3 de mayo de 2020
El Evangelio de hoy en AUDIO
REFLEXIONANDO LA PALABRA
¿Qué tenemos que hacer?
Es la pregunta que también nosotros nos hacemos en
estos momentos de incertidumbre e inseguridad, cuando nos sentimos
especialmente frágiles. Ahora que no hay respuestas para ninguna de nuestras
cuestiones, al menos de forma inmediata. Se nos invita a convivir con interrogantes
y dudas, a asumir que no lo podemos saber ni controlar todo. A adentrarnos
en el silencio, puerta del Misterio, que
acoge, acepta, contempla y deja a Dios seguir trabajando. A Pedro le
preguntaban desde el descontento y la culpabilidad (“vosotros le
crucificasteis”) y el fracaso de experiencias religiosas frustrantes. El
apóstol no tiene una receta mágica. Sólo invita al cambio de vida y a la
acogida de un Dios que se vive, no que se conoce intelectualmente (“convertíos
y bautizaos”). ¿No seguirá siendo actual la invitación en esta realidad
presente? Cuando todo nos empuja a dar un giro a nuestros hábitos diarios y a
buscar lo más auténtico y real de la vida humana…
Sus heridas nos han curado
La muerte, la enfermedad y el dolor nos han visitado,
nos han herido y aún sangran en muchas de nuestras familias. La herida
desconcierta y urge a defenderse de ella. ¡Es una pelea frustrante! Y solemos
perder en el intento. Vivir con heridas es propio de lo humano. En la Pascua se
nos permite ver a un Resucitado con heridas aún calientes, que no lucha contra
ellas, sino que las muestra victorioso, como la marca de su triunfo, la señal
de una vida fuerte e inmortal. A nuestras heridas, que tenemos el derecho a
llorarlas, les quiere hablar un Dios herido. Él nos entiende, nos escucha, nos
puede abrazar con autoridad en nuestro dolor. ¿Cuáles son tus heridas y cómo
Cristo puede hablarles?
Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas
Muchos, en este deseo de cambiar de hábitos y de
estilos de comportamiento, se plantean volver. ¿A dónde? A lo real, a lo que es
humano y humaniza, a lo que toca el encuentro, lo profundo, lo auténtico.
Volver al espacio en el que ya estuvimos porque fuimos engendrados. En ese
regreso, la experiencia de fe, que toca con lo más sagrado de la persona, tiene
mucho que aportar. Volver es el verbo de la conversión, de la experiencia
esencial cristiana. Volver a Cristo es urgencia para nosotros, creyentes, en
todo tiempo. Y acompañar a los que quieren volver parece una misión de auténtica
evangelización en este momento. ¿Cómo, a quién podemos acompañar hacia Cristo
en estas circunstancias?
Hay una puerta
Los pastores que trashumaban con los rebaños buscaban,
para pasar la noche y recogerlos, espacios naturales más o menos protegidos.
Sin puerta física que sirviera de protección, el pastor a quien le tocaba velar
por la noche, se acurrucaba en la entrada, vigilando y defendiendo frente a las
fieras. ¡Él era la puerta! No era entonces un instrumento de paso, sino de
defensa. Frente al ladrón que solo quiere hacer daño o los rapaces que buscan
su alimento… ¿Quién nos defiende ahora? El Resucitado vigila y cuida de los
suyos. No estamos a merced de la incertidumbre y la inseguridad. Él tiene en
sus manos nuestro destino, y eso es consolador… ¡Cristo no es puerta que
cierra, limita o separa, sino guarda que protege, cuida y prepara para un
futuro mejor!
Tenemos un pastor
Estamos cuidados. No vivimos desamparados o a merced
de repentinos brotes (o rebrotes) víricos. Sentir esa sensación desde lo
profundo nos fortalece y empuja a vivir con sentido todo lo que nos pasa. El
pastor conoce a las ovejas y ellas se sienten seguras ante su voz; las saca,
camina delante de ellas, las llama, le siguen… ¡Qué sensación de acompañamiento
y de seguridad! Estamos cuidados, protegidos. O lo que es lo mismo: en medio de
este caos somos conocidos, somos amados. ¿Lo experimentamos así? ¿Damos a
conocer que éste es el núcleo de nuestra fe?
Jesús vive y te quiere vivo
En estas semanas estamos reconociendo a los “nuevos
héroes”: los que realizan a conciencia su trabajo, incluso jugándose la salud
en él. ¡Lo hacen por vocación, nos dicen ellos! Porque se han sentido llamados
y han encontrado su sitio en un servicio que viven con pasión. Estos “héroes”
de ahora viven en plenitud y contagian vida… En este Domingo oramos para que,
como ellos, muchos encuentren su vocación en el servicio. A cualquier estado de
vida, pero desde Cristo Servidor. Pedimos que ellos, los jóvenes y todos, no
nos quedemos a medias en la vida. Pedimos que se despierte en nosotros, como
nos invita el Papa Francisco, ánimo frente a la fatiga; gratitud porque no
estamos solos y alabanza porque el Señor calma nuestras tempestades.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
““La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea
nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117)✍
Hechos que son Noticias
Covid-19 o el desvelador silente
Cristian
Peralta, SJ
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