7 de mayo de 2020
El Evangelio de hoy en AUDIO
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Juan los dejó y se volvió a Jerusalén
En este tiempo de Pascua estamos leyendo el libro de los Hechos de los
apóstoles en el que se nos narra la vida y misión de aquellos primeros hermanos
nuestros. En concreto a partir del capítulo 13 comienzan los viajes misioneros
de Pablo. El texto nos sitúa en el primer viaje, en el que tras salir de
Antioquia de Siria, llegan a la isla de Chipre, de ahí saltan a Asia Menor, y
después de pasar por Perge, llegan a Antioquia de Pisidia. Los evangelizadores
son tres: Bernabé, Saulo y Juan Marcos, sin embargo, este último ya al inicio
del viaje, en Perge, abandona la misión. El libro de los Hechos no nos dice las
razones, pero no es difícil intuir que las dificultades y peligros de la tarea
evangelizadora, sólo son superados por los misioneros más audaces y
apasionados.
La estrategia misionera que realizan Pablo y Bernabé es siempre la misma.
Primero acuden a la sinagoga donde predican a los judíos. Suponen que el pueblo
de Israel que conoce la historia de la salvación podrá entender más fácilmente
que las promesas mesiánicas se han cumplido en Jesús de Nazaret, aunque no
siempre es así. Comienzan la predicación con la liberación de la esclavitud y
la salida de Egipto, la entrada en la tierra prometida, pasando por los
reinados de Saul y David, al que el Señor le promete que de su descendencia
nacería el Mesías liberador. Pablo y Bernabé anuncian que ese Mesías es Jesús
de Nazaret. El texto parece que queda cortado y continuará mañana. Pero por lo
pronto ya nos interroga: ¿Desertamos de la misión que nos encomienda el Señor
por las dificultades que entraña, por apatía, por falta de pasión? ¿Tenemos
estrategias adecuadas para el siglo XXI en nuestra misión evangelizadora?
El enviado no es más que quien lo envía
Estas palabras de Jesús se pronuncian en el discurso de despedida, en la
llamada última cena. El texto comienza con un dicho del Maestro en relación con
el enviado; lo compara al criado que no es más que su amo, así el enviado, no
es más que el que lo envía. Por ello si el Señor va a entregar su vida por
amor, aquellos que Él va a enviar, también habrán de dar su vida por amor. No
obstante, Él conoce la debilidad de sus discípulos, porque sabe bien a quienes
ha elegido, incluso es capaz de anticipar con palabras de la Escritura lo que
va a hacer Judas. Y todo ello lo comunica para que cuando suceda, crean en Él.
El texto termina con otro dicho del enviado, ahora en clave de cascada. El
que recibe al enviado por Jesús, recibe al mismo Jesús; y el que recibe a
Jesús, recibe al Padre que lo envió; quien acoge a los primeros, les provee sus
necesidades, y recibe su mensaje, es como si lo hiciera con el mismo Jesús, y a
su vez con el Padre. Los discípulos que vamos a la misión no vamos en nombre
propio, vamos en nombre de Jesús y en nombre del Padre. Nuestro mensaje, gestos
y acciones los realizamos porque hemos sido enviados por Otro. No somos
protagonistas ni fuente de aquello que llevamos, somos mensajeros,
transmisores, portadores de la buena Noticia de Jesús. Si esto lo hiciéramos
así, nuestros fracasos en la misión también los viviríamos desde otra
perspectiva. Ahora puedo preguntarme: ¿Cuándo voy a la misión soy consciente
que no soy el protagonista, sino que voy enviado por Otro? ¿Caigo en la cuenta que
no llevo mi mensaje sino el mensaje de Jesús? ¿Tengo esto presente también en
mis fracasos en la misión?
JOSE ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE SACERDOTE
“La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea
nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117)✍
Hechos que son Noticias
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