viernes, 14 de febrero de 2020

Sábado, V Semana. Tiempo Ordinario


Color: VERDE

15 de febrero de 2020

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes 12, 26-32; 13, 33-34

En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros:
«El reino podría volver todavía a la casa de David. Si el pueblo continúa subiendo para ofrecer sacrificios en el templo del Señor en Jerusalén, el corazón del pueblo se volverá a su señor, Roboán, rey de Judá, y me matarán».
Y tras pedir consejo, el rey fundió dos becerros de oro y dijo al pueblo:
«Basta ya de subir a Jerusalén. Este es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto», e instaló uno en Betel y otro en Dan. Este hecho fue ocasión de pecado. El pueblo marchó de uno a Betel y delante del otro hasta Dan.
Construyó lugares de culto en los altos e instituyó sacerdotes del común del pueblo que no eran descendientes de Levi.
Jeroboán estableció una fiesta en el mes octavo, el día quince del mes, a semejanza de la que se celebraba en Judá. Subió al altar que había edificado en Betel a ofrecer sacrificios a los becerros que había esculpido y estableció en Betel sacerdotes para los lugares de culto que instituyó. Después de esto, Jeroboán no se convirtió de su mal camino y siguió consagrando para los lugares de culto sacerdotes tomados de entre el pueblo común; a todo el que deseaba, lo consagraba sacerdote de los lugares de culto.
Este proceder condujo a la casa de Jeroboán al pecado y a su perdición y exterminio de la superficie de la tierra.

PALABRA DE DIOS
TE ALABAMOS SEÑOR

Salmo
Sal 105, 6-7a. 19-20. 21-22

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R/.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 1-10

Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?». Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobres ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI SEÑOR JESÚS

REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 15 DE FEBRERO DE 2020

El Señor nos quiere a su servicio amoroso
En este fragmento de Reyes, se nos narra la disputa entre Jeroboán y Roboán. Éste era hijo de Salomón, sucesor legítimo nombrado rey de Judá. Por el contrario, Jeroboán, hijo de Nabat, un funcionario de Salomón, había huido a Egipto a la muerte de Salomón. Pero a causa del comportamiento tirano de Roboán, las expectativas de Jeroboán por hacerse rey de Israel tienen una nueva oportunidad, al ser reclamado por parte del pueblo para ponerse al frente de las tribus del norte. La estrategia de Jeroboán para mantener el poder, consiste en ofrecer al pueblo un nuevo culto: “Ya está bien de subir a Jerusalén. Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”, y construye dos becerros de oro, uno en Dan y otro en Betel, para que sean adorados por el pueblo y ofrezcan sus sacrificios y tributos a estos ídolos. Jeroboán se salta la tradición sacerdotal y religiosa de Israel por pura estrategia política y ambición personal. Cambia al verdadero Dios del éxodo, a Yahvé, por unos ídolos que satisfagan las necesidades religiosas del pueblo. Y en su pecado llevó la maldición de su estirpe, como reconoce el cronista de Reyes. “Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra”. Predicción que realmente sucedió a la muerte, asesinado, de su hijo. Como sabemos, la relectura de la historia de Israel pretende que el pueblo elegido no olvide que la fidelidad al verdadero Dios Yahvé, es la que da seguridad y sentido a la vida del fiel. Que la bendición de Dios está con quien le es fiel, sigue sus mandatos y obedece humildemente sus preceptos. Dios llena y sacia la vida del creyente.

Dios nos mira con misericordia

El evangelio de hoy nos cuenta la multiplicación de los panes y los peces para atender el hambre de la multitud que sigue a Jesús y le escucha. El evangelista Marcos resalta varios aspectos interesantes para la catequesis de sus comunidades: Jesús es una persona humana, sensible, que siente lástima y se preocupa de sus seguidores. “Si los despido a su casa se van a desmayar”. Y en la conexión entre el Jesús humano y el resucitado, Marcos remarca esa categoría humanitaria de Jesús. Es un Jesús compasivo, solidario, que mira la realidad y el sufrimiento de las personas cercanas.

Por otro lado, en este relato Jesús pone a prueba la fe de sus discípulos. ¿De dónde se puede sacar pan aquí, en este despoblado? No sabemos en qué consiste el milagro en sí, pero queda claro el mensaje simbólico que tiene. Lo importante es tomar conciencia de compartir, de acompañar las necesidades tanto materiales como espirituales de los seguidores de Jesús. Jesús sacia el hambre y la necesidad de todos los presentes.

Otro aspecto importante de este relato, segunda multiplicación de los panes que nos cuenta Marcos en su evangelio, es la prefiguración de Jesús como nuevo Moisés. Al igual que Moisés les dio el maná en el desierto, Jesús nos deja un alimento de esperanza y confianza, que luego se celebrará en las primeras comunidades en la celebración de la eucaristía. Jesús va a ser el pan que se nos da como alimento espiritual y sacramento de nuestra fe. El maná que baja del cielo para cubrir nuestras necesidades y colmar nuestras esperanzas. Y como el maná en el desierto, Jesús se nos da con superabundancia. “Sobraron y llenaros siete canastas”. Marcos está recordando y dando sentido a la celebración de comunión y fracción del pan que celebraban cada día en las comunidades primitivas. Jesús que miraba con misericordia a sus seguidores, con mayor misericordia nos reúne en la comunión de su carne y de su sangre en nuestras celebraciones eucarísticas.

Comamos el pan de Jesús con el mismo sentido solidario y fraterno, con la misma sensibilidad humanitaria que Jesús sentía por los que le acompañaban.

José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote

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