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MORADO
7
de abril de 2020
Lectura
del libro de Isaías 49, 1-6
Escuchadme,
islas; atended, pueblos lejanos:
El
Señor me llamó desde el vientre materno,
de
las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.
Hizo
de mi boca una espada afilada,
me
escondió en la sombra de su mano;
me
hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
y
me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel,
por
medio de ti me glorificaré».
Y
yo pensaba: «En vano me he cansado,
en
viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En
realidad el Señor defendía mi causa,
mi
recompensa la custodiaba Dios.
Y
ahora dice el Señor,
el
que me formó desde el vientre como siervo suyo,
para
que le devolviese a Jacob,
para
que le reuniera a Israel;
he
sido glorificado a los ojos de Dios.
Y
mi Dios era mi fuerza:
«Es
poco que seas mi siervo
para
restablecer las tribus de Jacob
y
traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te
hago luz de las naciones,
para
que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
PALABRA
DE DIOS
TE
ALABAMOS SEÑOR
Salmo
Sal
70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17
R/.
Mi boca contará tu salvación, Señor
A
ti, Señor, me acojo:
no
quede yo derrotado para siempre;
tú
que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina
a mí tu oído, y sálvame. R/.
Sé
tú mi roca de refugio,
el
alcázar donde me salve,
porque
mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios
mío, líbrame de la mano perversa. R/.
Porque
tú, Señor, fuiste mi esperanza
y
mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En
el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en
el seno tú me sostenías. R/.
Mi
boca contará tu justicia,
y
todo el día tu salvación.
Dios
mío, me instruiste desde mi juventud,
y
hasta hoy relato tus maravillas. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En
aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su
espíritu y dio testimonio diciendo:
«En
verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los
discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno
de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús.
Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces
él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
«Señor,
¿quién es?».
Le
contestó Jesús:
«Aquel
a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y,
untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan,
entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
«Lo
que vas a hacer, hazlo pronto».
Ninguno
de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa,
algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o
dar algo a los pobres.
Judas,
después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando
salió, dijo Jesús:
«Ahora
es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero
lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
“Donde
yo voy no podéis venir vosotros”».
Simón
Pedro le dijo:
«Señor,
¿adónde vas?».
Jesús
le respondió:
«Adonde
yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro
replicó:
«Señor,
¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús
le contestó:
«¿Conque
darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes
de que me hayas negado tres veces».
PALABRA
DEL SEÑOR
GLORIA
A TI SEÑOR JESÚS
El
Señor me escuchó y tuvo compasión de mí.
El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11) ✍
Hechos que son Noticias
Mons.
Francisco Ozoria comparte reflexiones en torno a al momento de crisis que vive nuestro país y en
el mundo a causa del Coronavirus
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