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26 de mayo de 2020
El Evangelio de hoy
en AUDIO
“La oración de Jesús” (Jn 17, 1-11a)
Tanto la primera
lectura (Hc 20, 17-27) como el evangelio de hoy respiran un clima de
despedida. Pablo reúne a los presbíteros
de Éfeso para decirles adiós, y Jesús se despide
también de sus discípulos. En ambos
casos flota una atmósfera de oración. A
partir de hoy, durante 3 días, leeremos fragmentado el capítulo 17 de san Juan,
que es uno de lo más sublimes del cuarto evangelio. Jesús concluye su coloquio final con los
discípulos dirigiendo su oración al Padre.
Una oración que resume el significado de toda su vida y que trasciende
el tiempo y el espacio para alcanzar a los discípulos de Cristo de todos los
tiempos.
A
partir de siglo V, ya desde san Cirilo de Alejandría, se ha calificado esta
oración de Jesús como “sacerdotal”, viendo en ella un himno de consagración en
el que el Hijo se ofrece al Padre como sacrificio perfecto que, sobre el altar
de la cruz, hará posible su glorificación.
Pero no se puede exagerar está línea sacrificial, pues el tema central,
como iremos viendo, no es tanto el sacrificio de Cristo mediante la entrega de
su vida cuanto su vuelta al Padre y la oración por la unidad de los suyos.
Los
evangelistas sinópticos hablan muchas veces de los frecuentes y largos momentos
de oración de Jesús; pero no nos dan su contenido, excepto en el texto del
padrenuestro. Juan si lo hace en el capítulo 17, en el que distinguimos estas
tres secciones: 1ra. Jesús pide al Padre ser glorificado, una vez concluida su
obra reveladora. Es propio de la
cristología de Juan ver toda la vida de Cristo, desde el prólogo al final,
incluso su muerte, como expresión de su propia gloria divina. 2da. El Señor ora al Padre por los que él le
ha confiado y viven todavía en el mundo, para que los santifique en la verdad
lo mismo que Cristo se consagra por ellos, y para que sean uno con él y el
Padre. Es la oración por la comunidad presente.
3ra. Jesús, ora, finalmente, por cuantos creerán en él gracias por la
palabra de los discípulos, para que, viviendo unidos con él y entre sí, el
mundo crea que Cristo es el enviado del Padre.
Es la oración por la comunidad futura.
Padre,
hoy nuestra oración se une a la de Jesús
en
el cenáculo cuando era inminente su hora,
la
hora de compartir el pan y el vino nuevos del Reino,
la
hora de mostrar todo su amor con la mayor prueba:
entregando
su vida por aquellos que amaba.
Así
completó la obra que tú, Padre, le confiaste.
Glorifica
ahora a tu Hijo Jesús. Su hora es la
nuestra,
y tu
glorificación es la esperanza de cuantos sufrimos
anhelando
un futuro de liberación y la vida nueva
que
brota incontenible de la resurrección de Cristo.
“Porque
Dios es el Rey del mundo, toquen con maestría. Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado” (Sal 46) ✍️
Hechos que son Noticias
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