miércoles, 20 de noviembre de 2019

Presentación de la Santísima Virgen

Color: BLANCO

21 de noviembre de 2019

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Macabeos 2, 15.29

En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos.»
Pero Matatias respondió en voz alta: «Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.»
Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu.
Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: «El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!»
Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.

Salmo
Sal 49,1-2.5-6.14-15 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. R/.

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R/.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.» R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús.

REFLEXIONANDO LA PALABRA

El Evangelio de San Lucas nos dice: “Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, (habla de Jesús) se puso a llorar por ella, diciendo “Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz. Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas te cercarán y te atacarán por todas partes, te arrasarán junto con tus hijos que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios.”

En este punto quisiéramos nosotros detenernos en nuestra meditación, “porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios”. El Evangelio nos quiere advertir sobre la necesidad de estar atentos al momento en que Dios se acerca a nosotros, porque el Señor siempre quiere darnos algo nuevo, quiere llamarnos con todo su amor a la respuesta de nuestra vida.

El tiempo, hemos dicho algunas veces, no es algo que pasa, es alguien que viene, Jesucristo. Como decimos, hablando de Navidad, el tiempo es un Adviento, un advenimiento, el de Jesús. Dios que nos creó sin nosotros, no nos salvará sin nosotros. Él está llegando con su amor, con su amor creador y su amor redentor, pero quiere nuestra respuesta, nos hace hijos suyos para que le respondamos con nuestro amor, y así nuestra salvación no sea solamente un don suyo, sino también un mérito nuestro.

Podemos y debemos responder con toda la fuerza de nuestra voluntad, con toda la fuerza de nuestra libertad. Nos ofrece la gracia y la gloria, se nos ofrece como vida nuestra, a todos, siempre. Esta es nuestra dignidad, el poder ser hijos de Dios, el participar, cuando nos abrimos al amor del Señor, de la vida de Jesús; estamos llamados a ser hijos para obrar como hijos, es decir, estamos llamados a participar del misterio filial de Jesús, y estamos llamados a participar de su amor gratuito, generoso, hasta la muerte.

Eso lo sabemos de Jesús, como nuestro destino permanente, hoy también, hoy nos llama, hoy nos visita, hoy nos impulsa a la buena respuesta, hoy podemos y debemos responder. Qué maravilla es descubrir así la grandeza de todo momento, qué maravilla es descubrir que hoy puedo hacer algo que merezca la gloria eterna, porque hoy puedo responder amando, con toda la fuerza de mi alma y cumplir la voluntad de Dios.

Esto no es fácil, el Señor debió entregarse en la cruz para acabar de redimirnos, hoy también nosotros debemos participar de ese amor crucificado, para vencer como Él venció, ser bueno es vencer la tentación de la maldad, la tentación del pecado, es bueno el que vence. Hoy es día de victoria, también en la Argentina, también en este mundo, también para mí; hoy es día de victoria porque hoy es día capaz de mi obediencia evangélica al Señor.

Intentamos así la solemnidad de la vida, en la confianza de la vida de familia, cada momento tiene que tener esta profundidad, viviendo como hijos delante de nuestro Padre, como Jesús está eternamente delante de su Padre Dios; vivir en esa confianza pero con toda la responsabilidad de saber que tenemos que hacer siempre su voluntad, toda su voluntad. La solemnidad de la vida es el amor de la obediencia que imita a Jesús; siempre, si tenemos la gracia de dejarnos ganar por Jesucristo, siempre podremos vivir esta profundidad de nuestro misterio.

Hoy sé que estoy viviendo, bendito sea el Señor, hoy sé que estoy llamado a cumplir con esta maravilla; amar como Jesús me amó, amar con un amor total como el de Jesús en la cruz, que mereció la Resurrección. Si así es la respuesta, así también será hoy la gracia que el Señor me dará, que es comienzo de la gloria eterna. Que así sea.

Una vez más el Evangelio nos ilumina en nuestras vidas y nos enseña cosas muy importantes para tener en cuenta. Seguramente muchos de nosotros nos hemos equivocado y nos hemos lamentados por ciertas cosas. Y sufrimos muchas veces por responsabilidad nuestra, muchas veces nosotros creamos nuestras lamentaciones. ¿Por qué? Por descuidos, por egoísmo, por cerrazón, por falta de interés, por frialdad. Cuantas veces, díganme, nos han dicho “tene cuidado”, “fijate mi hijito”, “pórtate bien”, “mira lo que estás haciendo”, “no lo hagas”, “después te vas a arrepentir”… y así. Y ¿después que lo hacemos? Es muy tarde. No se puede volver atrás y tenemos que asumir las consecuencias. Sabemos que si hay algo que no se puede cambiar es el tiempo pasado. Sólo tenemos el presente y lo tenemos que vivir bien.

Cuando no hacemos algo de lo que teníamos que hacer, no sólo sufrimos nosotros, sino que también sufren los que nos aman, sufre toda la humanidad. Hoy vemos a Jesús que llora por Jersulen, llora porque la misma Jerusalen no aceptó las atenciones de Dios por ella, Jerusalen se hizo la ciega y sorda ante la presencia de Dios. Pensemos también nosotros ¿cuántas veces hicimos sufrir a los que nos aman? ¿Cuántas veces nos hicieron atenciones y se preocuparon por nosotros y les fuimos indiferentes? ¿Cuantas veces? Yo les digo una cosa: corten con esa cerrazón e indiferencia. Corten con tanto egoísmo y soberbia. Córtenla porque después será demasiado tarde. Ahora que pueden mejoren. Aprovechen. Y no hagan sufrir a los que los aman y quieren verlos bien. Porque todos tenemos a esas personitas que nos quieren, de una u otra forma siempre tenemos a alguien. Y si dicen que no tienen a nadie ahí esta el mejor, Dios que es el primero que nos ama.

Hoy podemos hacer un lindo propósito: De valorar todas las atenciones y no hacer sufrir nunca a las personas que nos aman. Que Dios nos regale esa gracia muy importante para nuestras vidas

José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10)✍

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LECTURAS: Lunes, XXXII Semana. Tiempo Ordinario: 7 de noviembre del 2022

  XXXII Semana.  Tiempo Ordinario   Lunes, 7 de noviembre del 2022   Color:  VERDE Si siete veces vuelve tu hermano arrepentido, perdónalo P...

Las más visitadas