jueves, 2 de mayo de 2019

San Felipe y Santiago, Apóstoles

Color: Blanco

3 de mayo de 2019

PRIMERA LECTURA
1 Cor 15,1-8.

El Señor se le apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles.

Lectura la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

OS recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 18.

A toda la tierra alcanza su pregón.

O bien:

Aleluya.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.   R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón,
y hasta los límites del orbe su lenguaje.   R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida –dice el Señor–;
Felipe, quien me ha visto a mí ha visto al Padre.
Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO
Jn 14, 6-14.

Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?.

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
«Si me conocéis a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor..

REFLEXIONANDO LA PALABRA

Hoy 3 de mayo la Iglesia recuerda a los santos apóstoles Felipe y Santiago, quienes murieron mártires a causa de su fe en Cristo.
San Felipe nació en Betsaida y fue discípulo de San Juan el Bautista. Felipe fue uno de los primeros apóstoles llamados por Jesús. Él fue quien preguntó a Jesús sobre la repartición de los panes: “¿Cómo vamos a darle de comer a tanta gente?” (Jn 6, 5-7)  y también fueron los paganos quienes deseaban conocer al Señor. (Jn 12, 20-22). Además, Felipe le pidió a Cristo en la última cena que le “muestre al Padre” (Jn 14, 8-11).
Felipe fue además quien pidió permiso a Jesús para ir a enterrar a su padre. “Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos” (Mt 8,21).
Después de la Ascensión, Felipe recibió el Espíritu Santo en Pentecostés, junto con los otros apóstoles y la Virgen María. Posteriormente partió para evangelizar la región de Frigia, actualmente Turquía, Hungría, Ucrania y el Este de Rusia.
San Felipe fue martirizado y murió crucificado y apedreado en Hierápolis. En el siglo VI las reliquias del apóstol fueron llevadas a Roma y colocadas en la Basílica de los Doce Apóstoles. El martirologio de la Edad Media celebraba su fiesta el 1 de mayo pero se cambió la fecha para el 3 de mayo.
Santiago es llamado el “Hijo de Alfeo” y también se le conoce como “El primo del Señor” porque su madre era pariente de la Virgen. A él se le atribuye la autoría de la primera epístola católica. Una de sus frases más profundas y famosas es: “La fe sin obras, está muerta”.
También encontramos en Los Hechos de los Apóstoles menciones al apóstol donde señalan que era muy querido por la Iglesia de Jerusalén y que lo llamaban “el Obispo de Jerusalén”. San Pablo lo considera en su carta a los Gálatas, junto con San Pedro y San Juan, una de las principales columnas de la Iglesia. Además, el Apóstol de Gentes comenta que después de su conversión fue a visitar a Pedro, pero no encontró a ningún discípulo sino a Santiago. Incluso en la última visita de San Pablo a Jerusalén, este fue directamente a la casa de Santiago, donde se reunió con todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén. (Hech. 21,15).
En los registros históricos de la época, Santiago es llamado “El Santo”. Los fieles aseguraban que nunca había cometido un pecado grave, ni tomaba licores ni comía carne. Más bien, el apóstol pasaba mucho tiempo orando y fue por eso que se le hicieron callos en las rodillas.
En sus oraciones, le pedía perdón a Dios por los pecados de su pueblo. Por esa razón, la gente lo llamaba: “El que intercede por el pueblo”. Estas acciones conmovieron a muchos judíos y por el ejemplo de Santiago se convirtieron.
El éxito de su evangelización provocó escándalo entre los fariseos y escribas. Por ello, en un día de fiesta el Sumo Sacerdote Anás II, aprovechando la concurrencia, le dijo: “Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor”. Ante este pedido, Santiago respondió: “"Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios".

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