lunes, 19 de agosto de 2019

Martes, XX Semana. Tiempo Ordinario


(San Bernardo Abad)

Color: BLANCO

20 de agosto de 2019

Primera lectura
Lectura del libro de los Jueces (6,11-24a):

En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de Joás de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas.
El ángel del Señor se le apareció y le dijo: «El Señor está contigo, valiente.»
Gedeón respondió: «Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: "De Egipto nos sacó el Señor." La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.»
El Señor se volvió a él y le dijo: «Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.»
Gedeón replicó: «Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.»
El Señor contestó: «Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.»
Gedeón insistió: «Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente.»
El Señor dijo: «Aquí me quedaré hasta que vuelvas.» Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina.
El ángel del Señor le dijo: «Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo.» Así lo hizo.
Entonces el ángel del Señor alargó la punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció.
Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó: «¡Ay, Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!»
Pero el Señor le dijo: «¡Paz, no temas, no morirás!»
Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de «Señor de la Paz.»

Palabra de Dios  
Te alabamos Señor

Salmo
Sal 84,9.11-12.13-14

R/. El Señor anuncia la paz a su pueblo

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.» R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. <R/.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

Que el Señor te bendiga hoy, mañana y siempre


 REFLEXIONANDO LA PALABRA

el evangelio de hoy nos habla del peligro de las riquezas. Jesús nos va a decir que, es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos, es más fácil que un camello pase por la pequeña puertita que dividía por ejemplo las ciudades que un rico entre en el Reino de los Cielos.

¿Qué es la riqueza? La riqueza es cuando el corazón esta lleno de aquello que puede no ser malo en sí mismo, pero está lleno de aquello que no es Jesús, no hay lugar para Dios, un corazón tan ocupado en los asuntos temporales, en los apetitos y anhelos que tiene el ser humano de poder, también de placer, también de dinero que no hay lugar para el Señor, por eso dice Jesús: “Es muy difícil entrar en el reino de los cielos”

Es muy importante, queridos oyentes que nos preguntemos cuál es, a la luz del evangelio del día de hoy, la riqueza (entre comillas) qué impide que el Señor ocupe el lugar que le corresponde en nuestro corazón, en nuestra vida, qué persona o personas, qué ideales que hoy son deshumanos, qué circunstancias, qué logros materiales o afectivos, qué realidad, de algún modo, desplaza a Dios de nuestra vida.

Ésta es la preocupación de Jesús, por eso Jesús les dice, miren, esto para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible. Es posible para Dios que nuestros corazones, a veces duros como un cascote, como una piedra, puedan cambiar y esto nos tiene que llevar a todos a descubrir, de qué manera estamos abiertos a la mayor riqueza que podemos tener: a Jesús y sus enseñanzas, su ideal de hacernos discípulos misioneros, ocupando el lugar que le corresponde en nuestros corazones.

El Papa Francisco exhaustivamente toca este tema. Lo hace con muchísimos gestos y actitudes, también lo dice con su palabra clara y contundente. Que nosotros sepamos asumir lo que la palabra de Dios este día nos dice, que bueno que nosotros podamos tener la inteligencia de saber que lo único que nos vamos a llevar cuando nos muramos es nuestra fe y nuestras buenas obras.

Fraternalmente tu hermano José Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).

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