viernes, 3 de abril de 2020

Comentario: Sábado, V Semana de Cuaresma




Color: MORADO

4 de abril de 2020

REFLEXIONANDO LA PALABRA

"Los congregaré de todas partes para conducirlos a su tierra"
Ezequiel y Jeremías dan fe del perdón de Dios a su pueblo. En su infinita misericordia, Dios, olvida el motivo que hizo que se dispersaran por el mundo conocido. Dios propone no volver a permitir que Israel se divida nuevamente en dos reinos; serán uno y estarán regidos por un único rey.

Pero el pueblo santo volverá nuevamente a alejarse de la alianza y, abandonando a Dios, se entrega en brazos de la maldad y la idolatría y nuevamente volverán al exilio. Los reyes Josías, Joaquín y Sedecías, se van a pervertir y, despreciando los avisos proféticos, van a caer en manos de Babilonia, donde sufrirán el cautiverio anunciado por los dos profetas, arrastrando con ellos al pueblo.

Dios ha elegido al Pueblo israelita y le ha impuesto una ley sencilla, muy exigente en la observancia, pero fácil de seguir. El pueblo, con sus reyes a la cabeza, van a depreciar la ley de Yahvé, tal vez por ser demasiado simple, y se entregarán a las prácticas idolátricas de los pueblos vecinos, desafiando las llamadas a la conversión y el arrepentimiento de los enviados a corregir los desvíos.

Ante la contumacia del pueblo, Dios va a permitir que Nabucodonosor derrote a los judíos, destruya el templo, esclavice a miles de personas, y lleve cautivos.

Puede que nosotros estemos también en sintonía con estos reyes y opuestos a los mensajes que los profetas de entonces y ahora nos dirigen. Es posible que nos arriesguemos a la esclavitud que el consumismo y la falta de solidaridad nos va a producir.

"Conviene que muera uno por el pueblo"
El Evangelio de Juan nos cuenta la situación entre el pueblo después de resucitar Jesús a Lázaro. Muchos creyeron en él, nos dice, pero otros fueron a contarlo a los fariseos, a los que faltó tiempo para convocar el Sanedrín. Tienen miedo de que los invasores romanos acaben con su acomodada vida y puedan destruirlo todo, pero especialmente el templo, acabando con su elevado estatus social y su medio de vida ligada al sacerdocio.

Si lo pasamos a los tiempos actuales no será difícil encontrar semejanzas con nuestras propias vidas, nuestros intereses, y así llagaremos a justificar que sea conveniente que muera uno por el pueblo, no importa que sea culpable o inocente, lo que interesa es que muerto el que estorba, los demás vivamos tranquilos, felices y contentos. Nos lavamos las manos ante los crímenes que se producen a nuestro alrededor o de los que nos llegan noticias a través de los medios de comunicación, y no hacemos nada. Como mucho puede que aplaudamos los actos que autoridades y sacerdotes quieren imponernos, sin importar que sean acordes con el sencillo mensaje que Cristo nos dejó y nos sigue dejando: Solo el amor podrá salvarnos.

Se están gestando y brotando leyes que se oponen a Dios frontalmente y nos quedamos callados o las aplaudimos a veces solo porque van contra la Iglesia o contra la jerarquía. Una jerarquía que a veces parece que no tiene a Cristo como Maestro, o nos hacen ver que es así. Puede que el uso de los medios esté dirigido a crear tipos de conciencia que nos hagan creer que es bueno que muera uno por el pueblo, justificándolo con un supuesto peligro general realmente inexistente.

José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote

El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí.  El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11)



Domingo de RAMOS.  Ciclo A

5 de abril de 2020




Vía Crucis (El Camino de la Cruz)           

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