“El hombre proyecta muchos planes, pero sólo
se realiza el que quiere el Señor” (Prov 19, 21)
Color: MORADO
23 de marzo de 2020
REFLEXIONANDO LA PALABRA
En la mesa de la Palabra la Iglesia hoy nos sirve en
la primera lectura un fragmento de Isaías que nos habla del sobrecogedor poder
del Señor, nos habla de una bendición, de una transformación cósmica, «voy a
crear unos cielos nuevos y una tierra nueva».En realidad estas hipérboles
poéticas reflejan una situación moral. Expresan en estos términos la aspiración
radical y la esperanza infinita, aunque parezcan estas profecías algo extravagantes,
no llegan aún a expresarlo todo, pues la salvación de Dios es inefable, porque
Dios lo transforma todo en el interior y en el exterior del que espera.
San Pablo nos dirá que toda la creación entera gime
hasta el presente y sufre dolores de parto esperando la regeneración de los
hijos de Dios.
En realidad y en el fondo nos encontramos ante la
posibilidad de que nuestro corazón sea transformado, mejor, creado de nuevo por
orden, más profundamente aún, por el acto creador de Dios en la muerte y
resurrección de su Hijo Jesús.
Una novedad inaudita de la intervención personal de
Dios creando todo con su palabra: el corazón del hombre lleno de luz por la
fuerza bautismal en la muerte y resurrección de mi Hijo.
¿No nos estremece esta realidad? ¿No vemos en el
interior de nuestro ser la fuerza poderosa de la gracia bautismal que nos ha
transformado en hijos por la fe? ¿No vemos en ella la esperanza más íntima, profunda
y deseada de nuestro ser?
Es el canto gozoso del salmista el que nos ayuda a
expresar nuestro gozo: «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has
dejado que mis enemigos se rían de mí… Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios
mío, te daré gracias por siempre».
Fortalecido en su fe, dio gloria a Dios
Este episodio es programático de toda la actividad de
Jesús con el hombre. En esta perícopa aparece un hombre que ejerce autoridad,
es un extranjero, además de pagano, y pertenecía al poder de ocupación. Entre
el funcionario y el enfermo hay una relación de sangre: es su hijo.
El funcionario busca a Jesús movido por la necesidad
sin manifestar ninguna relación con él. Su hijo tiene una enfermedad grave,
está para morir. Le pide que baje en persona y le cure. Lo busca atraído por su
«poder», nos descubre su mentalidad, ¿y la nuestra?
Jesús le dice:— como no veáis signos y prodigios, no
creéis.Está frente a Jesús, con su angustia. ¿Qué llegó a ver en él además de
su poder?
Jesús no necesita bajar a Cafarnaún. Jesús le habla de
comunicar vida con su palabra creadora, vida definitiva: —Anda tu hijo está
curado.
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se pone en
camino: ¿Qué ha pasado en este hombre? ¿Ha cambiado su visión de Jesús ante
Jesús mismo? Ha abierto en su ser el poder de la fe en Jesús.
Ahora puede bajar a Cafarnaún. Le guía la fe, la
fuerza que emana de la persona de Jesús. Creyó él en Jesús y llevó con su fe, a
toda su familia, a Jesús.
Jesús se admira ante la fe de hombres y mujeres que
creen en Él. La fe nos abre a la existencia de un Dios personal, la fe permite
a Dios mostrar en nosotros su propio poder.
Es el camino del Evangelio que recorremos durante toda
nuestra vida para amanecer un día en la luz de la resurrección.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí. El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11) ✍
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