Color: VERDE/BLANCO
Lunes, 26 de agosto de 2019
Primera lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses (1,1-5.8b-10):
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses,
en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos
gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones.
Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el
esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo,
nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y
que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras,
sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue
nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Vuestra fe en Dios había
corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar
nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis:
cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y
verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a
quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor
Salmo
Sal 149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/. El Señor ama a su pueblo
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se
alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en
filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,13-22):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los
cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para
ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble
que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el
templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!" ¡Necios y ciegos!
¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por
el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga."
¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura
por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el
templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por
el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Jesús critica a los doctores de la ley y a los fariseos, con
palabras muy duras y fáciles de identificar:
«¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los
Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les
dejáis entrar.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que
recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le
hacéis hijo de condenación el doble que vosotros ¡Ay de vosotros, guías ciegos,
que decís: “Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el
oro del Santuario, queda obligado!”
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el
Santuario que hace sagrado el oro? Y también: “Si uno jura por el altar, eso no
es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado.”
¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la
ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está
sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por aquel que lo habita.
Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por
Aquel que está sentado en él.» Al meditar estas palabras, vale pensar sobre ese
hipócrita que hay en uno, para así descubrir los errores que cometo, pues las
correcciones hechas por Jesús, sólo buscan la conversión.
La corrección fraterna demuestra que una persona, en verdad
se interesa por uno, no le es indiferente si se está por buen camino o no, si
se está malogrando la existencia o haciendo las cosas de manera incorrecta.
Esto es lo que demuestras hoy Jesús, ya que se interesa por los escribas y
fariseos pero también por cada uno de nosotros, al buscar lo mejor para uno,
aunque cueste descubrirlo y aceptarlo.
1) ¿Seré de aquellos
que cierra la puerta del Reino? Pero, me interrogo: ¿Cómo lo hago?
Pues, presentando a Dios como un juez severo, dejando poco
espacio al mayor atributo de Dios: La Misericordia e imponiendo en nombre de
Dios leyes y normas que no tienen nada que ver con los Mandamientos de Dios, en
especial aquellos de los que penden la Ley y los Profetas:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo
es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo
como a ti mismo.” Luego, falsifico la imagen del Reino de Dios y mato en mis
congéneres el deseo de servir a Dios y su Reino. Cuando lo que en realidad debo
es guiar a mis hermanos a tener una experiencia con Dios y su Reino;
2) ¿Será que hago proselitismo religioso? Hay personas que
anuncian el Evangelio no para irradiar la Buena Nueva del Amor de Dios sino
para atraer a otros a su grupo o a su llamada iglesia.
Cuando la realidad es que uno debe anunciar el Evangelio
para que el otro tenga vida, y vida en abundancia; y,
3) A todo momento, ¿vivo haciendo juramento? Jesús hace un
largo razonamiento para mostrar la incoherencia de tantos juramentos que la
gente hacía o que la religión oficial mandaba hacer. En el Sermón de la Montaña
expone que lo mejor es no jurar en modo alguno, simple: “Sí, sí o no, no”,
señalando que lo que pasa de allí viene del Maligno.
Dios no es el prohibidor absoluto, al contrario es el consejero
perfecto. Luego, si en verdad uno siguiera todos los consejos que Jesús da,
todo sería muy distinto. Claro que no es fácil aceptar las correcciones y
consejos de otros, mucho menos de Dios, que en ocasiones son tan difíciles de
comprender. De ahí que sea necesario a diario, implorar la Gracia de confiar en
Dios siempre, pues lo que pide a cada uno, lo pide por amor, y es lo mejor. Y
así mismo de darle gracias por el infinito amor que tiene, el cual es capaz de
prevenir, levantar y ayudar a retomar el camino correcto.
Fraternalmente tu hermano en la fe José Alirio Lagarejo
Palomeque
"Yo he venido para que tengan vida y vida en
abundancia" (Jn 10,10).
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