domingo, 8 de septiembre de 2019

Lunes, XXIII Semana del Tiempo Ordinario


(San Pedro Claver)


Color: VERD/BLANCO

Lunes, 9 de septiembre de 2019

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,24–2,3):

Ahora me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a sus santos. A éstos Dios ha querido dar a conocer la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo: ésta es mi tarea, en la que lucho denonadamente con la fuerza poderosa que él me da. Quiero que tengáis noticia del empeñado combate que sostengo por vosotros y los de Laodicea, y por todos los que no me conocen personalmente. Busco que tengan ánimos y estén compactos en el amor mutuo, para conseguir la plena convicción que da el comprender, y que capten el misterio de Dios. Este misterio es Cristo, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer.

Palabra de Dios
Te alabamos Señor

Salmo
Sal 61,6-7.9

R/. De Dios viene mi salvación y mi gloria

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. R/.

Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio. R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,6-11):

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

REFLEXIONANDO LA PALABRA

Los fariseos están furiosos contra Jesús. Jesús “sabía lo que pensaban” y capta ese clima tenso. Pero eso no lo frena para hacer el bien. Hace poner al enfermo de pie, lo hace levantar y lo pone en medio. Le devuelve su dignidad. Jesús no nos quiere aplastados por la malicia de los perversos.

Lo hace valer en su dignidad de persona, que esté bien erguido, parado, que lo vean bien. Es un hijo de Dios que necesita ayuda. Jesús no quiere que vivamos aplastados, que no aplastemos a nadie, y que nadie nos aplaste. Todos somos valiosos para Dios por ser sus hijos. Nos hace poner en pie en la vida ante las fuerzas opresoras y aplastantes que entorpecen la existencia alienando la vida.

Dios nos quiere firmes, levantados y en pie. Un enfermo es una persona no firme. La palabra enfermo viene del latín infirmus, es el que no está firme. El enfermo primero se levantó y luego permaneció en pie. Son dos actitudes ante las fuerzas del mal que buscan oprimir. Levantarnos en el nombre de Jesús, y permanecer con Aquel que puede sostenernos. Porque Jesús nos sostiene en nuestra debilidad.

Jesús no desautoriza el descanso del sábado que conocía bien por ser judío, pero para èl siempre está la persona por encima del culto. Y más si es una persona necesitada o enferma. La ley mata, la ley no da vida, lo único que da vida es el amor. Jesús enseña actitudes más profundas, donde la preocupación es más por el espíritu que por la letra, más por al amor que por la ley rígida.

Esto nos puede enseñar algunos detalles de nuestras normas de vida. Las normas son buenas y necesarias, pero sin llegar a un legalismo rígido y formalista. No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre que es diferente. No podemos poner la obligación del cumplimiento rígido de la ley por encima de vivir el amor fraterno. Eso sería desastroso. Así se nos enseña que la prioridad es la persona y no la institución, la prioridad es el amor y no la ley, la prioridad es el servicio y no el cumplimiento de normas, la prioridad es hacer el bien y no la rigidez legalista.

Muchas veces nos llenamos de normas tan estrictas y minuciosas que ahogan la vida y roban la alegría de vivir. Y así podemos caer en el cumplimiento meramente exterior. Podemos quedarnos con el cumplimiento frío y desencarnado, pero no vivimos el amor. El cumplimiento exterior puede oprimir, en cambio el amor siempre da vida y libertad. Porque solo el amor libera y vivifica.

"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10)

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