de reconocimiento, la vida no se pierde por una desilusión, por una
tristeza, o por una debilidad; la vida vuelve a latir y hace arder los
corazones cuando alguien nos da alimento de pan y de palabra. El encuentro con
el Dios de la vida nos conduce a levantarnos y a encontrarnos con los que han
tenido la misma experiencia.
Oremos que cada día podamos incorporarnos a la vida
con un corazón y aliento renovados por el Dios de la vida, que nos llama a la
alegría.
JOSÉ ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE SACERDOTE
QUE CRISTO LUZ ILUMINE NUESTRAS VIDAS HOY MAÑANA Y
SIEMPRE
El Señor me escuchó y tuvo compasión de
mí. El Señor se ha hecho mi auxilio Nosotros esperamos en el Señor: Él es nuestro
auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti. (Sal 32) ✍
Hechos que son Noticias
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