29 de agosto de 2019
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (1,17-19):
En aquellos días, recibí esta palabra del Señor: «Cíñete los
lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no,
yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en
columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los
reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo.
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.»
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor
Salmo
Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17
R/. Mi boca contará tu auxilio
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R/.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío,
líbrame de la mano perversa. R/.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.
Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,17-29):
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo
había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había
casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era
lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería
quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a
Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo
escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó
cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus
oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó,
gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo
doy.»
Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de
mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le
pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el
Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los
convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese
la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una
bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al
enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Hacemos memoria del martirio de san Juan Bautista, el
Precursor de Jesús. Toda la vida del Bautista gira en torno a la persona del
Salvador, de manera que en torno a Él, la existencia y la tarea del Precursor
cobran sentido.
Desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del
Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abre el diálogo
entre el que prepara el camino y Aquel que es el mismo camino. El Salvador
santifica a Juan, y éste salta de gozo dentro del vientre de su madre. En su
misión de Precursor mantuvo este entusiasmo —que etimológicamente significa
“estar lleno de Dios”—, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó
las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He
ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).
El trabajo de Juan Bautista continúa la línea de los
antiguos profetas de Israel, que denunciaban los pecados sociales y anunciaban
a su pueblo el tiempo de la presencia de Dios, que los haría salir del oprobio
y de la crisis. Es difícil el destino de los profetas. Ser profeta, dice
Guardini, significa decir a su tiempo contra su tiempo, lo que Dios manda
decir. —No te es licito tener como esposa a Herodias, la mujer de tu hermano,
le grita Juan a Herodes Antipas. Y Juan lo paga en la cárcel de Maqueronte.
Su muerte confirmó la veracidad de su misión, ya que murió
asesinado en el palacio del rey y siendo cómplices los que oprimían el país con
su lujo, riqueza y escándalos. Su muerte testimonial es una clave importante
para comprender el martirio de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le
precede ahora en la muerte cruel. Juan ha cumplido ya su misión. El misterio de
la Cruz de Jesús está ya presente en este martirio. Su sangre no será inútil.
“La cabeza de Juan Bautista predica mejor desde la bandeja que sobre sus
hombros”.
La memoria de los mártires o «testigos» ha sido siempre
clave e importante para la vida de la iglesia cristiana. El cristianismo no
puede ser entendido, sino como un testimonio fuerte y vivo, del nuevo mundo que
irrumpe en la historia en la persona de Jesús de Nazaret. El seguimiento de
Cristo no es posible si no estamos dispuestos a asumir la cruz, que significa
oponerse a las estructuras de pecado existentes en el mundo y la historia.
Que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista sea una
invitación para que nuestra vida también gire en torno a la Persona de Jesús,
lo cual le dará su pleno sentido, y que su ejemplo “nos entusiasme”, para que
llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía.
«Está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que
había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo
Cristo (…) ser denominado “antorcha ardiente y luminosa”. Fue bautizado con su
propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del
mundo». San Beda.
Fraternalmente tu hermano en la fe José Alirio Lagarejo
Palomeque
"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia"
(Jn 10,10
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