martes, 10 de marzo de 2020

Comentario: Miércoles, II Semana de Cuaresma




Color: MORADO

11 de marzo de 2020

¿Se paga el bien con el mal?
Desoír los oráculos del profeta Jeremías, maquinar contra él, fue la respuesta del pueblo tras Jeremías interceder por su desgracia ante Dios.

Jeremías, se pregunta si el precio del bien es el mal. Y no es una mala pregunta ante un mundo desagradecido. A lo largo de toda la historia de la salvación, se muestra a un Dios convencido de que ha de ser el alfarero que recrea sus piezas de barro cuando éstas le salen mal. Dios quiere destruir a su pueblo, pero se arrepiente cuando éste se convierte.

De alguna manera, Israel es un pueblo desagradecido con su Dios. No recuerda de cuánto lo ha liberado. Siempre hay un ídolo, una maldad, un pecado al que se adhieren antes que a Dios. Israel no agradece su liberación de la esclavitud.

Estamos asistiendo a una generación similar. Abuelos que crían prácticamente a sus nietos, y son olvidados después en su ancianidad, por hijos y nietos. El egoísmo y la falta de agradecimiento, el utilitarismo, se muestran como las causas, unidas al abandono irresponsable que viven los ancianos.

¿Es justo pagar el bien con el mal? No, no lo es. Es una irresponsabilidad. Está en juego el sentido de la justicia. El sentido de la vida. Además, es una forma egoísta de expresarse en la vida. La ingratitud es la consecuencia del egoísmo. La incapacidad de ver más allá de tus propios acontecimientos e intereses.

La ingratitud es tener un corazón sin alma ni recuerdos de amor ofrecido con generosidad, que olvida o desprecia los beneficios recibidos, es la ceguera del amor, la utilización de lo donado, la infravaloración de cuanto te han amado. Hacer daño a la persona que ha dado su vida por ti, optar por el mal, es desdeñar la importancia de la vida compartida. Es vivir la vida sin Dios.

Oremos en esta Cuaresma por cuantos abuelos son abandonados a su suerte por la ingratitud de sus hijos. Pidamos para que en su soledad encuentren a Cristo consuelo de los afligidos.

Dar la vida en rescate por muchos
En Andalucía, sur de España, se usa mucho la expresión “salir por peteneras”. Es una expresión que significa que te sales del hilo de la conversación. Desviar el discurso con una incongruencia, frecuentemente para no pronunciarse en una cuestión comprometida.

En este Evangelio sucede lo mismo. Mientras Jesús instruye a sus discípulos sobre lo que le va a suceder de forma profética: de su pasión, muerte y resurrección, la madre de los Zebedeos, pide los primeros puestos para sus hijos en el Reino de los Cielos.

Es una forma de no querer entender y aceptar el anuncio que Jesús les hace al pedir los primeros puestos para sus hijos. Jesús aprovecha la ocasión para instruirlos en el servicio. “No sabéis lo que pedís”, les dice. Y les pregunta si son capaces de beber el cáliz de la amargura qué Él (Jesús) va a beber.

Aunque la respuesta a la pregunta de Jesús fue afirmativa por parte de los Zebedeos, Jesús les instruye sobre el servicio. El primero de todos es el que se pone al servicio de los demás, y pasa por ser el último. No cabe el lenguaje de la tiranía y la opresión en medio de la Nueva Iglesia establecida por la Sangre de Cristo en la Cruz.

A veces comprendemos las relaciones en la Iglesia como una forma de poder y prestigio. No deja de ser un error seguir evitando el tema del servicio que estableció Cristo con su lenguaje de cercanía y ternura de Dios para con los más desfavorecidos. Un lenguaje universal e inclusivo de salvación. La Iglesia, con sus instituciones caritativas abre oportunidades a los más necesitados. Los gestos que el Papa Francisco está teniendo con los pobres, abriendo partes de las propiedades de la Iglesia, para que sean atendidos, no deja de ser un gesto proféticamente actual en la línea que predicó Cristo: El servicio. Dar la vida en rescate por muchos.

Servir con Cristo ha de ser nuestro compromiso. Hemos de mirar bien nuestro papel y nuestro posicionamiento en la Iglesia. No podemos salir por peteneras para no comprometernos con los más necesitados. En esta cuaresma se nos pide una oración más reflexiva. Oremos para que nuestro servicio a los más necesitados esté más presente en nuestros trabajos y actitudes.

JOSÉ ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE
SACERDOTE

El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí.  El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11)


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