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BLANCO
20
de mayo de 2020
El Evangelio de hoy en AUDIO
Al Dios desconocido
Pablo se encuentra en un escenario idolátrico. Tiene
que hablar a un público politeísta. Muchos dioses comparten la vida de los
habitantes de Atenas, a los que Pablo refiere como “nimios en lo que toca a
religión”; es decir, extremadamente religiosos. Pablo era considerado un
charlatán, pero percibió en medio de las exageraciones religiosas algo
alentador para su predicación: un altar al Dios desconocido.
Pablo apostó por ese Dios desconocido para profundizar
en el mensaje de Dios del cielo y de la tierra, que da la vida y el aliento a
todos, y que no habita en construcciones humanas, ni en fantasías humanas. Dios
pasa por alto aquellos tiempos de ignorancia, y manda a los hombres de todas
partes que se conviertan.
El mensaje de Jesucristo queda abierto a otros
pueblos, ahora para los atenienses, pero la broma y la indiferencia fue la
respuesta. Digamos que Pablo no tuvo éxito entre tantos dioses.
La sociedad actual ha dilatado imágenes de personajes
famosos hasta convertirlos en héroes; lo hemos visto con el mundo del deporte,
de la economía… ¿cuál ha sido su visibilidad en el tiempo de pandemia? La
actual pandemia global ha fijado la mirada en los médicos como tales héroes,
una mirada merecida, ciertamente. Sin embargo, me pregunto cuánto les durará
tal alabanza, aquellos que incluso en el pasado tuvieron que pedir medidas
extraordinarias de protección por el maltrato que recibían por la sociedad.
Lo cierto es que tendemos a erigir altares, y poner en
pedestales fácilmente, incluso de manera exagerada, pero no nos religamos a
nada. Ni siquiera el hecho de haber temido por nuestra vida. ¿Cómo se expresará
el reinicio de nuestra sociedad?
El Dios desconocido, al que negamos con tanta
facilidad, y de manera exagerada, Jesucristo muerto y resucitado, el Dios de la
alegría y la ternura, sigue pasando por nuestra vida con su mensaje de paz y
perdón, busca ser encontrado también por esta sociedad, que siente fragilidad y
miedo. El Dios de Jesucristo es el que
impulsa cada paso hacia un nuevo despertar, pero hoy es el gran desconocido, en
medio de tantos dioses insignificantes, pero exageradamente idolatrados.
El espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena
El Evangelio de Juan, que la liturgia de hoy nos
propone, comienza con las palabras de Jesús diciendo a sus discípulos: “Muchas
cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora”. Jesús
tiene una pedagogía; sus discípulos han de comprender el sentido de su paso por
nuestro tiempo, no quiere sobrecargar la capacidad del ser humano para
comprender el plan de Dios, la instauración de su Reino, el lenguaje de las
bienaventuranzas. Ahora toca el tiempo del sosiego, de permitir que cuaje sus
enseñanzas, de profundizar cada palabra y cada acontecimiento.
No es un Dios que no haya dejado solos; su aliento de
vida, su Espíritu de Verdad será nuestro guía hacia la comprensión del Misterio
de Dios. Él nos comunicará lo que está por venir.
Sin embargo, tampoco es un Dios que no nos deje actuar
en la historia, no es un Dios que nos vuelva dependientes de su decisión. No
esperamos su decisión, esperamos saber interpretar cuál es su voluntad. Pero,
¿dónde está la voluntad de Dios una vez pasada la tragedia? ¿cómo comprenderla?
Una cosa es cierta, sólo quien es capaz de transcender
el dolor, sanar su herida, es capaz de reconocer cómo Dios ha estado en su vida
dando aliento, recreándola. Pero para eso hace falta ganar en libertad,
demasiados prejuicios obnubilan nuestra capacidad de decisión.
Después de la tragedia, hay que volver a respirar a
pleno pulmón; pero, no podemos volver a respirar como antes, algo ha cambiado,
no seremos los mismos, la vida ha sido tocada. No podemos volver a acelerarnos
en la vida. Quizás, tengamos la tentación de repetirnos que sólo se vive una
vez, y que hay que aprovechar la vida. Sin embargo, la cuestión es medir cómo
aprovecharla y como vivir a partir de ahora.
Es la oportunidad del ahora de Dios, del presente de Dios,
de buscar encontrarte cara a cara con tu propia realidad divina, dejarte guiar
por el Espíritu de verdad, una verdad que resuene de otra forma.
Me ha impresionado contemplar la soledad del Papa
Francisco en esta Semana Santa. Pero lo que más me ha impresionado ha sido una
cosa; a pesar de toda su soledad: rezaba, celebraba buscaba en su interior
comunicar una esperanza, un aliento para la humanidad, expresaba su fe y su
convicción. Estaba convencido de la comunión de la Iglesia, un papa solo, pero
acompañado. Los medios de comunicación y redes sociales han sido su aliado.
Ahora podemos comprender un modo nuevo de ser Iglesia, de vivir la comunión, de
orar y de alentar a la humanidad.
JOSÉ ALIRIO LAGAREJO PALOMEQUE SACERDOTE
“Elévate
sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria”
(Sal 56)✍
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