Color: Morado
7 de abril de 2020
REFLEXIONANDO LA PALABRA
Te haré luz de todas las naciones
El texto de la primera lectura no puede ser calificado
de claro. Los especialistas en Sagrada Escritura y en lenguaje de los profetas
verán en él lo que los que no tenemos ese conocimiento nos cuesta ver. Sí
percibimos que trata de dos asuntos distintos: la vocación desde el seno
materno, a ser profeta, boca de espada afilada; del fracaso de su misión profética:
“en vano me he cansado…”; para reconocer que por encima de su debilidad esta la
ayuda de Dios. Que le encomienda ser luz, no sólo de Israel, sino de todas las
naciones; de modo “que mi salvación alcance hasta el confín de la Tierra”,
superando las fronteras del “pueblo elegido”. Esa universalidad de la
“salvación”, es el otro asunto que encontramos en la lectura. Es algo nuevo.
Les costó entender a las primeras comunidades cristianas la dimensión universal
de la acción liberadora y de su evangelio de Jesús de Nazaret. Pablo hubo de
intervenir con fuerza
Sobre la misión profética es necesario recordar que
nadie ha de asumir la tarea de profeta, sino siente la llamada de Dios a serlo.
Que no es llamada al triunfo personal, sino que ha de asumir el fracaso, para
que aparezca de quién es la palabra y la acción profética. A lo largo de la
historia, antes de Cristo y después de él, han aparecido muchos falsos
profetas. Falsos no sólo por lo que proclamaban, sino y sobre todo porque se
creían los protagonistas, y se predicaban a sí mismos. Con el objetivo de
construir su propio grupo sectario de seguidores, que le adularan.
Detrás del pan, entró en el Satanás
Sabemos que el relato de la Pasión según san Juan es
el menos duro de los relatos evangélicos. Su evangelio comienza con mostrarnos
la divinidad de Jesús, ya en su prólogo: es el Verbo creador encarnado. Y esa
visión sigue presente a lo largo de su relato. Pero además es el evangelio en
el que se manifiestan con más fuerza los sentimientos de Jesús. En especial los
afectos de Jesús. Esos sentimientos están más flor de piel en el momento de la
última cena con sus discípulos. Es momento de intimidad afectiva con ellos, es
en ese momento cuando, “profundamente conmovido”, anuncia la traición de uno de
los presentes. Algo incomprensible para sus discípulos. Solo la intervención de
Satanás, que invade el interior de Judas, puede explicar la traición. Satanás
como origen de todo mal. Sólo un agente externo puede explicar la decisión de
Judas para el evangelista, entiende Juan. Pues bien, no es necesariamente así,
existe en nosotros suficiente posibilidad de ser traidores; suficiente
capacidad de mal en nuestro interior. Con ello hay que contar para conocernos y
“cuidar de no caer”.
En contraste
con Judas, Pedro proclama su fidelidad a Jesús: “daré mi vida por ti”. Pedro se
siente fuerte. Nadie puede separarle del compromiso con Jesús. Es un error
sentirse tan fuerte que sea imposible la negación de lo que hemos prometido, la
infidelidad a quien se ha prometido afecto “eterno”. Induce a desprotegerse, a
no actualizar día a día los compromisos, en concreto los afectivos. Para ser fuerte en la fidelidad es necesario
asumir nuestra debilidad, nuestra capacidad de ser infiel.
José Alirio Lagarejo Palomeque
Sacerdote
El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí. El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11) ✍
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