Color: MORADO
Viernes, 20 de diciembre de 2019
Lectura del libro de Isaías 7, 10-14
En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del
abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los
hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará
un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Enmanuel».
Palabra de Dios
Te alabamos Señor
Salmo
Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6
R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38
En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios
a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se
preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante
Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado
Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya
está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay
imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra».
Y el ángel se retiró.
PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI SEÑOR JESÚS
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Dios con nosotros
La importancia de un nombre en la biblia muchas veces
implica una misión, en este caso, Isaías nos habla del nacimiento del Emmanuel,
que significa Dios con nosotros. Porque Dios no es un ser ausente, sino que
quiere estar presente en la vida de los hombres.
Dios no es un ser ausente en nuestros sufrimientos, al
contrario, Dios es un ser presente en nuestra historia, padece con nosotros,
sufre lo que nosotros sufrimos; así lo demostró con Jesucristo, que asumió en
la cruz todo nuestro dolor. Un dolor que reúne el de la humanidad entera.
Pero ese Dios con nosotros, es también un compromiso
claro por la vida que él ha creado. Un Dios con nosotros que se hace presente
en el nacer y en el morir, aunque nuestros días estén contados. Hacia nosotros
viene ese Dios, directo hacia nuestra esperanza. Un Dios que nos plantea retos,
que nos cubre con su gracia, y hace que cambiemos de proyectos, por muchos que
sean de realización personal.
Dios salva
María atónita, recibe el saludo del ángel. Atónita por
ser colmada de gracia, y porque aquel saludo le rompería toda su historia
personal. Tendría que hacer suya la historia de Dios. ¿Cómo, desde la pequeñez
y la fragilidad que una persona pueda sentir en su vida, albergará la historia
de Dios? ¿Cómo comprender aquél
“Alégrate”?
Su misión: ponerle nombre a la vida que nace en ella:
“Le pondrás por nombre Jesús”. Pero no sólo es ponerle un nombre, sino
confiarse en la misión de darle vida, de educarlo, de acompañarlo, de amarlo.
No todo será color de rosas. El sacrificio, aunque
esté llena de la gracia de Dios, será grande: le llevará a conducirlo a Egipto
como un emigrante para evitar la muerte, le llevará a buscarlo entre el gentío
por ser considerado falto de cordura, le conducirá al pie de la cruz. Cada paso
será un parto lleno de dolor, y el más desgarrador el de contemplar desde el
llanto una muerte ignominiosa en la cruz.
María, una mujer que no evitó el dolor de su misión,
todo por darle la vida a Dios. Transformó su vida para que Dios hiciera
historia con su vida. María a pesar del dolor no perdió la esperanza: el
proyecto de Dios y su promesa se cumple. Donde ella veía dolor e incomprensión
Dios presenta amor, reconciliación y paz. Su dolor era el sacrificio que el
amor supondría, su dolor era el sacrificio donde los pecados del pueblo eran
perdonados, su dolor era el sacrificio donde la paz se daría como reino. A
cambio la gracia de Dios, el amor de Dios, la Gloria de Dios.
Pero no todo se centra en la vida de María, ella tiene
su mérito por permitir en su libertad y en su dolor el inicio de la redención.
El centro verdadero es Cristo, el que vino, viene y el que vendrá. El fruto de
sus entrañas. Una madre se centra en la vida de su hijo. Así lo hizo María,
centrarse en la vida de Cristo.
Ese Cristo, nacerá en un pesebre, en un mundo sin
hogar, sin calor, sin acogida. Una familia que le sobrevino la vida en medio
del camino, mientras acudían formalmente a cumplir la ley del censo romano. El
rechazo fue la primera reacción. Una familia desconocida y extranjera que pide
asilo para un parto.
Ese Cristo, será quien presente al mundo la luz de
Dios. Luz de los pueblos. Porque Dios iluminará los caminos de los que carecen
de ella y quieren llegar a la vida.
Ese Cristo será nuestra esperanza. Dios salva es su
nombre. El liberador de nuestras esclavitudes, las que asumimos nosotros con
nuestro egoísmo, y las que otros nos imponen con su sinrazón. Su muerte será la
ruptura total de todas las cadenas.
Pidamos a Dios que sepamos acoger como María el
proyecto de Dios para con nosotros, que no nos dé miedo la salvación propuesta
por Dios, y si es doloroso el camino de liberación, sepamos ver sobretodo el
anuncio de la vida que se nos propone.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
"El Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra
dará su fruto" (Sal 84, 13)✍
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