Color: MORADO
Sábado, 21 de diciembre de
2019
PRIMERA LECTURA
La llegada del amado.
Del libro del Cantar de los Cantares 2, 8-14
La llegada del amado.
Del libro del Cantar de los Cantares 2, 8-14
¡Oye, ya viene mi amado! ¡Míralo por esos montes,
corriendo como un gamo por los cerros! Mi amado llega saltando, como si fuera
un venadito. Ahí lo tienes: se quedó detrás de la tapia, y mira por las
ventanas, observando a través de las rejas. Entonces me dirige mi amado estas
palabras: “Levántate, amor mío, hermosa mía, ven a mí. Ya pasó el
invierno, las lluvias ya cesaron; brotaron las flores en el campo, llegó el
tiempo de podarlas viñas, se oye el arrullo de la tórtola en los montes;
despuntan los frutos de la higuera, los viñedos en flor esparcen ya su aroma.
¡Levántate, amor mío, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía, que anidas en los
huecos de la peña, escondida entre los riscos, déjame verte la cara, déjame oír
tu voz, que tu voz me es grata y es bello tu semblante”.
Palabra de
Dios.
SALMO
RESPONSORIAL
Salmo 32
R/. ¡Alégrate, María, llena de gracia!
Salmo 32
R/. ¡Alégrate, María, llena de gracia!
• Den gracias al Señor con la cítara, toquen en su honor
el arpa de diez cuerdas; cántenle un cántico nuevo, acompañando su música con
aclamaciones. R/.
• El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se escogió como heredad. R/.
• Nosotros esperamos en el Señor: Él es nuestro auxilio y escudo; con Él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R/.
• El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se escogió como heredad. R/.
• Nosotros esperamos en el Señor: Él es nuestro auxilio y escudo; con Él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R/.
EVANGELIO
¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Del Evangelio según san Lucas 1 , 39-45
¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Del Evangelio según san Lucas 1 , 39-45
Después de recibir el anuncio del ángel, María se puso en
camino y se fue sin demora a un pueblo de las montañas de Judea. Al entrar en
la casa de Zacarías, saludó a Isabel. Y apenas oyó Isabel el saludo de María,
se estremeció la criatura que llevaba Isabel en el vientre, y ella se llenó del
Espíritu Santo y exclamó en voz alta: “¡Bendita eres entre las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor
venga a visitarme? Mira: apenas llegaron a mis oídos tus palabras de saludo, la
criatura que llevo en el vientre se estremeció de alegría. ¡Dichosa eres tú,
que creíste que se cumpliría lo que el Señor te anunció!”.
Palabra
del Señor.
REFLEXIONANDO LA
PALABRA
¿Cómo no cantar al
amado?
Un toque de alegría y
ternura nos pone delante de los ojos el texto del Cantar que hoy leemos. Es el
canto de la amada que busca ansiosamente al amado, que canta las bellezas que
va encontrando en su búsqueda y que reflejan los encantos del amado. “A dónde
fuiste amado y me dejaste sin sentido” que nos dirá San Juan de la Cruz. El
anhelo de la amada buscando el rastro del amado, debería ser el ansía viva de
la Iglesia en la búsqueda de Cristo, aunque para ello tendríamos que
despojarnos de todo lo material que nos acompaña para poder correr libres de
ataduras por montes y valles en la búsqueda del Maestro.
Y cuando la amada,
imagen del alma que busca al amor absoluto, encuentra al amado escuchará los
arrullos amorosos que invitan a la unión íntima y total con el Amor. Amada y
Amado, Iglesia y Cristo, Cristo y el ser humano, una vez encontrados, cuando ya
se han conocido, serán capaces, porque no podrán hacer otra cosa, de cantar las
alegrías mutuas, totales, sin final, porque quien conoce la Belleza, el Amor
absoluto, va a perder toda apetencia por lo terreno y dirán desde lo profundo
del alma, “que muero porque no muero”.
¿Quién soy yo para
que me visite la madre de mi Señor?
San Lucas trata de
acentuar la divinidad de Jesús desde el momento de su concepción y su
superioridad con Juan. Tal vez los seguidores de uno y de otro discutían sobre
la importancia y el lugar que correspondía a cada uno de ellos.
Lucas trata de dejar
claro, desde antes del nacimiento de ambos, qué lugar corresponde a cada uno y
se vale para ello de un viaje de María a la aldea de Isabel. Si tenemos en
cuenta que Isabel es la esposa de un sacerdote del templo y María no es otra
cosa que la esposa de un carpintero, con criterios humanos nos resultaría fácil
elegir al más importante de ambos nascituros.
Sin embargo Isabel
reconoce la superioridad de María y el hijo que se desarrolla en su seno y es
capaz de decir: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”.
Isabel se coloca en un plano inferior a María, y ésta nos da una lección de lo
que es importante a los ojos de Dios y será el tema central de la posterior
predicación de su hijo. La actitud de servicio al prójimo, en este caso a
Isabel y su familia, es la que parece primar sobre todas las consideraciones humanas
que pudiéramos tener. María demuestra que aquel “He aquí la esclava del Señor”
de hacía poco tiempo, debe traducirse por un servicio al otro. María ha
alcanzado, seguramente, el conocimiento de su propia humanidad, que allá en lo
profundo de su ser, le permite conocer y vivir la divinidad.
¿Cuál es nuestra
actitud frente a la vida? Puede que no aceptemos la necesidad de ser servidores
para ser importantes ante los ojos del Señor. Es posible que creamos haber
visto a Dios, haber encontrado su rostro en el camino. Pero esta iluminación,
en caso de producirse, hace que la visión, aunque solo sea un pálido atisbo,
trastocaría la humanidad entera del iluminado, que no tendría ya otro deseo que
unirse al amado, como hemos leído en el Cantar.
José Alirio Lagarejo
Palomeque
Sacerdote
"El Señor nos
dará sus bienes y nuestra tierra dará su fruto" (Sal 84, 13)✍
Reflexionando la Palabra: IV
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