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12 de
mayo de 2020
“La paz que da el Señor”
Jn 14, 27-31ª. El
Evangelio de hoy en AUDIO
Si nos fijamos bien en el texto del evangelio de ayer,
el mismo concluía con la promesa del Espíritu como maestro y mentor de todo lo
que Cristo dijo en su vida a los discípulos, el texto que corresponde para hoy
(Jn 14, 27.31a) empieza con otro don de Jesús a los suyos al despedirse de
ellos. “La paz les dejo, mi
paz les doy. Pero yo no doy la paz como la da el mundo”. La paz de Cristo es el conjunto de todas las
bendiciones mesiánicas de la nueva alianza, contenidas en una palabra: VIDA y
en una realidad clave: salvación de Dios.
Como el don de la paz que otorga Jesús es él mismo, con sobrada razón
podremos llamar a Cristo “nuestra paz”, como nos dice san Pablo (Ef 2,14).
En este sentido, la paz
de Cristo difiere absolutamente de la paz que da el mundo. La paz de Dios es don gratuito que brota del
favor divino, es decir del amor del Padre y de Jesús a los suyos, que así se
saben amados y reconciliados con Dios. Por
eso es distinta de la paz interesada y temporal que da el mundo, cifrada
básicamente en la ausencia de guerra y de violencia o bien el equilibrio de
fuerzas.
La paz de arriba
alienta en el creyente la alegre seguridad de la permanente presencia de Cristo
por su Espíritu: “Que no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: Me voy y vuelvo a su lado”. La partida de Jesús, que es el contexto
ambiental que flota en toda esta sección del discurso de despedida, no debe provocar
en nosotros miedo y desazón, sino paz y alegría, porque, de hecho, Cristo va la
gloria del Padre, de quien vendrán a nosotros todas las bendiciones con su paz.
“Si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito” (Jn 16,7).
Te glorificamos, Señor
Dios nuestro,
Porque Cristo selló con
su sangre la nueva alianza.
Desde entonces él es
nuestra paz definitiva
Y son posibles los
dones de tu amor: gracia y salvación, favor divino y reconciliación con Dios y
los hermanos.
“Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal
temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios;
unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa” (Sal 23)✍
Hechos que son Noticias
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