Sábado, 11
de enero de 2020
Primera
lectura
Lectura de
la primera carta del apóstol san Juan 5,14-21
En esto está
la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo según su voluntad,
nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que
tenemos conseguido lo que le hayamos pedido. Si alguno ve que su hermano comete
un pecado que no es de muerte, pida y Dios le dará vida -a los que cometan
pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que es de muerte, por el cual
no digo que pida-. Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no es de
muerte. Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el
Engendrado de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que
somos de Dios, y que el mundo entero yace en poder del Maligno. Pero sabemos
que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al
Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el
Dios verdadero y la vida eterna. Hijos míos, guardaos de los ídolos.
Palabra de
Dios
Te alabamos
Señor
Salmo
Sal
149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/. El Señor
ama a su pueblo
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su
alabanza en la asamblea de los fieles;
que se
alegre Israel por su Creador,
los hijos de
Sión por su Rey. R/.
Alabad su
nombre con danzas,
cantadle con
tambores y cítaras;
porque el
Señor ama a su pueblo
y adorna con
la victoria a los humildes. R/.
Que los
fieles festejen su gloria
y canten
jubilosos en filas,
con vítores
a Dios en la boca;
es un honor
para todos sus fieles. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan 3,22-30
En aquel
tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y
bautizaba. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había
allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba. A Juan todavía no le
habían metido en la cárcel.
Se originó
entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de la
purificación; ellos fueron a Juan y le dijeron: «Oye, rabí, el que estaba
contigo en la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ése está
bautizando, y todo el mundo acude a él.»
Contestó
Juan: «Nadie puede tomarse algo para sí, si no se lo dan desde el cielo.
Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: "Yo no soy el Mesías, sino
que me han enviado delante de él." El que lleva a la esposa es el esposo;
en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del
esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que crecer, y yo tengo que
menguar.»
Palabra del
Señor
Gloria a ti
Señor Jesús
REFLEXIONANDO
LA PALABRA
“El que ha
nacido de Dios no peca”
San Juan
comienza este pasaje de su epístola dándonos el criterio para que nuestra
oración de petición consiga lo que pide: debemos pedir “según la voluntad de
Jesús, el Hijo de Dios”. Siempre que pidamos dentro del amplio campo de su
voluntad, Jesús nos lo concederá. Lo que sucede es que muchas veces le pedimos
algo que entra dentro de nuestra voluntad y no de la suya.
El secreto
de ser un buen cristiano consiste en caer en la cuenta de que “ha nacido de
Dios” y que por tanto “somos de Dios”… siendo de Dios no peca, ni con “un
pecado de muerte ni con un pecado que no es de muerte”, porque es de Dios y si
es de Dios, deja que Dios reine en su corazón y guíe sus acciones. Cuando
pecamos es cuando dejamos de ser de
Dios, le damos la espalda y “el mundo y el maligno” se adueñan de nosotros.
“Él tiene que crecer y yo tengo que menguar”
El
evangelista Juan nos presenta a Juan el Bautista y a Jesús bautizando al mismo
tiempo, pero en lugares distintos. Jesús en Judea y Juan en “Enón, cerca de
Salín”. Todo parece indicar que los discípulos de Juan llevan mal que “Jesús
esté bautizando y todo el mundo acuda a él”.
Juan el
Bautista no es celoso de Jesús y de la buena acogida que tiene. Sabe cuál es su
papel. Ya dio testimonio de Jesús “en Betania, al otro lado del Jordán”: “He
aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien
yo dije: Detrás de mí viene uno, que es antes de mí, porque era primero que
yo”. Y ahora, ante sus propios discípulos, vuelve a dar testimonio a favor de
Jesús, del que él solo es su Precursor: “Vosotros mismos sois testigos de que
yo dije: Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él… él tiene
que crecer y yo tengo que menguar”.
Todos los
cristianos tenemos que imitar a Juan el Bautista en su empeño de que Jesús es
“el que tiene que crecer y yo tengo que menguar”. A la hora de predicar nunca
nos hemos de predicar a nosotros mismos. Siempre a Jesús y de lo que se trata
es que nuestros oyentes se queden con Jesús, que es el Hijo de Dios, nuestro
Salvador y no con nosotros.
José Alirio
Lagarejo Palomeque
Sacerdote
Que Dios
llene de paz tu casa y bendiga tu vida✍
Hechos que
son Noticias
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