viernes, 10 de abril de 2020

Lecturas: VIGILIA DE LA PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR


11 de abril de 2020

Color: BLANCO

SAGRADO TRIDUO PASCUAL

PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 1, 1–2, 2

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y vacío, y en el abismo del mar reinaban las tinieblas. Pero el espíritu de Dios se agitaba sobre el agua. Entonces dijo Dios: “¡Haya luz!”. Y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena. Entonces separó Dios la luz de la oscuridad. A la luz la llamó “día” y a la oscuridad “noche”. Este fue el primer día. Y anocheció y amaneció. Luego dijo Dios: “¡Fórmese entre las aguas una bóveda que sirva para separarlas!”. E hizo Dios la bóveda y separó las aguas, de manera que una parte quedara debajo de la bóveda y otra encima. Y así se hizo. Y vio Dios que estaba bien. Y a la bóveda la llamó “cielo”. Este fue el segundo día. Y anocheció y amaneció. Luego dijo Dios: “¡Reúnanse en un solo lugar las aguas que están debajo del cielo, y aparezca lo seco!”. Y así se hizo. Y a lo seco lo llamó “tierra”, y a las aguas reunidas las llamó “mares”. Y vio Dios que estaba bien. Entonces dijo Dios: “¡Cúbrase la tierra de verdor, de plantas que den grano y de diferentes clases de árboles que den fruto con semilla!”. Y así se hizo. La tierra se cubrió de verdor, de diferentes clases de plantas que dan grano y de árboles que dan fruto con semilla. Y vio Dios que estaba bien. Este fue el tercer día. Y anocheció y amaneció. Luego dijo Dios: “¡Fórmense en la bóveda del cielo astros que den luz y distingan el día de la noche y sirvan para señalar las fiestas, los diversos días y los años! ¡Desde la bóveda del cielo alumbren a la tierra!”. Y así se hizo. Formó los dos grandes astros, el mayor, que preside el día, y el menor, que preside la noche, y también las estrellas, y los puso en la bóveda del cielo para que alumbren la tierra, presidan el día y la noche y separen la luz de la oscuridad. Y vio Dios que estaba bien. Este fue el cuarto día. Y anocheció y amaneció. Luego dijo Dios: “¡Broten del agua en abundancia diversos animales, y sobre la tierra vuelen las aves, debajo de la bóveda del cielo!”. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todos los animales de diversas especies, que brotaron en abundancia del agua, y toda clase de aves. Y vio Dios que estaba bien. Luego los bendijo diciendo: “¡Sean fecundos, multiplíquense y llenen el agua de los mares! ¡Multiplíquense las aves en la tierra!”. Este fue el quinto día. Y anocheció y amaneció. Luego dijo Dios: “¡Produzca la tierra toda clase de animales: animales domésticos, animales que se arrastran por el suelo, y animales salvajes de diversas especies!”. Y así se hizo. Dios creó las diversas especies de animales salvajes, de animales domésticos, y los que se arrastran por el suelo. Y vio Dios que estaba bien. Luego dijo Dios: “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, como una semejanza nuestra; y que tengan dominio sobre los peces del mar y las aves del cielo, sobre los animales domésticos y salvajes de la tierra, y sobre los que se arrastran por el suelo”. Y creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creó, los creó hombre y mujer. Y los bendijo diciéndoles: “¡Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y tomen posesión de ella; ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todos los animales que se arrastran por el suelo!”. Además les dijo Dios: “Para que coman, les doy toda clase de plantas productoras de grano que hay en la tierra y toda clase de árboles que dan fruto con semilla. En cambio, a todos los animales terrestres, a todas las aves del cielo y a todos los animales que se arrastran por el suelo, les doy la hierba verde para que coman”. Y así se hizo. Cuando Dios miró todo lo que había hecho, vio que era muy bueno. Este fue el sexto día. Y anocheció y amaneció. Así quedaron terminados el cielo, la tierra y todo el ejército de seres que hay en ellos. El día séptimo, al terminar Dios su trabajo, descansó de todo lo que había hecho.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103

R/. Envía tu espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.

• Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R/.
• Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas. R/.
• De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. R/.
• Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. R/.
• ¡Cuántas son tus obras, Señor!, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.
Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que te muestras admirable en todas tus obras, concede a los que has redimido comprender que el sacrificio de Cristo, nuestra Pascua, en la plenitud de los tiempos, es una obra todavía más maravillosa que la misma creación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.


(Luego de las siete lecturas del Antiguo Testamento junto con el salmo correspondiente y la oración. Yterminada la lectura de la Epístola todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya, que todos repiten. Luego un salmista o un cantor dice el Salmo, al que el pueblo responde: Aleluya).

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 117
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
• Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R/.
• La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. 
R/.
• La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. 
R/.

EVANGELIO
Del Evangelio según san Mateo 28, 1-10

Terminado el sábado, al brillar la luz que anunciaba el comienzo el primer día de la semana, fueron a María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro, cuando de repente se produjo un gran terremoto: un ángel del Señor había bajado del cielo, se había acercado, había corrido la piedra y estaba allí sentado. Su semblante tenía el brillo del relámpago, y su vestido era blanco como la nieve. Los soldados que estaban de guardia temblaron de miedo y quedaron como muertos. Pero el ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: “No tengan miedo; sé que andan buscando a Jesús el crucificado. No está aquí; resucitó, como lo había anunciado. Acérquense a ver el lugar donde lo habían puesto. Vayan corriendo a decir a sus discípulos que resucitó de entre los muertos y que se adelantará a ellos para reunirlos en Galilea. Allá lo verán. Esto es lo que tenía que decirles”. Las mujeres salieron a toda prisa del sepulcro, llenas de temor y de gran alegría, y se fueron corriendo a anunciarlo a los discípulos de Jesús. Pero de pronto Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se acercaron, y postradas ante Él le abrazaron los pies. Entonces les dijo Jesús: “No tengan miedo. Vayan a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea. Allá me verán”.
Palabra del Señor.

El Señor me escuchó y tuvo compasión de mí.  El Señor se ha hecho mi auxilio (Sal 29,11)



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