Comor: Blamco
31 de julio de 2019ti
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (34,29-35):
Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor
Salmo
Sal 98
R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro
Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo. R/.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor,
y él respondía. R/.
Dios les hablaba
desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio. R/.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús
REFLEXIONANDO LA PALABRA
En el Evangelio (Mt 13:44-46) Jesús presenta dos parábolas del Reino de los Cielos: “El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.” Estas dos comparaciones son similares entre sí pero al mismo tiempo contienen diferencias significativas que esclarecen los misterios del Reino de los Cielos. En la primera Jesús asimila el Reino de los Cielos a un tesoro escondido en el campo. Se deduce que el tesoro es el Reino de los Cielos, está en el campo o en la vida escondido, se pasa por encima y se le pisa sin darse cuenta. Por pura casualidad el hombre encuentra el tesoro, pues no lo buscaba pero al descubrir que se trata de un tesoro muy valioso, va, vende todo lo que tiene y compra el campo, para adquirir así el tesoro; es decir, el Reino de los Cielos. Así las cosas, la condición es vender todo, pues ese tesoro, el Reino de los Cielos, hace que la vida adquiera un nuevo valor y sentido, al mismo tiempo también se comprende que todo lo que se tiene ha sido recibido gratuitamente por el amor de Dios hacia su criatura. La segunda parábola es semejante a la primera pero hay una diferencia importante, acá el Reino de los Cielos es semejante a un mercader que anda buscando perlas finas, esa es su profesión. El Reino de los Cielos se descubre no por causalidad sino como fruto de una larga búsqueda. El mercader entiende el valor de las perlas y cuando encuentra una de gran valor, va y vende todo lo que tiene y la compra. Pero claro es que el Reino de los Cielos es el Supremo Valor que todo ser humano puede descubrir en su vida. En resumen, ambas parábolas revelan la presencia del Reino de los Cielos pero en una se descubre por la gratuidad de la acción de Dios en el ser humano y en la otra por el esfuerzo y la búsqueda que todo ser humano hace para descubrir el mejor sentido de su vida. Lo cierto es que la Buena Noticia del Reino de Dios que trajo Jesús al ser encontrada por cualquier persona conlleva a que uno se desprenda de todo lo que hasta ese momento ha poseído para asumirla, pues nada hay comparable en este mundo, optar por ella y así ver el verdadero sentido de la vida, para anunciar a Cristo y su Evangelio, pues merece la pena vivir el Evangelio de Jesús en toda su plenitud. No se puede dejar a un lado, que si Dios mismo se hizo ser humano para redimir a la humanidad entregando su propia vida en la Cruz se debe a que el ser humano es el tesoro más preciado para Dios, “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3:16)
Fraternalmente tu hermano en la fe José Alirio Lagarejo Palomeque
"Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia" (Jn 10,10).✍
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