(SAN JUAN DE CAPISTRANO PATRONO DE LOS CAPELLANES MILITARES)
Color: VERDE/BLANCO
23 de octubre de 2019
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
6, 12-18
Hermanos:
No permitan que el pecado reine en sus cuerpos mortales,
obedeciendo a sus malos deseos. Ni hagan de sus miembros instrumentos de
injusticia al servicio del pecado, sino ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como
quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos
de justicia al servicio de Dios. Que el pecado no tenga más dominio sobre
ustedes, ya que no están sometidos a la Ley, sino a la gracia.
¿Entonces qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos sometidos a
la Ley sino a la gracia? ¡De ninguna manera! ¿No saben que al someterse a
alguien como esclavos para obedecerle, se hacen esclavos de aquel a quien
obedecen, sea del pecado, que conduce a la muerte, sea de la obediencia que
conduce a la justicia?
Pero gracias a Dios, ustedes, después de haber sido esclavos
del pecado, han obedecido de corazón a la regla de doctrina, a la cual fueron
confiados, y ahora, liberados del pecado, han llegado a ser servidores de la
justicia.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor
SALMO Sal 123, 1-3.
4-6. 7-8 (R.: 8a)
R. Nuestra ayuda
está en el nombre del Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
nos habrían devorado vivos.
Cuando ardió su furor contra nosotros. R.
Las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,
nos habrían sumergido las aguas turbulentas.
¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó
como presa de sus dientes! R.
Nuestra vida se salvó como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y nosotros escapamos.
Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 39-48
Jesús dijo a sus discípulos: «Entiéndanlo bien: si el dueño
de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las
paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
llegará a la hora menos pensada.»
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices
para nosotros o para todos?»
El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y
previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la
ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al
llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará
administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”,
y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a
beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo
castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo
las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá
un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será
castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le
confió mucho, se le reclamará mucho más.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONADNDO LA PALABRA
Pablo llega a considerar el cuerpo humano como el templo del
Espíritu Santo, miembro de Cristo, símbolo de la Iglesia; y exhorta por lo
tanto a que no reine el pecado en nuestro cuerpo mortal, obedeciendo a sus concupiscencias.
El cuerpo ha de estar sin pecado, santificado hasta
constituir una ofrenda sagrada digna del Altísimo.
Habiendo sido, por gracia, justificado por Cristo, el
creyente es un hombre nuevo que tiene que poner todo su ser al servicio de esta
«justicia» que Dios ha concedido gratuitamente. San Pablo no dice: «hagan obras
buenas para ser justos» porque ésta sería la doctrina farisaica judía, sino
que, porque «somos justos, tenemos que vivir según esta justicia».
Así, lo que rige la vida del cristiano, es el dinamismo
interior de la fe. El hombre llega a ser justo, primero y esencialmente en
virtud de la «acción de Dios» en él, que se ha de recibir por la fe, pero que
Dios mismo opera en lo íntimo de su ser.
La condición humana se expresará en el dilema de hacemos
esclavos del pecado o hacernos, libremente, esclavos de Dios. Toda la vida
cristiana consiste en esta elección. Someterse a Dios, es la única verdadera
libertad. El que ama se ajusta espontáneamente a la voluntad de aquel a quien
ama.
La obediencia a Cristo nos lleva a la Vida. La obediencia al
pecado nos lleva a la muerte. No podemos servir, al mismo tiempo, a Dios y al
demonio. No podemos decir que permanecemos en la gracia, si al mismo tiempo,
vivimos pecando. Quienes viven pecando no conocen ni tienen con ellos a Dios.
Los que tenemos a Dios por Padre, nos hemos de comportar a la altura de nuestro
ser de hijos de Dios, llevando una vida intachable y justa a los ojos del
Señor.
Estas parábolas nos muestran que el tiempo de la espera es
tiempo de servicio. El reino se refleja de forma decisiva en el hoy de nuestra
vida. La primera parábola denuncia la actitud de Israel de haberse confiado
demasiado en su condición de pueblo elegido y no asumir los compromisos que
implicaban ser el pueblo de la alianza.
Pedro, con su pregunta, pone de manifiesto que quizá en su
interior se sentía muy seguro del Reino. Ya no tenía nada que temer dado que
había sido elegido responsable. La respuesta de Jesús aclara que cuanto mayor
es la responsabilidad, tanto más serán también las cuentas a rendir.
La segunda parábola es otra denuncia contra la actitud
obstinada de Israel que no se mantuvo despierto luchando diariamente por hacer
posible el proyecto de Dios.
El llamado a la vigilancia va dirigido especialmente a los
responsables de la comunidad, que tienen el encargo especial de velar por el
rebaño. La tentación típica al tardar el Señor, es la de olvidarse de que sólo
se es administrador, y actuar como si se fuera dueño buscando caprichosamente
el propio interés, explotando al rebaño y apacentándose a sí mismos.
El papel esencial del administrador es “dar a cada uno el
alimento a sus horas”, para lo cual es necesario vivir una doble fidelidad: al
amo y la comunidad. Fidelidad que es posible cuando se valora la gracia que se
nos ha confiado y estamos atentos a las necesidades de aquellos que nos fueron
encomendados. Si bien el administrador ha recibido mayores responsabilidades,
también ha recibido los dones para poder llevarlas a cabo.
Unida a su Señor, la Iglesia está llamada a ser un signo
visible del amor del Padre por la humanidad. Somos llamados a la vida para
algo, y ese algo es tan importante, que de él depende la plenitud de vida de
los hombres que comparten nuestra historia.
Llenos de todo, en una carrera muchas veces sin rumbo, por
superficialidad o por falsa humildad, los hombres dejamos de preguntarnos ¿qué
espera el mundo de nosotros? La vida espera algo de nosotros y tenemos una
misión en este mundo que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la
hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Tenemos que descubrir cuál es nuestro
camino y cuál es nuestra misión para que nuestra vida cobre sentido. El modo
desde el cual llegará la salvación, tomará el matiz que le imponga cada vida
particular, que haya aceptado la invitación del Señor.
Dios pone en nuestras manos su Vida y su Palabra. Aceptarlo
es entrar en comunión con su propio Hijo y hacer nuestra, tanto la vida, como
la misión del Enviado del Padre, continuando su obra de salvación en favor de
los hombres de nuestro tiempo, aún cuando en ese empeño tengamos que entregar
nuestra propia vida.
…”La conciencia de ser administradores y no dueños de lo que
se nos ha encomendado debe llevarnos a concebir nuestra libertad en términos de
responsabilidad”… Saint Exupery
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
"Yo he venido para que tengan vida y vida en
abundancia" (Jn 10,10)✍
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