LUNES, 13 de
enero de 2020
(INICIAMOS
PRIMERA PARTE DEL TIEMPO ORDINARIO)
Primera
lectura
Comienzo del
primer libro de Samuel 1, 1-8
Había un
hombre de Ha Ramatáin Sufín, en la montaña de Efraín, llamado Elcaná, hijo de
Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efrateo. Tenía dos mujeres:
la primera se llamaba Ana y la otra Feniná. Feniná tenía hijos, pero Ana no los
tenía.
Ese hombre
subía desde su ciudad de año en año a adorar y ofrecer sacrificios al Señor del
universo en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Elí:
Jofní y Pinjás.
Llegado el
día, Elcaná ofrecía sacrificios y entregaba porciones de la víctima a su esposa
Feniná y a todos sus hijos e hijas, mientras que a Ana le entregaba una porción
doble porque la amaba, aunque el Señor la había hecho estéril. Su rival la
importunaba con insolencia hasta humillarla, pues el Señor la había hecho
estéril.
Así hacía
Elcaná año tras año, cada vez que subía a la casa del Señor; y así Feniná la
molestaba del mismo modo. Por tal motivo, ella lloraba y no quería comer.
Su marido
Elcaná le preguntaba:
«Ana, ¿por
qué lloras y por qué no comes? ¿Por qué está apenado tu corazón? ¿Acaso no soy
para ti mejor que diez hijos?».
Palabra de
Dios
Te alabamos
Señor
Salmo
Sal 115,
12-13. 14 y 17. 18-19
R/. Te
ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré
al Señor
todo el bien
que me ha hecho?
Alzaré la
copa de la salvación,
invocando el
nombre del Señor. R/.
Cumpliré al
Señor mis votos
en presencia
de todo el pueblo.
Te ofreceré
un sacrificio de alabanza,
invocando el
nombre del Señor. R/.
Cumpliré al
Señor mis votos
en presencia
de todo el pueblo,
en el atrio
de la casa del Señor,
en medio de
ti, Jerusalén. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Marcos 1, 14-20
Después de
que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de
Dios; decía:
«Se ha
cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el
Evangelio».
Pasando
junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando
las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les
dijo:
«Venid en
pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más
adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la
barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo
en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del
Señor
Gloria a ti
Señor Jesús
REFLEXIÓN
DEL EVANGELIO DE HOY LUNES 13 DE ENERO DE 2020
"¿No te
valgo yo más que diez hijos?"
Con Samuel
inauguramos el tiempo ordinario y recuperamos la cotidianeidad. El relato nos
sitúa ante una situación derrotista y de pecado en el ámbito familiar y
religioso, encarnado por Ana y Fenina. En esta etapa nueva, aunque Dios parece
que se oculta, sale a sostener al desvalido valiéndose de mediaciones humanas.
Nos muestra cómo Dios interviene cuando parece que la persona ha llegado al
límite de su dolor.
Ana es una
persona que junto a su debilidad sufre la humillación de Fenina, persona que,
pese a ser religiosa, no profundiza en su relación con el Señor. Se queda en la
superficialidad. Por el contrario, presenta a Elcaná como figura consoladora de
la mujer amada. Él al encontrar en el templo el amor de Dios sabe trasladarlo
en su día a día, al ámbito familiar. Así pese a la rutina, el Señor lo hace
todo nuevo y crea nuevas relaciones de misericordia.
A nosotros
también nos puede pasar que nuestras conductas religiosas no son avaladas por
un comportamiento fraterno. La satisfacción de nuestros deseos no sólo puede
herir al prójimo, sino que eclipsan a Dios hasta el punto de escandalizar. La
actitud de nuestro corazón ante el Altísimo se reflejará en nuestras
relaciones. Si nuestro afecto permanece ligado a la fuente misma del amor,
florecerá la amistad y la fraternidad a nuestro alrededor. Todo el cuerpo místico
de la Iglesia está llamado a vivir como hijos de un mismo padre, pero ¿somos
siempre conscientes de nuestra responsabilidad?
"Venid
conmigo y os haré pescadores de hombres"
Los
versículos de este evangelio se sitúan en un contexto vocacional. Dios aparece
en un momento y lugar determinado, a unas personas concretas con sus
circunstancias. Se trata de la llamada hacia un nuevo evangelio, un nuevo
éxodo. Ambas elecciones tienen una misma estructura. La mirada del Señor
precede a la invitación.
La iniciativa
la toma Jesús que sale al encuentro del hombre en su vida cotidiana para
cambiarla y darle un sentido trascendente. Supone una elección que revela una
nueva identidad y la hace posible. Él no ve pescadores sino personas con un
nombre y una profesión. Los conoce con
sus precariedades y pese a todo se fija en ellos.
Con su
mirada los invita creando una nueva relación personal con cada uno de ellos.
Dice una palabra ahora pero está cargada de una promesa futura, que se
convierte en estructura de todo abandono y seguimiento. En este sentido, los
apóstoles fueron generosos y lo siguieron sin reservas, convirtiendo a Cristo
en el centro de sus vidas. Son un testimonio de fe en la Palabra. Ellos
creyeron y la gracia los capacitó para su misión.
Del mismo
modo, en el centro de nuestros trabajos, nos invita el Señor a seguirle, para
ponerlo en el centro de nuestra existencia. Nos elige, nos capacita y nos deja
ahí donde estamos: en la familia, el trabajo, nuestro entorno social… para que
ahí le amemos y lo demos a conocer. Desde el momento en que ponemos a Cristo
como centro de nuestra vida todo está afectado por esta decisión, nos
convertimos en apóstoles, vehículos transmisores del amor de Dios y, por tanto,
en nuevos pescadores de hombres.
José Alirio
Lagarejo Palomeque
Sacerdote
Que Dios
llene de paz tu casa y bendiga tu vida✍
Hechos que
son Noticias
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