sábado, 24 de agosto de 2019

XXI Domingo - Tiempo Ordinario - Ciclo C


Color: VERDE

Hoy, domingo, 25 de agosto de 2019

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (66,18-21):

Esto dice el Señor:
«Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos,
vendré para reunir
las naciones de toda lengua;
vendrán para ver mi gloria.
Les daré una señal, y de entre ellos
enviaré supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco),
Túbal y Grecia, a las costas lejanas
que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria.
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor,
traerán a todos vuestros hermanos,
a caballo y en carros y en literas,
en mulos y dromedarios,
hasta mi santa montaña de Jerusalén
—dice el Señor—,
así como los hijos de Israel traen ofrendas,
en vasos purificados, al templo del Señor.
También de entre ellos escogeré
sacerdotes y levitas —dice el Señor—».

Palabra de Dios
Te alabamos Señor
               
Salmo
Sal 116,1.2

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

V/. Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos. R/.

V/. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (12,5-7.11-13):

Hermanos:
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor,
ni te desanimes por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama
y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.

Palabra de Dios
Te alabamos Señor         

Evangelio según san Lucas (13,22-30), del domingo, 25 de agosto de 2019

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,22-30):

En Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
Señor, ábrenos;
pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

La primera lectura de hoy es un oráculo que se dirige a los que han retornado del exilio de Babilonia; es una llamada de esperanza universal. El fracaso del pueblo, con toda su identidad, debería haberles enseñado a abrirse a todos los pueblos, razas y lenguas, para que el proyecto universal de salvación de Yahvé, el Dios de Israel, pudiera realizarse plenamente.

La lectura de la carta a los Hebreos es una amplia exhortación a vivir la fe en medio de las dificultades que se deben soportar. Los destinatarios son, muy probablemente, judíos convertidos a quienes se les exhorta, a que cuando reciban una corrección deben asumirla con paciencia, porque a pesar del desconcierto primero, el final siempre es positivo. El fruto verdadero de la corrección y la paciencia es una esperanza firme para no abandonar la fe.

 A medida que Jesús avanzaba hacia Jerusalén, el tema de la entrada al Reino de Dios se iba agudizando. En este contexto, Lucas presenta el seguimiento como un verdadero discipulado. ¿Es necesario ser discípulo de Jesús para salvarse?
Jesús no respondía a preguntas que se resolvieran desde el punto de vista legal; y no respondió a la cuestión de si serían muchos o pocos los que se salvarán. Jesús se niega siempre a responder a cuestiones de este tipo como: cuándo se terminará el mundo, cómo será el cielo, etc.; Jesucristo no responde, no contesta. No está ahí nuestro problema. Su interés está en hablarnos del ahora y no del después, porque no habrá un después sin un ahora verdadero.

Su mensaje no pretendía aterrorizar  a los pecadores ni tranquilizar a los  justos, sino convertir a todos. El Padre admitirá a su reino a los que hayan hecho el bien. Lo que Jesús dijo es muy sencillo: si quieren participar de la plenitud de la vida que el Padre quiere para todos empiecen a vivirla ahora. No se puede pretender comulgar después con esta plenitud de vida, y no intentar hacerlo ahora. Este es nuestro problema.Lo que debemos hacer ahora, no lo que será después.

Es inútil pertenecer a la misma raza de Abraham y de Jesús, inútil escuchar la Biblia, pertenecer a esta o aquella asociación religiosa, confiar en que hemos participado en la Eucaristía y en los sacramentos. Todo eso es, sin duda, fundamental para quienes creemos en Jesús, pero no nos sirve si no aceptamos el camino de la conversión constante del corazón y la experiencia de una fe que toque la misma raíz de la vida.
Elegir la puerta estrecha es andar por el camino que nos enfrenta con nuestra propia conciencia, es cargar con la cruz de cada día, de vivir con el estilo de Aquel que dijo que era “la puerta”.

Si, la puerta estrecha de la constante conversión a una vida personal más verdadera,
La puerta estrecha del trabajo por un mundo que se ajuste más al querer de Dios. La puerta estrecha que lleva al reino es la misma vida construida, paso a paso, creada constantemente, desde el evangelio y la gracia, mejorada, a través de tantos actos aparentemente intrascendentes.
La puerta estrecha de la heroicidad del quehacer diario del obrero solidario en su lugar de trabajo, del ama de casa en su rutina creadora,  la del estudiante entre sus libros y sus compañeros, la del profesor con sus alumnos.

La puerta estrecha por el que camina todo el que se esfuerza por ser fiel a Dios y a los principios evangélicos.
La puerta estrecha de la lucha contra el egoísmo, la agresividad y la violencia, no dejarse vencer por la idolatría del dinero y de los bienes materiales.
No hay salvación fácil ni difícil. Es como la vida: tiene la medida de nuestras capacidades. Una vida que hemos de vivir con sinceridad. La salvación no es tema de curiosidad, sino de compromiso. Es una puerta estrecha, pero la única posible.
Aunque la vida de fe es un don de Dios, no podemos olvidar el esfuerzo del hombre. Todo el que se esfuerza por vivir acorde con el sermón de la montaña, todos éstos son los que se salvarán.

La puerta estrecha es la entrada a una casa abierta, donde todos caben, cualquiera sea su proveniencia. Una vez más Jesús nos sorprende con la proveniencia de los invitados y por el lugar que les da a cada uno: los que creían tener asegurada la entrada se desconcertarán debiendo dejar el lugar a los despreciados porque las que Dios no se maneja con las categorías  de los hombres.

La sociedad de hoy, construida desde el imperio de lo económico genera muchos excluidos que no cuentan, que estorban porque no producen. Sin embargo, estos son los predilectos del Reino, no sólo por su condición, sino también por su corazón, por su capacidad de sufrimiento y su tenacidad por la vida, porque sólo en Dios pueden esperar.

La Iglesia debe ser reino en marcha: casa de puerta estrecha pero abierta, sin fronteras ni aduanas, es propiedad de todos los que creen en Jesús y lo están demostrando con su vida. No es propiedad privada de nadie. La Iglesia no es gheto cerrado que asegura la salvación a sus fieles y condena a los que no piensan como ella. Su pastoral consiste en abrir caminos de salvación y de esperanza a todos los hombres.
El discípulo de Jesús está llamado, entonces, a vivir en un responsable y permanente camino de conversión, no durmiéndose en supuestos “derechos adquiridos” que excluyen a otros, sino abierto a  Dios que nos invita a entrar en la lógica del amor que quiere que todos participen de su vida.

Fraternalmente tu hermano en la fe José Alirio Lagarejo Palomeque

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LECTURAS: Lunes, XXXII Semana. Tiempo Ordinario: 7 de noviembre del 2022

  XXXII Semana.  Tiempo Ordinario   Lunes, 7 de noviembre del 2022   Color:  VERDE Si siete veces vuelve tu hermano arrepentido, perdónalo P...

Las más visitadas