Color: VERDE/BLANCO
19 de enero de 2020
Primera
lectura
Lectura
del libro de Isaías 49, 3. 5-6
Me dijo
el Señor:
«Tu eres
mi siervo, Israel,
por medio
de ti me glorificaré».
Y ahora
dice el Señor,
el que me
formó desde el vientre como siervo suyo,
para que
le devolviese a Jacob,
para que
le reuniera a Israel;
he sido
glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios
era mi fuerza:
«Es poco
que seas mi siervo
para
restablecer las tribus de Jacob
y traer
de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago
luz de las naciones,
para que
mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
PALABRA
DE DIOS
TE ALABAMOS
SEÑOR
Salmo
Sal 39, 2
y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10
R/. Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo
esperaba con ansia al Señor;
él se
inclinó y escuchó mi grito.
Me puso
en la boca un cántico nuevo,
un himno
a nuestro Dios. R/.
Tú no
quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en
cambio, me abriste el oído;
no pides
holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces
yo digo: «Aquí estoy». R/.
«-Como
está escrito en mi libro-
para
hacer tu voluntad.
Dios mío,
lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R/.
He
proclamado tu justicia
ante la
gran asamblea;
no he
cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.
Segunda
lectura
Comienzo
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-3
Pablo,
llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro
hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por
Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el
nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros,
gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
PALABRA
DE DIOS
TE
ALABAMOS SEÑOR
Lectura
del santo evangelio según san Juan 1, 29-34
«Este es
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo
dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía
antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que
sea manifestado a Israel».
Y Juan
dio testimonio diciendo:
«He
contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre
él.
Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel
sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza
con Espíritu Santo”.
Y yo lo
he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
PALABRA
DEL SEÑOR
GLORIA A
TI SEÑOR JESÚS
REFLEXIÓN SOBRE EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 DE
ENERO DE 2020
La primera lectura, del nuevo del Deutero-Isaías, es
del 2º cántico del Siervo de Yahvé. En este capítulo, la figura del Siervo está
más ceñida a la dimensión profética de este personaje que canta el autor de los
mismos. Sión, el pueblo entero, debe repensar su vida a la luz de este
personaje Siervo de Yahvé. Sabemos que estos cantos (Is 42,1-9: 49,1-7; 50,4-9)
representan una de las cumbres teológicas del Antiguo Testamento. Son poemas
que han dado mucho que hablar, ya que en un momento determinando descubrirán el
valor redentor del sufrimiento, aunque no en el texto de hoy. El papel del
Siervo es reunir a Jacob e Israel, dos nombres, epónimos, para hablar de la
totalidad del pueblo. Reunir, pacificar, consolar... siempre la humanidad ha
tenido necesidad de estos valores. Y hoy, como nunca, necesitamos a alguien
como el Siervo que traiga esa luz a este mundo dividido, en guerra, hambriento
y desorientado.
Como este es un canto que describe la vocación del
“Siervo”, no hay nada comparable a la misión que el Señor le encomienda: te
haré luz de las naciones; ¿para qué?, para que “mi salvación alcance hasta los
confines de la tierra”. Pero aunque el texto de hoy, en la lectura, ha
eliminado el v. 4, no deberíamos dejarlo de lado. El descubrimiento de la
misión del siervo para ser luz de los pueblos le llega después de una crisis, y
es por la misión por lo que la vocación de este misterioso personaje sale
fortalecida; la crisis de identidad se cura anunciando salvación. Eso es lo
propio de un verdadero profeta de Dios. Estas palabras son las que justifican
verdaderamente la elección de nuestro texto (del canto 2º) para el día de hoy,
porque esa misión para el “siervo desconocido”, la vieron los primeros
cristianos realizada en la misión de Jesús de Nazaret: luz de salvación para
todos los pueblos, para la humanidad.
La Primera Carta a los Corintios inaugura hoy las
lecturas de los siguientes domingos. Tendremos ocasión de volver sobre ella,
porque serán hilo conductor hasta los domingos de Cuaresma. Esta carta de San
Pablo a la comunidad de Corinto, en Grecia, en Acaya concretamente, una de las
ciudades más importantes donde el Apóstol predica el cristianismo, es una de
las más importantes de Pablo. Estamos ante un escrito lleno de contrastes, de
urgencias, de consultas, de decisiones apostólicas. Merece la pena leerlo
detenidamente, prepararse con esmero para su comprensión, porque aparecerán
temas muy decisivos.
En el encabezamiento de hoy, señalemos la teología de
la santificación del pueblo de Dios por medio de Jesucristo. Es El, Cristo,
quien lleva la iniciativa y por eso Pablo sabe que su misión es tan importante
en medio de la comunidad que él ha engendrado en su Señor. Una comunidad que le
dará mucho que hacer, pero a la que no niega el título de salvación y santificación.
Pablo era un hombre de personalidad fuerte, incluso muy enamorado de su
apostolado: pero nada es sin Cristo su Señor y esto se debe poner de manifiesto
desde el principio para todo lo que nos trasmitirá.
Este es un domingo de transición que, de alguna
manera, se recrea un poco en el mensaje del domingo pasado, quizás para señalar
con más fuerza la importancia de lo que significan los comienzos de la vida
pública de Jesús. Es verdad que históricamente nos hubiera gustado saber día a
día lo que Jesús pudo hacer y sentir desde su nacimiento. Pero esta es una
batalla de curiosidad perdida; también el silencio y el misterio, desde Nazaret
hasta que se decide a salir de su pueblo, debe maravillarnos como una
posibilidad del proyecto de Dios en el que no ocurre nada extraordinario,
porque lo extraordinario es que Dios aprende a ser hombre.
Tampoco el evangelio de Juan nos va a ofrecer
demasiados datos; por el contrario, pone sobre la boca de Juan el Bautista unas
afirmaciones que llaman la atención: “el cordero de Dios que quita el pecado
del mundo”. ¿Es posible que un cordero (gr. amnos) se atreva con el pecador del
mundo? ¿Por qué lo saluda así Juan el Bautista? De todas formas no debemos
pasar por alto que dice “cordero de Dios” (amnos tou theou). La opinión más
extendida es que ya aquí se está apuntando a la Pascua, al cordero Pascual que
se sacrificaba en el templo para rememorar la liberación de Egipto. Un condero
frente al poder del mundo es demasiado, pero esa es la lucha que en la teología
joánica se ha de poner de manifiesto: vida-muerte, amor-odio, luz-tinieblas son
los contrastes con las cuales se expresa la misión de Jesús.
Este de hoy es uno de los textos de densidad
cristológica inigualable. Su lectura se puede dividir en dos : vv. 29-31 y vv.
32-34. Sabemos que el evangelio de Juan no se anda por las ramas en lo que
respecta a las afirmaciones cristológicas, de títulos, sobre Jesús. Por eso se
ha dicho, con razón, que las afirmaciones del evangelio de Juan responden a una
época bien tardía del Nuevo Testamento. Eso no significa que se haya
desfigurado la base histórica del cristianismo primitivo; simplemente que se
dan pasos muy avanzados. Efectivamente, sabemos que el evangelio de Juan
tampoco es el resultado de una mano sola en su redacción o confección, sino de
varias manos, de varias épocas, a la vez que se perciben polémicas y otras
cosas semejantes. El texto de hoy es típico en este sentido.
El contraste entre Juan y Jesús es tan patente como si
se describiera el amanecer y el mediodía, entre las sombras y la luz; entre el
agua y el Espíritu. En el texto queda patente que Juan actuaba por medio del
bautismo de agua para la conversión; de Jesús se quiere afirmar que trae el
bautismo nuevo, radical, en el Espíritu, para la misma conversión y para la
vida. Uno es algo ritual y externo; otro es interior y profundo: sin el
Espíritu todo puede seguir igual, incluso la religión más acendrada. Esto es lo
que el testo joánico de nuestro evangelista quiere subrayar. Y el hecho de que
lo presente, al principio, como un “cordero” indica que su fuerza estará en la
debilidad e incluso en la mansedumbre de un cordero (signo bíblico de la
dulzura) dispuesto a ser “degollado”. En definitiva, el pecado absoluto del
mundo, será vencido por el poder del Espíritu que trae Jesús. El bautismo de
agua puede y tiene sentido, pero para significar el bautismo, el sumergirse, en
el Espíritu de Dios que trae Jesús.
Probablemente se quiera combatir a algunos discípulos
de Juan el Bautista que pertenecían a la comunidad joánica y necesitaban un
testimonio de esta envergadura, porque todavía no habían comprendido
verdaderamente el papel del Bautista como anunciador del verdadero Mesías.
Juan, frente a Jesús, no tiene sino agua para purificar, pero eso es muy poca cosa
para purificar corazones; así lo reconoce. Solamente el Espíritu que ha
recibido y trae Jesús es capaz de lograr ese cambio de lo más íntimo de nuestro
ser y de nuestra voluntad. Se quiere poner de manifiesto, pues, que Juan el
Bautista pide a sus discípulos que desde ahora lo dejen a él y sigan al que se
atreve a llamar (propio de la alta teología joánica) Hijo de Dios. Su papel
está cumplido: saber ser amigo del esposo, como se dirá en otra ocasión.
JOSÉ ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE
SACERDOTE
Que Dios llene de paz tu casa y bendiga tu vida✍
Hechos
que son Noticias
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