(Santa Catalina de Siena)
29 de abril de 2020
El Evangelio de hoy en AUDIO
REFLEXIONANDO LA PALABRA
El pan del milagro y el de la promesa
De entrada, un recuerdo y un respeto para los que hoy
pudieran leer esta reflexión y no tengan ni un trozo de pan para llevarse a la
boca. Como aquellos israelitas que seguían a Jesús, también en nuestros días
hay muchas personas que pasan necesidad. Sabiéndolo y por sensibilidad
solidaria y fraterna, quiero empezar añorando no poder parecerme más a Jesús al
compadecerse de aquellas gentes. Mi cercanía y comprensión para ellos.
Jesús hoy proclama el discurso del pan de vida. Tiene
lugar a continuación de la multiplicación de los panes y los peces. Con aquel
milagro, Jesucristo consigue un éxito entre la muchedumbre muy notable. Este es
el marco de referencia de la reflexión de este día.
Tan notable fue el éxito que quisieron hacerle rey. Y
Jesús, a quien no le gustaba la idea en absoluto, se escabulló y huyó solo a la
montaña. Se sentía contrariado. “Me buscáis –dice Jesús- no porque habéis visto
los milagros, sino porque comisteis hasta saciaros”. Las gentes se han saciado
de un alimento perecedero y da la impresión de que ya no quieren saber de otros
alimentos, de otras necesidades. Jesús piensa en el hambre de la belleza, de la
bondad, de la verdad, de la justicia, de la libertad; de la necesidad que todos
tienen de querer y ser queridos, de valorar y ser valorados. Ellos buscaban
sólo pan y Jesús les dio pan. Pero, a continuación, les habló de otro pan, de
otro alimento, y ya no se sintieron atraídos lo más mínimo por la oferta.
Pero, Jesús les habla con claridad meridiana: “Yo soy
el pan de vida”, el alimento que merece la pena, la auténtica fuerza que hace
posible caminar sin equivocarse, que posibilita la libertad, y, lo que es más,
la inmortalidad: “el que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no
pasará nunca sed”.
¿Qué obras tenemos que hacer?
Estas afirmaciones escandalizaron entonces y algunos
dejaron de seguirle; afirmaciones similares han seguido escandalizando y
bastantes siguen caminos distintos a los marcados por Jesús. Pero, los que le
siguieron le hicieron una pregunta que hemos seguido haciéndosela sin
interrupción: ¿Qué hacer para creer? ¿Qué trabajos, qué obras necesitamos para
creer y no pasar más hambre ni sed?
Y Jesús vuelve a la carga: La obra que Dios quiere es
que creáis en el Hijo; que os fieis de él; que le hagáis caso. Porque la fe es
don y es compromiso. Es don de Dios y es compromiso de la persona creyente.
Este compromiso nos llevará a trabajar por el alimento que no perece, sin
descuidar el perecedero que, a su vez, es también necesario. En la vida del
creyente se impone la armonía: saber usar y valorar los bienes de aquí abajo,
pero cuidando y sobrevalorando los bienes eternos. Aquéllos nos llevarán a estos.
Todo en su sitio, nosotros en el nuestro y Jesús en el suyo.
¿Cómo armonizo el alimento del cuerpo y las
necesidades del alma? ¿Cómo ando de coherencia a la hora de trabajar por el
alimento que perdura?
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
““La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea
nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117)✍
Hechos que son Noticias
Covid-19 o el desvelador silente
Cristian
Peralta, SJ



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