Color: MORADO
9 de marzo de 2020
REFLEXIONANDO LA PALABRA
El profeta Daniel en un momento de oración reconoce la
grandeza del Señor y confiesa el amor que Dios nos tiene; este reconocimiento
es hoy para nosotros una invitación por parte de las lecturas que nos propone
la Liturgia. Este texto hace un recorrido por las actitudes que hemos de tener
en la oración: reconociendo que Dios nos ama y guarda su alianza con nosotros,
reconociendo que somos pecadores y nos apartamos de los mandamientos de Dios,
reconociendo que no escuchamos atentamente la Palabra de Dios.
Cuando reconocemos que el Señor es grande, descubrimos
que nosotros somos pequeños. Al orar es preciso reconocer nuestra pequeñez,
nuestra condición de pecadores; así el Profeta Daniel va descubriendo el
pecado, la iniquidad, la maldad, la condición humana y en nuestra oración
también nosotros por “ser pequeños” reconocemos que somos pecadores.
La súplica del salmista la hacemos nuestra y
recordamos la compasión y el perdón que Dios nos otorga. La acción de gracias
es nuestra respuesta.
Hijos de Dios Padre
Ubicado este pasaje evangélico después del discurso de
la Bienaventuranzas, somos invitados como hijos de Dios Padre a ser
misericordiosos como Él. Al comenzar la segunda semana de Cuaresma, el
Evangelio nos recuerda la actitud que hemos de tener con el prójimo,
invitándonos a través de las palabras de Jesús a ser compasivos y
misericordiosos, a no juzgar y no condenar, a perdonar y a dar.
Luego añade el término “medida” para ayudarnos a
entender que esa compasión, misericordia, juicio, condena o perdón que practiquemos
con los demás es igual que la que recibiremos del Padre hacia nosotros. A pesar
de afirmar que la medida que usemos será la que usen con nosotros, el juicio de
Dios no es condenatorio sino que es un juez que nos justifica, y su
misericordia nunca nos trata como merecen nuestros pecados, de hecho Jesús
afirma que Dios es así: misericordioso y compasivo y su medida es generosa,
colmada, remecida, rebosante.
Nuestra invitación para hoy es a ser buenos
cristianos: perdonando, no condenando, siendo compasivos, no juzgando, siendo
misericordiosos. Somos seguidores de Jesucristo, y sus palabras nos interpelan
a preguntarnos por nuestra vida cristiana y nuestro seguimiento a Jesús.
JOSÉ ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE
SACERDOTE
El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí. El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11) ✍
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