miércoles, 5 de junio de 2019

Jueves, VII Semana de Pascua


(San Norberto)
Color: BLANCO

6 de junio de 2019

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,30;23,6-11):

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos.
Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.»
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?»
El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»

Palabra de Dios
Te Alabamos Señor

Salmo
Sal 15

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R/.


Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

Pablo se aprovecha de la división que existe entre los que le acusan para salir libre. Cuesta mucho ponerse de acuerdo, sobre todo si las divisiones están asentadas desde antiguo. Quizá eso sea uno de los problemas que seguimos teniendo en la Iglesia. A pesar de que en el seno de la Madre Iglesia hay sitio para todos (desde la Teología de la Liberación hasta los partidarios de la Misa de san Pío V, y todos somos católicos, apostólicos y romanos) no es sencillo conjugar la unidad en la diversidad.

En la Iglesia hay mucha más libertad que en muchos partidos políticos, por ejemplo. Quizá por eso hay muchas voces. Y es difícil constituir una sola comunidad. Jesús lo veía venir, y reza al Padre, para que “todos sean uno”. He ahí una de las claves para poder ser creíbles en nuestro mundo. En San Petersburgo (la ciudad de Rusia, no la de Florida, EE.UU) iba todas las semanas a la casa de acogida que tienen las hermanas de Santa Teresa de Calcuta. Los allí acogidos me preguntaban durante media hora sobre diversas cuestiones de lo divino y de lo humano. Y más de una vez surgió la pregunta: “Si los ortodoxos y los católicos tienen tanto en común, ¿por qué no podéis poneros de acuerdo y trabajar juntos?” Yo solía replicar que trabajar, trabajamos juntos en varios campos, pero que hay muchos factores históricos que nos impiden la plena comunión. Y eso es un “antitestimonio”. Quizá por eso, cada año, del 18 al 25 de enero, rezo especialmente por la unidad de todos los cristianos.

No sé si podemos hacer mucho para que todos los creyentes en Cristo nos re-unamos. Me refiero a la unión mundial. Pero sí puedo hacer algo en mi parroquia, saludando a las personas que se sientan a mi lado en la Misa, o en mi casa, siendo signo de unidad y no de desunión. O en mi trabajo, o en mis estudios, siendo de los positivos y no de los negativos. Sin difundir “chismes”, sin quejarme, sin llegar tarde, siendo efectivo… Seamos creativos.

Lo que no es posible para las personas lo hace posible el amor de Dios. Cristo nos dijo que no nos dejaría solos, que su Espíritu estaría siempre con nosotros. “Por el amor de Dios” nos podemos sentir todos hermanos, miembros de un mismo cuerpo. Y, de esa manera, ser testimonio. Incluso si no pensamos lo mismo, si no nos gustan las mismas canciones, si no vestimos de la misma manera, o si somos de diferentes edades. Es Cristo quien nos llama, quien nos reúne y nos invita a ser todos uno. Por la gracias de Dios.

Fraternalmente tu hermano en la Fe Jose Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍

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