Color: MORADO/BLANCO
6 de diciembre de 2019
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (29,17-24):
Esto dice el Señor:
«Pronto, muy pronto,
el Líbano se convertirá en vergel,
y el vergel parecerá un bosque.
Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro;
sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los
ciegos.
Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor,
y los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de
Israel;
porque habrá desaparecido el violento, no quedará
rastro del cínico;
y serán aniquilados los que traman para hacer el mal:
los que condenan a un hombre con su palabra,
ponen trampas al juez en el tribunal,
y por una nadería violan el derecho del inocente.
Por eso, el Señor, que rescató a Abrahán,
dice a la casa de Jacob:
“Ya no se avergonzará Jacob,
ya no palidecerá su rostro,
pues, cuando vean sus hijos mis acciones en medio de
ellos,
santificarán mi nombre,
santificarán al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel”.
Los insensatos encontrarán la inteligencia
y los que murmuraban aprenderán la enseñanza».
Palabra de Dios
Te alabamos Señor
Salmo
Sal 26,1.4.13-14
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
V/. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
V/. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
V/. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,27-31):
«Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y
Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron:
«Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
«Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó
severamente:
«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la
comarca.
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONANDO LA PALABRA
El pueblo de Israel, sometido al imperio de turno sabe
que en su tierra fue ciego y fue sordo. Sabe que en cierta forma él mismo es
responsable del mal que ahora padece. Pero el profeta no hace tanto énfasis en
el castigo, sino en el anuncio esperanzador de un tiempo nuevo: “los que sufren
volverán a alegrarse en el Señor, los pobres gozarán con el Dios Santo de
Israel”.
El profeta Isaías había presentado en el texto
anterior al que escuchamos, un oráculo contra los que quieren edificar su vida
sin tener en cuenta a Yahvé. Pero, a pesar de esto, no todo está perdido. El
profeta vislumbra como cercana la salvación total. Esta salvación está ya
presente en el corazón de los que esperan aunque no aparezca en el orden
externo.
Cuando los profetas en medio de la cultura palestina,
hablan de vergeles y de bosques, lo hacen desde un contexto en el que lo normal
es la sequedad, el calor, la infertilidad; situaciones, que el pueblo judío por
sí mismo no podía solucionar. Por eso, cuando el Profeta Isaías dice que el
Líbano está a punto de convertirse en un vergel, y el vergel en un bosque,
expresa la presencia de Dios, el Día del Señor. Y esto se completa con la
imagen de los sordos que oyen, los ciegos que ven, los oprimidos que se alegran
y los pobres que se gozan en el Dios de Israel.
El cambio de situación que vaticina el profeta incluye
además el castigo de quienes han oprimido y maltratado al pueblo: desaparecerán
los agresores, los descreídos, los injustos con el pobre y el inocente.
En el texto de la liturgia de hoy aparece la esperanza
de la acción reparadora de Dios, que comprende toda la creación: el desierto
será un vergel, y el vergel será un bosque frondoso; pero sobre todo, el nuevo
orden toca al hombre de manera definitiva: el tirano desaparecerá, reinará la
paz, la justicia y la salud.
Cuando triunfe el Mesías, cuando llegue su Reino y
todo sea transformado y el mundo redimido, no podrá existir el mal en ningún
sentido. Tanto el mal cósmico como el humano habrán desaparecido. Todos
escucharán y todos verán porque todos vivirán pendientes de la palabra de Yahvé
y de su voluntad salvadora.
Dos ciegos siguen a Jesús pidiéndole que los cure. Lo
llaman llenos de fe y de esperanza. La petición de estos dos hombres incluye
una confesión de fe; al llamar a Jesús “hijo de David”, lo reconocen como el
descendiente de David que tenía que venir, portador del cumplimiento de las promesas
mesiánicas.
La enfermedad quebranta, por eso los milagros de
curación física tienen una fuerza particular: no sólo se trata del bien de la
salud sino que devuelven la “firmeza” al decaído y derrumbado. El Dios que se
muestra capaz de vencer la enfermedad es el Dios que se revela capaz de
devolver vigor y firmeza a la obra que Él mismo ha creado.
El evangelista muestra que Jesús no los curó
inmediatamente, que esperó llegar a la casa a la que se dirigía y que además
los interrogó sobre su fe. La fe y no sólo el simple contacto de la mano de
Jesús es lo que cura a los ciegos. “¿Crees que puedo hacer eso por ti?”. La fe
que es confianza incondicional de que el bien vence al mal, de que Dios es más
grande que cualquier mal o enfermedad.
Todo esto quiere decir que se hacen realidad las
palabras de Isaías escuchadas por boca del profeta.
La
transformación anunciada toma cuerpo en el Mesías que da la vista a los ciegos.
La vida marcada por el pecado propio o el de los otros lleva a una visión
desenfocada de nosotros mismos, de los otros y de la realidad toda. La Buena
Noticia abre los ojos para ver la ceguera en la que estamos y la necesidad que
tenemos de ser curados y salvados.
Hace falta reconocerse necesitado, abrir el corazón,
para ver cómo la pobreza es capacidad para ser enriquecidos, la ceguera
posibilidad de una nueva luz. Jesucristo abre los ojos a los ciegos. Es el
final de la esclavitud y el comienzo de la liberación. Jesucristo devuelve a
cada hombre la dignidad.
Basta que un
hombre lo acepte y alce la cabeza, para que lo que esclaviza quede derrotado
perdiendo su fuerza para degradarlo.
Jesucristo explica y entrega al mundo en cada
curación, en cada milagro, que Él hace nuevas todas las cosas. Basta un pequeño
gesto de amor para que el egoísmo y la maldad sean vencidos.
Igual que los ciegos que rápidamente divulgan la
noticia por toda la comarca, el seguidor de Jesús, tocado por la misericordia y
el amor del Señor no puede callar la proclamación de las maravillas que realiza
Dios entre sus hijos. Este tiempo de adviento puede ser una gran oportunidad
para nosotros como personas y como comunidades para examinar si nuestro camino
de fe sigue estos pasos.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
…"Nuestros pueblos no quieren andar por sombras
de muerte; tienen sed de vida y felicidad en Cristo. Lo buscan como fuente de
vida. Anhelan esa vida nueva en Dios, a la cual el discípulo del Señor nace por
el bautismo y renace por el sacramento de la reconciliación. Buscan esa vida
que se fortalece, cuando es confirmada por el Espíritu de Jesús y cuando el
discípulo renueva su alianza de amor en Cristo, con el Padre y con los
hermanos, en cada celebración eucarística. Acogiendo la Palabra de vida eterna
y alimentados por el Pan bajado del cielo, quiere vivir la plenitud del amor y conducir
a todos al encuentro con Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida". ..
(Aparecida 350)
"Yo he venido para que tengan vida y vida en
abundancia" (Jn 10,10)✍
Hechos
que son Noticias
No hay comentarios.:
Publicar un comentario