martes, 28 de abril de 2020

Comentario: Miércoles de la III Semana de Pascua




(Santa Catalina de Siena)


Color: BLANCO

29 de abril de 2020

El Evangelio de hoy en AUDIO

REFLEXIONANDO LA PALABRA

El pan del milagro y el de la promesa
De entrada, un recuerdo y un respeto para los que hoy pudieran leer esta reflexión y no tengan ni un trozo de pan para llevarse a la boca. Como aquellos israelitas que seguían a Jesús, también en nuestros días hay muchas personas que pasan necesidad. Sabiéndolo y por sensibilidad solidaria y fraterna, quiero empezar añorando no poder parecerme más a Jesús al compadecerse de aquellas gentes. Mi cercanía y comprensión para ellos.

Jesús hoy proclama el discurso del pan de vida. Tiene lugar a continuación de la multiplicación de los panes y los peces. Con aquel milagro, Jesucristo consigue un éxito entre la muchedumbre muy notable. Este es el marco de referencia de la reflexión de este día.

Tan notable fue el éxito que quisieron hacerle rey. Y Jesús, a quien no le gustaba la idea en absoluto, se escabulló y huyó solo a la montaña. Se sentía contrariado. “Me buscáis –dice Jesús- no porque habéis visto los milagros, sino porque comisteis hasta saciaros”. Las gentes se han saciado de un alimento perecedero y da la impresión de que ya no quieren saber de otros alimentos, de otras necesidades. Jesús piensa en el hambre de la belleza, de la bondad, de la verdad, de la justicia, de la libertad; de la necesidad que todos tienen de querer y ser queridos, de valorar y ser valorados. Ellos buscaban sólo pan y Jesús les dio pan. Pero, a continuación, les habló de otro pan, de otro alimento, y ya no se sintieron atraídos lo más mínimo por la oferta.

Pero, Jesús les habla con claridad meridiana: “Yo soy el pan de vida”, el alimento que merece la pena, la auténtica fuerza que hace posible caminar sin equivocarse, que posibilita la libertad, y, lo que es más, la inmortalidad: “el que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed”.

¿Qué obras tenemos que hacer?
Estas afirmaciones escandalizaron entonces y algunos dejaron de seguirle; afirmaciones similares han seguido escandalizando y bastantes siguen caminos distintos a los marcados por Jesús. Pero, los que le siguieron le hicieron una pregunta que hemos seguido haciéndosela sin interrupción: ¿Qué hacer para creer? ¿Qué trabajos, qué obras necesitamos para creer y no pasar más hambre ni sed?

Y Jesús vuelve a la carga: La obra que Dios quiere es que creáis en el Hijo; que os fieis de él; que le hagáis caso. Porque la fe es don y es compromiso. Es don de Dios y es compromiso de la persona creyente. Este compromiso nos llevará a trabajar por el alimento que no perece, sin descuidar el perecedero que, a su vez, es también necesario. En la vida del creyente se impone la armonía: saber usar y valorar los bienes de aquí abajo, pero cuidando y sobrevalorando los bienes eternos. Aquéllos nos llevarán a estos. Todo en su sitio, nosotros en el nuestro y Jesús en el suyo.

¿Cómo armonizo el alimento del cuerpo y las necesidades del alma? ¿Cómo ando de coherencia a la hora de trabajar por el alimento que perdura?

José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote

““La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117)




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